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El Pensamiento

Filosofía para pobres (I)

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Resulta muy triste comprobar cómo muchas de las preguntas que nos hacemos y cuyas respuestas fundamentan el contenido de eso que llamamos Cultura o, ampulosamente, Humanidad como rasgo distintivo, en realidad están mal formuladas y, lo que es peor, hay un interés detrás de ellas… lo que no implica un control consciente…

Me propongo hacer una secuencia de artículos intentando hacer llegar a un público lego, que no ha tenido la oportunidad de ahondar en ellas bien por su periplo vital bien porque, recordémoslo, los dos partidos mayoritarios han intentado e intentan extraer del currículo obligatorio esa formación básica para una cabeza bien amueblada que es conocer cómo han pensado, los problemas que nos seguimos planteando hoy, otras cabezas; esto es, cuál ha sido el significado o el alcance de algunas de las ideas que han tenido cierto impacto en esto que llamamos Historia (o despliegue de tiempo) en Occidente, sin más aspiraciones (ni menos).

Lo creo útil por dos cuestiones. Primero para no descubrir Mediterráneos: esos nuestros problemas de hoy son los problemas de siempre y temo que estamos tan apocadas como para no ver que, posiblemente, la soluciones también son las de siempre. Segundo, porque mi concepción de la Cultura no la concibe como un aditamento prescindible de la Educación, de hecho creo que una parte de la problemática social actual tiene que ver con una bajada de los niveles de conocimiento en ese enorme sector de la población de los parias (comprensible) y en la mayoritaria ex-clasemedia (fruto de una pseudocalculada revolución tecnológica); para mí, saber o estudiar o formarse es una obligación intrínseca, inherente a toda ciudadanía libre (sin ella no lo es): por lo que conocer la “historia” de nuestras propias ideas forma parte de ello; pretendo, pues, también cubrir una necesidad. Salvo que esté usted en el convencimiento de su genialidad… para qué leer ¿verdad?

Y aunque parezca un contrasentido voy a empezar sosteniendo que la Filosofía no existe como disciplina del conocimiento. Sobre esto se ha discutido mucho y no merece la pena enredarse, digamos que desde finales del siglo XIX, con la consolidación de las disciplinas de estudio más o menos como las conocemos hoy, la Filosofía no es más que un actitud o una determinada forma de enfocar el conocimiento; hasta ese momento, tenía sentido hablar de “Filosofía” porque el resultado de sus esfuerzos fue (es) lo que hoy llamamos Física, Astronomía, Matemáticas, Medicina, Música, Matemáticas, etc., y hasta Poesía y otras Artes.

Desde entonces todo intento de ser “filósofo” exento de las demás disciplinas termina en el ridículo o el infumable coñazo. Ese tópico de la especulación gratuita logorreica, terminológicamente oscurantista y con la voluntad de serlo, como si el control de las palabras y los conceptos diera acceso a un conocimiento técnico autónomo distintivo… es merecido, porque es un vacío gigante… Si estudias Filosofía y tienes fama de medio loco medio pedante medio enterado medio ignorante: nos lo merecemos, yo me arrepiento de haberlo hecho.

Pero no somos culpables de nuestro contexto. Yo, hoy no lo repetiría pero no renuncio a mi formación que, por otra parte, cogió de la Facultad lo que le convino, fraguándose más en la cafetería de la Universidad, las librerías de viejo, las discusiones interminables amistosas y lecturas, lecturas y reflexión, esa actitud de alerta de no perder la curiosidad, querer saber y abarcar todo lo posible sin repetir lo que otros dicen sino buscando respuesta a las mismas preguntas: arriesgando.

Esto no se estudia para un título. Yo suprimiría las Facultades de Filosofía (y la mitad de las otras y más de la mitad de las Universidades españolas), una formación humanística profunda y, quizá, una cierta especialización sería suficiente. Pongo un ejemplo y no especulo, lo he vivido: no tiene sentido que quienes estudian el pensamiento griego no controlen el griego clásico y que los que lo controlan jamás se enteren de cómo pensaban los autores estudiados y traducidos… Dejamos una zona intermedia para quien, por su cuenta y riesgo, aúne ambos saberes contra el propio sistema docente empobrecedor, y aplíquese donde proceda.

Sí es posible y es necesario estudiar (con limitaciones conocidas que no vienen al caso) culturas, épocas, desarrollos, personajes, contextos, eso que llamamos Historia del Pensamiento, y es lo que quiero hacer aquí. La Filosofía no existe, su Historia sí (aunque sea una mentira construida a posteriori). Porque siempre ha habido y hay gente filósofa, gente que no acepta lo impuesto o que acepta los menos posibles prejuicios, gente que analiza y critica, gente que idea propuestas, que reflexiona sobre su vida y las de otros, gente que mira hacia atrás, a su alrededor y hacia delante sabiendo que todo es una ilusión y queriendo ayudar, comprender o convivir.

Nosotros no vamos a descubrir nada nuevo, sólo vamos a invitar a revivir conceptos para transformar nuestras vidas (¡ojalá!); nos repugna la idea de una Cultura como entretenimiento, cáncer de nuestra sociedad (también lo llaman “turismo”: viajar, viajar…); si a usted no le vale una obra humana para alterar su forma de vivir: le debería resultar irrelevante. Lo que digo es que no tiene sentido oír a Beethoven, leer a Spinoza o explicar a Nietzsche si usted no hace el recorrido que llevó a aquél a la “Hammerklavier”, a ése a la “ética geométrica” y a éste a “matar a Dios”… Cosa distinta es que lo consigamos, para eso están ellos, las grandes autoras, los grandes héroes de la reflexión humana, que han de ser nuestra referencia: mejor emular a Góngora que a un idiota pagado de sí mismo o de una editorial, no porque el Cordobés no lo estuviera también sino porque su obra, al menos, no es tan idiota.

[segue]

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