Mucho se ha hablado, analizado y discutido sobre la presunta participación de Juan Carlos I en el intento de Golpe de Estado que tuvo lugar el 23 de febrero de 1981. La opacidad respecto a los hechos que se produjeron en los meses previos a la insurrección de los militares nostálgicos del franquismo es absoluta. Los documentos de los servicios de inteligencia españoles aún siguen clasificados y ocultos al pueblo español, algo que aumenta más las sospechas de que en la Casa Real pudo haber tenido, presuntamente, cierta implicación con lo ocurrido en aquella tarde-noche en la que se debatía la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo tras la dimisión de Adolfo Suárez.

El coronel Amadeo Martínez Inglés, en el libro Juan Carlos I. El último Borbón, da algunas claves importantes de lo sucedido en los días previos. Una de ellas la encontramos en las reuniones que mantuvo el entonces Jefe del Estado con uno de los cabecillas del Golpe de Estado, el general Alfonso Armada. Según Martínez Inglés, en el mes de febrero de 1981 el monarca se reunió con el militar hasta en 7 ocasiones, 6 presenciales (6, 7, 11, 12, 13 y 17 de febrero) y una telefónica (3 de febrero), además de otras 4 en los dos meses anteriores, es decir, un total de 11 encuentros.

«¿Qué asuntos tan graves y atípicos empujaban a Armada y al rey a relacionarse personalmente con tanta asiduidad (Baqueira Beret, La Zarzuela, conferencias telefónicas…) no estando ya el primero al servicio directo del segundo sino, por el contrario, en un puesto activo en el Ejército, al mando de la División de Montaña Urgel nº 4, en Lérida, y más tarde en el Estado Mayor del Ejército en Madrid?», se pregunta el coronel Martínez Inglés.

Una de estas reuniones, según se indica en el libro del coronel, está protegida por el máximo de los secretos: la del 13 de febrero de 1981, sólo 10 días antes del 23F. Ese encuentro entre Armada y el rey Juan Carlos tuvo que ser tan importante que el propio general solicitó por carta a Casa Real autorización para usar, durante el juicio, en su defensa el contenido de la reunión. Juan Carlos I se lo denegó y Armada fue condenado a 30 años de prisión sin que mencionara en ningún momento lo que ocurrió aquel día.

«¿Qué asuntos trataron don Juan Carlos y el general Armada ese enigmático día 13 de febrero? Resulta pueril pensar que el general, para defenderse de una posible pena de treinta años de cárcel, intentara refugiarse en un rutinario informe personal sobre la situación del país y del Ejército (además, él no era la persona más indicada para presentar ese hipotético dossier al rey) que, según bastantes «investigadores» del caso (todos milimétricamente adscritos a las tesis oficiales) fue lo único que Armada facilitó al soberano a lo largo de la misteriosa entrevista. Y resulta, asimismo, fuera de toda lógica que el monarca le prohibiese con posterioridad dar publicidad a esos informes y comentarios personales si le podían servir para defenderse», afirma Martínez Inglés.

Sin embargo, el coronel va más allá y afirma categóricamente que «allí se habló de la «Solución Armada», de la maniobra político-palaciega a punto de comenzar; del estado de las conversaciones con Milans y con los líderes políticos; del estado de ánimo en los cuarteles; del otro golpe duro que amenazaba, a corto plazo, a la democracia y a la propia Corona; de aquellas medidas, necesarias y urgentes, para intentar detener este último peligro sin dañar en demasía el orden constitucional vigente… Todo debía estar bajo control en esos preocupantes momentos, ya que nada debía dejarse al azar. La cuenta atrás había comenzado. La suerte estaba echada. Sin embargo, los hechos posteriores demostrarían que en el entorno de la famosa «Solución» político-militar no todo estaba tan atado y bien atado como se creía en La Zarzuela».

3 COMENTARIOS

  1. Este individuo estaba más implicado que un pez en el agua. Y aún hoy, la triada monárquica: PP, PSOE, C’S, y los palmeros de VOX defienden esta institución que solamente se representa a si mismos.

    República, ya.

    • Como si una república fuese la garantía de: decencia, honestidad, transparencia y democracia. Esta es la falacia de los del frente popular nostálgicos de aquellos años convulsos de preguerra civil en este país. Y es que si fuera como esos «nostálgicos» piensan, no entiendo cómo en un continente como África, donde predominan las repúblicas como sistema de gobierno, hay tanta miseria. VAYANSÉ LOS REPUBLICANOS a ese continente, o defiendan sus ideas con honestidad, si les queda algo de esto, en el Parlamento respetando «las reglas del juego». Y BASTA YA DE TANTA DEMAGOGIA.

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