No todo van a ser pandemias y desencuentros por banderas o ideas, también tenemos a Riki Blanco. Riki es una pandemia en sí mismo, un desencuentro a diez bandas, un tipo divertidísimo: huele a genio. Está claro que nos lo merecemos. O por lo menos yo me lo merezco.
Estuve siguiendo la promo de su nuevo libro LA POESÍA QUE NOS MERECEMOS en el tuite (lo escribo así, ¿pasa algo?) y era para quitarse el sombrero. Que si dejaba un ejemplar con la portada pintada a mano mezclado con los ejemplares normales en una librería, que si a los diez primeros que lo pidiesen les hacía una dedicatoria con dibujito, que si se reunía con sus colegas más estrellas y grababa un video hablando del libro…
Me resultó irresistible, y por lo tanto no pude evitar maniobrar cuánto hizo falta para hacerme con LA POESÍA QUE NOS MERECEMOS.
Ya lo tengo.
Es buenísimo.
Es muy divertido y serio.
Dibuja de magia, el Blanco. Piensa en colores, y en negro. Deja páginas de aire para que el lector respire a pulmón completo.
Sé que también canta, que ha ilustrado un montón de libros famosos, que es un artista que podría haberse codeado con Dalí, Buñuel o Tristan Tzara, Duchamp o el Bosco.
Me lo merezco. Me merezco a Riki Blanco. Me gusta mucho su nuevo libro y ya he empezado a sospechar los contenidos del siguiente.
Si no tuviese el sombrero en el suelo esperando que alguien eche dentro una moneda, o mejor un billete, ahora me lo quitaría como señal de admiración y respeto.
Tigre tigre.