La Disforia se caracteriza generalmente como una emoción desagradable o molesta, como la tristeza, estado de ánimo depresivo, ansiedad, irritabilidad o inquietud. Es el opuesto de euforia. Etimológicamente significa malestar. Una aplicación del concepto sería la disforia de género. Anteriormente se lo llamaba trastorno de identidad sexual. Este es un diagnóstico psiquiátrico asignado a las personas que sienten una disforia significativa o distrés, así denominado al estrés negativo, debido a la discordancia entre su sexo asignado al nacer, con el que no se identifican ni sienten como propio, y su identidad de género. Tal como en el PSOE se está dando con su identidad ideológica. Las entrañas del partido están repletas de malestar al producirse una disonancia entre el “decir” de su ideario histórico y su “hacer” en la práctica política. Militantes de toda la vida se encuentran hoy ignorados, humillados por el desdén de una gestora surgida de la “noche de las navajas sevillanas”.

La Disforia, como término opuesto a “euforia”, designa disgusto, desajuste o malestar. La disforia de género es por tanto el disgusto, desajuste o malestar con el sexo biológico que le ha correspondido al sujeto. En el caso de nuestra analogía, con la ideología que se le está imprimiendo a los actos políticos inconsultos que se están adoptando en el principal partido de la que debió ser oposición, al menos, antes de coaligarse con una derecha tan radical como lo es Ciudadanos.

En estos días tan curiosos, en los que no todo es lo que parece, me surgen dudas acerca de la legitimidad de esa gestora que, a todas luces, parece haberse extralimitado en sus competencias reglamentarias. Resulta patético apreciar cómo se permitirá la investidura del candidato de un partido acosado judicialmente por casos de corrupción. No parece tampoco, que la enorme operación mediática y corporativa puesta en marcha, haya sido tan convincente en torcer el brazo de la voluntad de los votantes. No los han convencido. Les temen. Sonríen frente a las cámaras y reporteros gráficos. Ni siquiera representan el drama que están provocando. ¿De qué se ríen?

Si desprecian la voluntad de las bases socialistas, bien podemos trasladar esa actitud al conjunto del voto ciudadano

Es en ese punto en el que se equivocan. Si desprecian la voluntad de las bases socialistas, bien podemos trasladar esa actitud al conjunto del voto ciudadano. Esta gente le teme a la democracia. En eso coinciden la CEOE, el Partido Popular y el propio PSOE o, para mejor decir, su actual dirigencia. La “Máquina del Fango” mediática ha sacado encuestas y análisis de “politicólogos”, fauna esta que se ha hecho prolífica, que anuncian una mayoría absoluta de Rajoy para justificar la entrega. Nada lo sugiere. A esa convicción deberíamos calificarla de capitulación a las elites. ¿O serán complicidades?

En este sentido debemos conocer que el Consejo de Europa suspende a las Cortes Generales, al Poder Judicial y a la Fiscalía en el cumplimiento de sus recomendaciones para combatir la corrupción. Así se deduce de la evaluación del Cuarto Informe Greco, Grupo de Estados contra la corrupción. En él se critica duramente la falta de progreso en medidas de transparencia y prevención de prácticas irregulares en las tres instituciones, y califica de “globalmente insatisfactorios” los resultados obtenidos.

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¿A qué le temen estos dirigentes? Porque a los ciudadanos, fuente de su legitimidad, no los consideran temibles. ¿Tendrán servidumbres inconfesables que los hacen vulnerables a las presiones de las cloacas del Estado?

¿Cuál es la dignidad que les resta para permitir que prosiga la aplicación del modelo que desmantelará todo el soporte del bienestar social por el que pagamos nuestros impuestos? ¿Será una complicidad en la corrupción o en el contubernio de los sobrecostes de la contratación pública y el negociado de la liquidación del patrimonio público a precio vil?

Por de pronto, y sólo como observador de esta decadente realidad, me queda en la retina el estupor con el que las gentes de bien que han votado al PSOE están comprobando la traición de su dirigencia. Sienten una “Disforia Ideológica” evidente.

Entonces me invade una profunda pena y el temor cierto a que esas personas no se conformen con más mentiras. Será un otoño caliente lleno de malas noticias y más corrupción.

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