En el PP hay dos almas, los que están encantados con la figura emergente de Isabel Díaz Ayuso (IDA) y los que empiezan a temer que el discurso populista de extrema derecha de la presidenta en funciones de la Comunidad de Madrid se traslade o espante a una parte de su electorado más moderado.

La campaña de Díaz Ayuso se ha caracterizado por, precisamente, el personalismo y el dejar de lado a importantes pesos pesados del partido como Juan Manuel Moreno Bonilla o Alberto Núñez Feijoo. El presidente gallego, por ejemplo, participó en un acto electoral junto a Pablo Casado, pero Ayuso no quiso compartir escenario con él.

Ese individualismo de IDA es lo que causa temor en Génova, sobre todo porque, en un momento de máxima polarización política, un verso libre cercano a la extrema derecha supondría abandonar las posiciones conservadoras moderadas que, en realidad, han sido las que han mantenido la fuerza del PP, sobre todo entre el electorado desideologizado que no tiene una fidelidad de voto.

La proximidad de Díaz Ayuso a determinados postulados de la extrema derecha también genera temor, sobre todo si, finalmente, se produce una coalición de gobierno con los ultras, lo que dejaría a los elementos más centristas en una situación en la que deberían lidiar con un éxito electoral ganado a través del populismo, la falta de propuestas concretas y el mesianismo chulapo de la candidata en Madrid. Además, las propias encuestas señalan que los votantes madrileños prefieren ya una coalición con Vox antes que con Ciudadanos, el hasta ahora socio preferente del PP.

Este es un punto importante, puesto que la victoria de Ayuso y su más que posible coalición con Vox, rompería la estrategia de separación de la extrema derecha iniciado por el propio Pablo Casado en la moción de censura de Santiago Abascal. Presidentes autonómicos como Moreno Bonilla o Núñez Feijoo verían muy perjudicada su carrera si desde la dirección nacional se decidiera retornar al camino iniciado por perfiles como Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo en favor de la radicalización de los postulados conservadores hacia una especie de falangismo light.

Por otro lado, el propio Casado se verá en una tesitura muy complicada para guardar los equilibrios internos. El líder del PP ya inició un camino de moderación porque su escoramiento a la extrema derecha estaba provocando que los de Abascal se nutrieran porque, ¿para qué ir a la copia si existe un original? Esa estrategia de endurecer el conservadurismo convirtió al Partido Popular en una mala copia de Vox y, evidentemente, los resultados electorales se resintieron, tal y como se pudo comprobar en las elecciones catalanas.

Además, si el PP necesitara de los ultras para gobernar Madrid y Díaz Ayuso aceptara que Vox entrara en el gobierno, supondría un fuerte revés para el propio Pablo Casado, dado que, hasta las próximas elecciones generales, no le interesa de ningún modo que asimilen a su partido con la extrema derecha, algo que, evidentemente, sucedería si los ultras entraran en el gobierno de la Comunidad de Madrid.

Los líderes autonómicos también se verían afectados. Moreno Bonilla, aunque depende de los votos de Vox en el Parlamento, está intentando mantener un perfil moderado. Los sondeos afirman un crecimiento del PP en Andalucía y la entrada de la extrema derecha en el gobierno de Madrid le generaría una ola de ataques de los partidos de la izquierda que haría que muchos de los votantes de Ciudadanos que ahora se están yendo al PP reconsideraran su postura y, posiblemente, votaran al PSOE en las próximas elecciones autonómicas.

En el caso de Galicia, la estrategia de centro de Alberto Núñez Feijoo, que ha mantenido a raya a la extrema derecha, también se vería muy resentida, sobre todo por las consecuencias y las medidas restrictivas para frenar la pandemia adoptadas en Galicia y que van en contra de lo señalado por Ayuso. No en vano, en muchos territorios de España, los presidentes y presidentas autonómicas se están ya encontrando gritos en los que una parte de la ciudadanía les increpa al grito de «¡Viva Ayuso!».

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