Sin mover un dedo, el Partido Popular ha ganado por goleada el primer asalto en el proceloso panorama político que ha dejado el 20D. Poco más de una semana después de celebrados los comicios generales más importantes de este país desde la reinstauración de la democracia, el partido con más votos obtenidos, y también el que ha sufrido un más serio revés en retroceso de votantes (ha perdido más de 3,5 millones de sufragios entre 2011 y 2015), se ha adjudicado sin duda un triunfo atronador en el arduo y largo proceso de pactos que se avecina en los próximos meses para formar gobierno en España. A no ser que sea inevitable una repetición de las elecciones, como ya ha vaticinado algún barón socialista.

Todas las formaciones con opciones de llegar a algún tipo de acuerdos están muy lejos de cerrar gobiernos estables porque ningún bipartidismo es posible, con excepción del más clásico de ellos, una posible coalición ‘a la alemana’ PP-PSOE, como reclaman con sordina desde Génova en dirección a Ferraz.

Fernando Martínez Maíllo, vicesecretario de Organización y ElectoralDesde un primer momento, el PP sabido encauzar al más fiel estilo de su presidente –a la gallega y pareciendo que aquí no pasa nada– la más amarga de las victorias como una responsabilidad que le compete únicamente al resto de contrincantes, cuando es precisamente Rajoy el que debe mover ficha, y hacerlo con rapidez y compromiso.

Rajoy parece haber cumplido la primera de sus misiones con apenas haber recibido durante unos minutos a los líderes de los principales partidos

Mientras tanto, el incendio en el PSOE continúa, y aún ni siquiera ha llegado el momento de tener que intentar formar un gobierno de progreso, como es la intención de su secretario general pero no la vía más probable de muchos de sus barones más influyentes, caso de la andaluza Susana Díaz o el castellano-manchego Emiliano García-Page, que abiertamente han apostado por seguir en la oposición pase lo que pase porque, aseguran, así lo han decidido los españoles con ese casi 1,5 millones de votantes perdidos por el camino entre 2011 y 2015.

Desde Podemos, se ve como una pantomima teatral esta puesta en escena de los socialistas de no aceptar bajo ningún concepto un pacto PP-PSOE o incluso un gobierno en minoría de los populares con la abstención de los 90 diputados del PSOE (su representación más baja obtenida en toda la democracia) y los 40 de Ciudadanos. Los de Pablo Iglesias siguen presionando con todas sus fuerzas al equipo de Pedro Sánchez para que no caiga en lo que le reclaman desde las filas conservadoras tanto PP como Ciudadanos: que permita un gobierno de Mariano Rajoy, y que al contrario busque cauces de entendimiento con las fuerzas de izquierdas.

Ciudadanos, por su parte, es el que más claramente ha asumido el resultado agridulce obtenido el 20D pese a las infladas expectativas que le daban todos los sondeos previos a la cita electoral. De hecho, Rivera es el que con más ahínco se está empeñando en que los socialistas sigan su camino de facilitar una investidura de Rajoy a toda costa. El empeño de Ciudadanos de anteponer la transparencia y limpieza de los partidos políticos a la gobernabilidad ha comenzado a dormir en apenas una semana el sueño de los justos. Primero España y después la corrupción, es su mensaje.

Con este primer balance, para sorpresa de muchos es del PP de quien menos se ha hablado durante una semana especialmente convulsa en la calle Ferraz y sorprendentemente apacible en Génova, cuando es el PP el que tiene la tarea más difícil: formar un gobierno que cada día que pasa se antoja más complicado e irrealizable.

1 COMENTARIO

  1. Perdedores o ganadores, está claro que han perdido fuerza pero aún les sobra para seguir con las riendas del país, necesitan más mano de fusta para que enderecen el paso y aprendan a interpretar las órdenes de su jinete, ese llamado pueblo.

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