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El rey emérito busca «novia, trabajo y piso»

El periodista Raúl del Pozo asegura que Juan Carlos I está "hecho un oso" y volverá a España porque no hay ninguna ley que lo impida

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análisis

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El rey emérito está como un oso y anda buscando “novia, trabajo y piso”. Lo acaba de decir el periodista Raúl del Pozo, que por lo visto tiene línea directa con Juan Carlos I. Por el popular escritor sabemos que el artífice de la Transición está molesto porque ya lo quieren meter en la UCI, o aún peor, en un traje de pino y al panteón de los Borbones, cuando él cree que tiene cuerda para rato. “Desmiéntelo, por favor”, le ha rogado a su íntimo Del Pozo desde su nueva residencia en Abu Dabi, que no exilio, que ese término sagrado solo debería utilizarse para aquellos viejos republicanos que lo dieron todo por la causa de la libertad.

De modo que tenemos a un monarca que se ve a sí mismo como un roble, un fornido, un chaval, y que pretende seguir con su vida como si nada hubiese pasado en este país. Del Pozo, que es el que lo suele tratar de tú a tú, cree que el emérito va a volver pronto porque no hay ninguna ley que lo impida. A sus 83 años y 19 operaciones de chapa y pintura, el ex jefe de Estado se resiste, no ya a que lo abdiquen de su cargo, sino a que lo abdiquen de la vida.

A otro periodista confidente le acaba de decir que practica dos horas de gimnasia diaria para mantenerse en forma y que está como una manzana, o sea rebosante de salud. Para demostrar que es cierto, el entorno del rey emérito ha filtrado una fotografía tomada hace solo unos días en el que se le ve plácidamente sentado a la mesa y acompañado del heredero del país árabe, uno de esos jeques con turbante que dan más miedo que un siniestro personaje de El Padrino.

También Zarzuela ha salido a desmentir la noticia de que el patriarca de la Familia Real está en las últimas, un rumor que dicho sea de paso difundió en Twitter, el pasado fin de semana, la periodista de sociedad y prensa rosa Pilar Eyre. Esta vez la deslumbrante exclusiva de la siempre bien informada reportera –“el rey Juan Carlos está en estado grave y la Casa Real valora la posibilidad de su traslado a España”– ha quedado en un cotilleo tuitero y poco más.

En cualquier caso, lo realmente importante de toda esta historia es que el emérito está pensando en rehacer su vida ahora que es un jubilado otoñal. Una novia (o novio), un trabajo y un piso es lo que busca todo pobre español en este país de ruinas y pestes, pero no serán sueños inalcanzables para alguien de su estatus y posición. Novias nunca le han faltado, que a él se las ponían como a Fernando VII le ponían a huevo las bolas de billar; trabajos tampoco, ya que los grandes empresarios españoles siempre se lo han rifado como gran emprendedor cada vez que se terciaba abrir un negociete en el extranjero; y en cuanto al piso, no parece que vaya a terminar con sus huesos en una húmeda VPO de Alcorcón. Los fondos buitre que han proliferado como setas en el Madrid de Díaz Ayuso sin duda no lo dejarán tirado, si es que Felipe VI finalmente lo echa de casa. O sea que por ahí, techo tampoco le va a faltar de momento aunque, eso sí, que Su Majestad ponga anuncios en las farolas y se deje de las agencias inmobiliarias de Madrid, que son una sangría en fianzazos, adelantos y comisiones.

Ahora que el Sunday Times ha cuantificado la fortuna de la Reina Isabel de Inglaterra en más de 400 millones de euros de patrimonio privado (más los 14.300 millones en bienes de la Corona) cabe concluir que la realeza europea quiere diversificar sus actividades, modernizarse y salir de los palacios ebúrneos de rancio abolengo. Los ricos se cansan de todo y buscan experiencias nuevas, y ahora Juan Carlos quiere vivir la experiencia del mileurista, del rider madrileño que se busca la vida como falso autónomo, del asfixiado español que en tiempos de pandemia no encuentra ni pan ni un hogar digno.

El emérito se ha propuesto empezar de nuevo como un zagal, como un becario Erasmus/Orgasmus solo que a la inversa, en lugar de viajar de España al extranjero él lo ha hecho al revés (siempre fue un innovador en todo este rey). A Juan Carlos pronto lo veremos en bicicleta o en patinete eléctrico por el barrio de Malasaña (como un vegano alternativo o jipi de hoy) o compartiendo piso de estudiante con los melenudos del botellón, más jóvenes o de su misma edad, eso qué más da cuando se tiene el corazón joven y las ganas de aventura intactas.

El secreto de la vida está en volver a empezar, ya lo dijeron Garci y Heráclito con su teoría del eterno retorno, y sobre todo en saber reciclarse a tiempo para salir del tedio del estatus social, del dinero por castigo y de la aburrida cotidianidad aristócrata, noble y regia. A buen seguro que el emérito, como rey Campechano que siempre ha sido, ya está harto de comer caviar y deliciosas hormigas fritas o langostas del desierto, malas sucedáneas del langostino cantábrico, y ahora echa de menos un buen plato de cocido, unos torreznos o una lasaña congelada, como un tuno o tunante de la universidad que vive al día.

Lo fascinante de la existencia humana es que siempre se puede volver atrás para recuperar la juventud y sentir la sangre fluyendo por las venas ante un nuevo sueño o un nuevo amor. Al rey emérito han querido enterrarlo antes de tiempo, pero el hombre dice que está hecho un mulo y que quiere seguir dándole guerra al cuerpo. Vendieron la piel del oso antes de cazarlo. Él, que es el rey de los safaris y se las sabe todas.    

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