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El reto de la izquierda alternativa andaluza: asumir el fracaso, consolidar la reorganización y tejer nuevas alianzas

Daniel Martínez Castizo
Daniel Martínez Castizo
Historiador y antropólogo. Investigador y divulgador del patrimonio salinero
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análisis

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El fracaso del proyecto originario de Adelante Andalucía no ha generado, por desgracia para el espacio político transformador, un debate compartido entre las organizaciones políticas que lo conformaron y todos aquellos agentes que, sin pertenecer a ninguna de estas estructuras, dieron forma al mismo. Una experiencia así de ilusionante, al menos para muchos de los que creyeron en esa vía y espacio sobre el que asentar, a lo largo plazo, el proyecto de la izquierda alternativa andaluza, bien merece un repaso y estudio pormenorizado que sirva de base experimental para el futuro colectivo.

Sin embargo, lo único que hemos vivido hasta ahora, alentado por la prensa conservadora, ha consistido en un sinfín de reproches y denuncias, algunas exageradas otras bien fundamentadas (aunque inncesarias), que no han hecho otras cosa más que asentar las diferencias en base a cuestiones personales o de afinidad con una u otra organización/líder. Pocos de los que conformaron Adelante pueden exponer, de forma políticamente coherente y sin vicios procedentes de uno u otro bloque, una correlación de acontecimientos razonados. Para muchos se trató de una postura oportunista de Anticapitalistas para hacerse, a través de un discurso más radical en lo soberanista, con el control de Podemos Andalucía; para otros, hunde sus raíces en el carácter tacticista del PCA y su dependencia de Madrid al priorizar el reforzamiento del Gobierno de Coalición, así como la “querencia” a establecer acuerdos, aunque sean puntuales, con el PSOE. Y, en medio de todo, Izquierda Andalucista o Primavera Andaluza (ninguneados desde ambos frentes) que se alían con los primeros, simplemente, por su carácter nacionalista.

Mientras el análisis existente se centre en la imposición de uno u otro relato, basado en banales argumentos como los anteriormente expuestos, la izquierda alternativa andaluza volverá a un estado interno de bloqueo e inútiles vetos organizativos y personales. En ese sentido, poco ayuda la actitud de ciertos representantes que con sus “argumentos”, potenciados por la correa de transmisión de los militantes y simpatizantes, solo aportan más crispación al ambiente político. El debate es, por tanto, esencial para asumir el fracaso colectivo y no cerrar las puertas a futuros y más que necesarios encuentros porque, en realidad, también se trata de comprender que, más allá del formato Adelante, se ha generado un nuevo escenario con el que hay que trabajar por el bien de las clases populares.

Después del debate interno –que no vendrá propuesto desde dentro sino que surgirá, más pronto que tarde, de la periferia del mismo– tocaría reforzar y consolidar, lo antes posible, la reorganización del espacio alternativo andaluz. Los nuevos sujetos políticos deben, de forma individual y por el bien de Andalucía, consolidar y abrir sus espacios al debate y estructuración de un proyecto transformador que, a largo plazo, rompa con el discurso hegemónico de la globalización capitalista y, además, esté preparado para las inminentes elecciones andaluzas porque, si bien nunca podemos decir que serán determinantes, no deben obviar la penalización que supondría vivir en nuestra tierra un “gobierno a la madrileña”. No obstante, el resultado electoral dependerá de la capacidad que se tenga a la hora de consolidar sujetos políticos claramente definidos.

Por último, estos sujetos, además de tejer nuevas alianzas con la sociedad, no deben olvidar la necesidad de encontrarse y entenderse entre ellos mismos. La estrategia para amortiguar la ruptura y reestructuración de la izquierda alternativa, desde el punto de vista electoral y de credibilidad hacia los colectivos especialmente movilizados, parte, esencialmente, del reconocimiento mutuo y la normalización de comprender que, a través de diferentes estrategias, se puede alcanzar un mismo objetivo. Ahora bien, reconocer esto y alcanzar a verse dentro de dicho contexto conlleva, irremediablemente, a un nuevo esfuerzo por tejer alianzas que den sentido, dentro y fuera del Parlamento, a la ruptura promovida entre unos y otros.

En resumen, la izquierda alternativa andaluza está obligada a entenderse y ayudarse para hacer productivo y útil un espacio que, pese a las décadas transcurridas con sus correspondientes generaciones políticas, aún se encuentra por definir y madurar. La izquierda alternativa tiene la obligación y la necesidad de entenderse. Es vergonzoso que un fracaso como el de Adelante, que no es el primero y, a buen seguro, tampoco será el último, sea gestionado de esta forma. Puede que, por ahora, no sea en forma de coalición electoral o plataforma, pero el entendimiento en el terreno institucional (en caso de compartir representación) y, sobre todo, en las movilizaciones de los colectivos sociales y sindicales, no pueden verse cuestionado. La fuerza de la izquierda alternativa radica en su capacidad crítica, reflexiva y, por encima de todo, entenderse para, de una u otra forma, defender en bloque los intereses de la mayoría social andaluza. Cosa que, por ahora y viendo el devenir de los acontecimientos, no está garantizada.

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