Era conmovedora la mirada de Nicolás Rosberg en la rueda de prensa del Gran Premio de Italia después de las pruebas de calificación. Su compañero le había sacado casi medio segundo de diferencia. (Quizá llamar a Hamilton compañero sea, como diría el burlón Borges, un oximoron).

Los comentaristas y observadores que se apuntan al análisis fácil y sin profundidad llegaron a decir que tenía «cara de perro apaleado»; una manera fea de decir que el hombre estaba lleno de dolor.

Pero no era muy diferente su cara, la mirada de Nico -Nicolás, el pequeño Nicolás- Rosberg- en la rueda de prensa del día siguiente cuando era nada más y nada menos que el ganador del Gran Premio de Monza. También era conmovedora, llena de calidad humana y emoción, pues el milagro se había producido, y volvía a estar en situación de disputar al oximoron Hamilton el campeonato mundial de 2016.

Miré anoche cuantos periódicos y revistas conozco, en las apenas media docena de lenguas que comprendo y soy capaz de leer, y todos los cronistas decían lo mismo -ay ay ay- que Rosberg había ganado gracias a un error de Luis Jamón Jamiltón. Y no. No. No. ¡No!

Rosberg ganó gracias a que lo hizo como dios (minúscula, que es una metáfora y no un curso de religión). Aunque Hamilton hubiese salido bien es mi opinión, revisando la grabación de la carrera, que Rosberg lo habría hecho aún mejor. Y la prueba de mis palabras es la fantástica salida que sí hizo Vetel, con neumáticos superblandos, y que no consiguió pasar a Nico Rosberg, porque él hombre de las cien mil nacionalidades (qué morro tiene el chico: alemán, monegasco, austriaco, italiano… y lo que haga falta para ganarse a la afición) lo hizo aún mejor. Rosberg salió muy bien, muy muy bien, en Monza, y por eso ganó.

Los cronistas simplistas se empeñan en decir que Nico que no es un campeón, y olvidan, o quizá es que no leen con la suficiente atención, que durante los años que tuvo como compañero a Michael Schumacher en Mercedes lo ganó de largo; en una de las temporadas, dos mil doce, consiguió más del doble de puntos que el heptacampeón del mundo.

Incluso los que olvidan la historia con la misma facilidad que hacen cada día la digestión, pueden comprobar que esta temporada Nico lleva ganados 8 grandes premios, uno más que su compañero Oximoron, y que se ha conseguido la pole position en 6 carreras; pero seguro que quienes juegan a despreciarlo piensan que en todas esas ocasiones Nico consiguió la pole porque Hamilton falló, y no porque él sea, aunque batiese a Schumacher dos temporadas seguidas con un coche exacto, un buen, excelente, conductor.

Me encantaría que Nico Rosberg ganase el mundial de 2016, pero mientras sí y mientras no, le felicito por su carrera, por su triunfo en el templo de la velocidad pura, en Monza. Y a sus detractores, les diría lo mismo que le diría a Luisito Hamilton si me lo encontrase ahora mismo en el bar donde estoy escribiendo este artículo beligerante y desafiante. Que te den. Que os den. Fue Nico Rosberg quien quedó el primero, fue Nico Rosberg el único que ganó.

 

Otro burbon, por favor.

 

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