El Partido Popular pretende paralizar cualquier medida que el nuevo gobierno progresista que signifique ahondar en los derechos reconocidos por la Constitución. La formación presidida por Pablo Casado ya está intentando poner un muro en las Comunidades Autónomas que gobierna gracias a la ultraderecha de Vox con rebajas fiscales que, en el caso de la Comunidad de Madrid, están cercanas al dumping fiscal o a convertir a la región en una especie de paraíso fiscal para las empresas, hecho que limita las posibilidades de crecimiento del resto de provincias.

Sin embargo, el PP tiene actualmente como principal objetivo la profundización de las medidas de la reforma laboral de Mariano Rajoy, una ley que fue diseñada en base a las reivindicaciones de la patronal y en la que no se tuvo en cuenta a los sindicatos, es decir, que vulneró uno de los principios democráticos básicos: el diálogo social. Las consecuencias de la reforma laboral del PP se pueden resumir en una palabra: dolor. Esas leyes son las que han traído la precariedad salarial y la explotación de la clase trabajadora.

El partido de Pablo Casado pretende, a través de iniciativas parlamentarias, paralizar cualquier movimiento del gobierno progresista de devolver a los trabajadores los derechos que fueron conculcados en el año 2012. Esa reforma laboral ha permitido, por ejemplo, que el contrato estrella firmado en España siga siendo el eventual por motivos de producción, es decir, aquel que tiene una duración inferior a la semana, da una idea del daño que la reforma laboral de Rajoy ha hecho a las clases medias trabajadoras.

La última iniciativa parlamentaria puesta en marcha por el PP trata de mantener la prioridad de los convenios de la empresa sobre los del sector, además de no limitar la ultraactividad cuando no pueden renovarse porque empresa y sindicatos no llegan a un acuerdo. Es decir, que se intenta limitar los avances sectoriales o que los trabajadores se queden sin convenio. El argumento que da el PP es que el acuerdo de empresa siempre se adaptará mejor a la evolución del mercado laboral. ¿No será que el convenio de empresa lo que permite es la reducción de derechos de los trabajadores o la reducción de los salarios? Para un empresario es muy fácil no llegar a un acuerdo con los representantes legales de la empresa o que éstos tengan que aceptar peores condiciones laborales y salariales con la amenaza de que si no se firma no hay convenio.

Tanto para el PP como para la CEOE la reforma laboral de Rajoy es vital y, como ocurre en España siempre que se pretende mejorar los derechos y condiciones laborales de los trabajadores, ponen como argumento la creación de empleo. Es decir, si no se cumplen nuestras condiciones, no se crearán nuevos puestos de trabajo. ¿Será que lo que la patronal no quiere perder son los incrementos indecentes de los beneficios empresariales a costa de la devaluación de los salarios o de la explotación de los trabajadores?

La reforma laboral de Rajoy, por ejemplo, ha permitido que empresas con miles de millones de beneficios realicen despidos colectivos porque podría haber una previsión de que esos beneficios se redujeran. ¿No será mejor potenciar el empleo de calidad para aumentar la producción y, de este modo, lograr esos beneficios a medio plazo?

Sin embargo, las derechas y la ultraderecha se han puesto como objetivo ir contra la clase trabajadora. Actúan como los talibanes con los budas gigantes de Bamiyán. Pretenden volver a las relaciones laborales previas a la Revolución Industrial en las que el patrón sometía al obrero porque éste no tenía derechos ni organizaciones sindicales que le protegieran de los abusos.

Esta es una razón más por la que se demuestra que la lucha de clases aún sigue viva, no ha desaparecido. Quien piense lo contrario y pertenezca a la clase trabajadora deberá tener en cuenta que las clases dominantes sí tienen claro que esa lucha sigue vigente e intentarán por cualquier medio someter al obrero, ya sea con partidos políticos que les sirven de arietes cuando llegan al poder, ya sea con el intento de anestesiar a través del consumismo vacío que no tiene otro fin que crear una falsa prosperidad que, en realidad, es prestada porque, en cualquier momento, esas élites la podrán convertir en pobreza, dolor y sufrimiento.

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