Pablo Iglesias reapareció ayer ante sus fieles en su mítica plaza del Museo Reina Sofía y ante la opinión pública y publicada de este país, sin concesiones, sin un paso atrás, sin nuevos proyectos y discursos y, sobre todo, convencido de que muere matando. Entona el mea culpa el líder podemita, pero ni olvida ni perdona a Iñigo Errejón y a Manuela Carmena. Y sabe, y no le importa, que en este reto cainita pierde seguro.

El líder de Podemos asume que las encuestas le son desfavorables, que han perdido fieles y votantes, pero también que la coalición morada puede ser decisiva para que Pedro Sánchez pueda formar un gobierno de izquierdas.

Iglesias atacó a la Prensa que le dio visibilidad, popularidad y opciones electorales

En 2015, los sondeos electorales permitían a Pablo Iglesias soñar con superar al «viejo» PSOE. No pudo ser entonces, pero las listas moradas obtuvieron más de cinco millones y medio de votos (tercera fuerza política con 69 escaños). Tampoco pudo ser en 2016, aunque la nueva marca, Unidos Podemos, superó los cinco millones de sufragios (71 escaños). Hoy los sondeos, incluso los más favorables, le dan de 30 a 40 escaños, un desgaste no alejado de la decepción y un desapego a quien fuera su líder, azote de la derecha y el PSOE ante unos medios que le dieron visibilidad, popularidad y opciones electorales.

Poca cintura

A Pablo Iglesias, pragmático, con poca cintura y con una visible falta de asesores que le digan lo que hay y no lo que quiere escuchar, le queda la esperanza de tener escaños suficientes –al margen del varapalo electoral- que le permitan entrar en el Gobierno con Pedro Sánchez. De ser así, tendrá ministras y ministros al frente de un Ejecutivo con una ruta social en favor de los servicios públicos, contra la política del ladrillo, que abrasará de impuestos a las grandes empresas y tratará de marcar un rumbo nuevo en los derechos de los trabajadores.

Está por ver si, de cumplirse los pronósticos favorables a un Gobierno de la izquierda del que forme parte Podemos, la economía española se resentirá o, pese a todas las amenazas del Ibex y de la banca, es posible un cambio político económico y social sin precedentes en España.

Los errores

Pero mientras, Pablo Iglesias no enmienda errores, porque claramente no lo quiere hacer y está dispuesto a retarse con las consecuencias, porque está convencido que el proyecto por el que apostaron seis millones de españoles y españolas merece tener su lugar en la historia, comete errores como el de retar a la alcaldesa Manuela Carmena a decir a quién vota en España, sin pensar que la alcaldesa de Madrid es el mejor espejo de eficacia e integridad en el que hoy se mira la izquierda dispuesta a votar a Podemos.

Cerrarse las puertas de los medios de comunicación sin medir consecuencias, ayer Ana Pastor ya dejaba  claro en twitter que estaba molesta con el mensaje de Pablo Iglesias, es un error en el que olvida que una cosa es la empresa de comunicación y otra cosa los periodistas de los que cada día se muestra más alejado.

El líder podemita ataca a los medios –nada de lo que dice es mentira, pero tampoco debe olvidar que esa Prensa es la que le dio visibilidad y le llevó a lo más alto-, y opta por un mensaje populista de que la clase trabajadora no pague impuestos que será imposible de aplicar y en la que nadie cree.

Autocrítica

Lo que nadie puede discutir a Pablo Iglesias es su firmeza y claridad en sus críticas  con las grandes familias y firmas empresariales y financieras que controlan este país y que tienen, efectivamente, más poder que el propio Parlamento.

Iglesias defiende el diálogo como única herramienta para solucionar el conflicto catalán: «En España no hace falta ninguna reconquista, hace falta reconciliación», ha dicho.

Además,  ha defendido a Unidas Podemos como la única opción «contra los que mandan de verdad», ha reiterado su apuesta por el diálogo como solución al conflicto con Catalunya y ha hecho un ejercicio de autocrítica muy duro consigo mismo y con su propio partido. «Estamos más cerca que nunca, hemos cometido errores, hemos dado vergüenza ajena a veces. Pero nunca nos hemos equivocado de lado», ha sostenido.

Sin citar a nadie, Iglesias ha lamentado las luchas internas en el partido. Después de defender la necesidad de «decir la verdad» sobre lo que ha considerado una «democracia limitada» en la que tienen más poder «20 familias que todos los diputados», Iglesias ha mirado hacia adentro. «Hay que decir la verdad sobre nosotros mismos», ha apuntado. Y ha empezado por él mismo. «Sé que he decepcionado a mucha gente. Sé que Podemos ha decepcionado a mucha gente. No reconocerlo sería mentir y nos van a perdonar cualquier cosa menos mentir. No hemos sido capaces de cambiar las reglas del juego del enemigo. Nos hemos callado muchas cosas. Hemos apoyado medidas que podían aliviar, pero no solucionaban los problemas. No vinimos a poner parches», ha añadido.

3 COMENTARIOS

  1. Pues como cometa el mismo error que nos llevo a dos años insufribles de Mariano Rajoy en el PP en el poder ,ya se puede meter bajo tierra por que el pueblo le lincha
    Esta vez sera peor ya que los carroñeros de PP y VOX se uniran para llevarnos otra vez al 1936 y esta vez con papeletas de voto ,no con fusiles (ahunque tambien )
    Deberia escuchar en lugar de imponer
    Yo se de mucha gente que esta vez no le va a votar por prepotente
    El que ha salido de un barrio obrero como es Vallecas deberia saber que los pobres no somos idiotas ,pobres si tontos no
    Y mi abuela decia ,que no hay nada peor que un piojo puesto de limpio

  2. A los cínicos e hipócritas les asustan las verdades: El Rey, los reyes del poder, los auténticos, han sido desnudados y desnudadas. Y ha sido un partido que no depende de los Bancos.
    Podemitas, sois unos ilusos, en caso de necesidad el poder siempre pueden usar de un indra cualquiera para «traducir» los resultados de las votaciones.

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