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Manuel Valls, ex primer ministro francés y candidato a la alcaldía de Barcelona por Ciudadanos, afirmó hace años que había que instaurar un «socialismo pragmático» y él lo demostró con su acción de gobierno puesto que implementó duras medidas de corte neoliberal que iban en contra de los intereses reales de la ciudadanía francesa. El mejor ejemplo de ello fue la imposición de una reforma laboral mucho más dura que la de Mariano Rajoy. Alguien así no se puede llamar socialista, ni siquiera socialdemócrata. Por ello, es normal que luchara contra Emmanuel Macron para hacerse con el liderazgo de En Marche o que, finalmente, haya recalado en Ciudadanos.

Tras las elecciones autonómicas y municipales se está difundiendo un discurso muy peligroso en diferentes medios de comunicación —alguno de los cuales está totalmente controlado por empresas y bancos del IBEX35— por el cual se pretende hacer ver a la ciudadanía que, con la situación política actual, los partidos de la izquierda no son los garantes del estado del bienestar.

Este planteamiento se basa en un argumento con muy poco peso analítico: ni Podemos ni el Partido Socialista Obrero Español pueden garantizar las políticas sociales porque no tienen suficiente fuerza parlamentaria para llevarlas a efecto. Entonces, si ni el partido de Pablo Iglesias ni el de Pedro Sánchez tendrían la capacidad de implementar esas políticas orientadas a las necesidades reales del pueblo, ¿con quién estarían garantizadas? ¿Con Ciudadanos? ¿Con el Partido Popular? ¿Con Vox?

Todo este discurso no tiene otro fin que presionar a Pedro Sánchez para que pacte con Albert Rivera la formación de gobierno, tal y como indicó la presidenta del Banco de Santander. Sin embargo, lo que queda claro es que ninguno de los partidos conservadores españoles garantizará unas políticas orientadas al pueblo porque todos están sometidos, de un modo u otro, a los intereses de las élites financieras, económicas y empresariales, a las dictaduras privadas que tienen miedo de perder el control del país que tan bien amarrado lo tuvieron durante los gobiernos del PP y en varias etapas del PSOE.

Lo que queda claro es que no se pueden hacer paralelismos ni relaciones de aritmética parlamentaria a la hora de afirmar en medios de comunicación que las políticas sociales no están garantizadas por los partidos que las defienden porque no disponen de suficientes escaños o que sólo lo lograrían si se pactara con el partido de Rivera.

¿Acaso pretenden hacer creer a la ciudadanía que un partido que aboga por una bajada radical de impuestos que favorece a las rentas más altas va a garantizar que el Estado tenga capacidad de generar las políticas que el pueblo necesita? ¿Acaso pretenden hacer creer a la gente que una formación que defiende los intereses de las empresas del IBEX y de las multinacionales va a ponerse del lado de la mejora de la sanidad o la educación pública? Son preguntas que parecen de Perogrullo pero que, con la suficiente difusión en los medios de comunicación que controlan las dictaduras privadas, calan en la ciudadanía. Es la eficacia de las aún vigentes y efectivas teorías de la propaganda de Goebbels, aplicadas por medio de las nuevas tecnologías: redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea y big data.

El PSOE ha obtenido un fantástico resultado en las últimas elecciones gracias a las políticas sociales aplicadas durante los diez meses de gobierno con la ayuda de Podemos. La firma por parte de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias de un acuerdo para unos presupuestos orientados al pueblo satisfizo a la gente porque se abrió una ventana de esperanza tras la tiniebla de las dos legislaturas de Mariano Rajoy. Sin embargo, esos presupuestos pusieron nerviosas a las élites, sobre todo después de que Europa diera su visto bueno al proyecto. De ahí que se tumbaran y que tuvieran que convocarse elecciones generales. El IBEX respiró tranquilo, sobre todo después de la reunión secreta mantenida por Moncloa con sus representantes, un encuentro que fue desvelado en exclusiva por Diario16 y que no fue desmentido por el gobierno.

Tal vez las élites y el Club Bilderberg —del que forman parte antiguos presidentes de grupos mediáticos que ahora se suman a esa campaña— calcularon que su candidato, Albert Rivera, iba a lograr mejores resultados y que el PSOE los obtendría peores. La soberbia de estas dictaduras privadas es de tal calibre que, a pesar de que los españoles y las españolas apostaron por continuar con las políticas sociales de Sánchez, están pretendiendo imponer un pacto con Ciudadanos, un partido que no garantizará jamás que haya un gobierno que implemente medidas que prioricen las necesidades reales del pueblo, sino aquellas que, de manera directa o indirecta, beneficien a las élites del IBEX y de Bilderberg.

Esta estrategia sólo se puede entender bajo el axioma de que todo aquello que es beneficioso para el pueblo pasa a ser perjudicial para estas dictaduras privadas.

Por esta razón, es necesario que la gente comprenda que el problema político de este país no se encuentra en Podemos, quienes tendrán que analizar las razones de su descalabro, o en que se logre un pacto de gobierno entre el PSOE y los de Pablo Iglesias. El verdadero problema que se le viene encima a España y a su pueblo es que, a través de esas presiones y de esas estrategias harteras, Sánchez alcance un acuerdo con Rivera porque las grandes reformas que necesita este país no se podrán jamás implementar con un partido que tiene como base «ideológica» el adelgazamiento o la eliminación de las estructuras del Estado como elemento de protección de los derechos sociales de la ciudadanía.

Es cierto que la aritmética parlamentaria determina que Sánchez va a necesitar de más apoyos que el de Podemos para poder formar gobierno. Sin embargo, esto no les inhabilita para seguir siendo la garantía de la defensa de las políticas sociales como pretenden desde los foros controlados por las dictaduras privadas.

Esta presión ya está logrando que desde el propio Partido Socialista se esté vetando cualquier posibilidad de alcanzar acuerdos con los partidos nacionalistas progresistas. El PSOE debe atreverse a hablar con estas formaciones porque son el apoyo necesario para poder llevar adelante las reformas sociales que precisa el pueblo español. Lo que no puede ocurrir jamás es que Sánchez sucumba a la presión que están ejerciendo esos poderes a través de algunos tertulianos que no tienen más interés que ser parte de la estrategia para copar el poder. Si esto ocurriera, sería la demostración más palpable de que las elecciones no sirven para nada puesto que los españoles y las españolas determinaron con sus votos que querían que siguieran aplicándose las medidas que garantizaran el estado del bienestar. Además, si el PSOE claudicara no tendría más remedio que convocar nuevos comicios.

En este caso, y sólo en este caso, Ana Patricia Botín más personalidad y honestidad porque insinuó lo que realmente le convenía a ella y a quienes representa.

Mientras el PSOE ganó las elecciones con sus medidas sociales como bandera, Ciudadanos es el partido que representa la desigualdad en todos los ámbitos. Pongamos un ejemplo: ni Rivera ni Arrimadas han utilizado nunca el lenguaje de género, siempre usan el masculino, lo que podría ser interpretado como una actitud presuntamente machista lo que, a su vez, es una muestra de defensa de una sociedad no igualitaria.

Quien tiene que dar el paso de responsabilidad política es Ciudadanos y, si tanto aman a España y a su ciudadanía, deben dejar gobernar a quienes recibieron la confianza de los españoles y las españolas. Centrarse en defender una oposición basada en la defensa de todo lo que es perjudicial al pueblo es una muestra más de la cortedad de miras de este partido y de sus líderes y lideresas. En las mentes cortas sólo entran principios cortos…, o la sumisión a los intereses de terceros.

2 COMENTARIOS

  1. Sánchez quiere gobernar sólo pues sólo gobernará estas en tu derecho pero los de podemos gratis no primos si pero tontos no tu quieres al riverita pues que te apoye ya lo intentastes otra vez con el con 32 escaños menos que tiene ahora podemos

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