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El Papa, las suegras y el vino

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Francisco es un hombre sabio, sencillo y con sentido del humor. No diré que es muy campechano, porque esto podría interpretarse muy mal en nuestra cultura política. No hace grandes interpretaciones teológicas, porque no van con él. Cuando fue cardenal en Buenos Aires hacía catequesis para que todos pudieran entender, no sermones extraordinarios alimentar su ego. Estos hábitos adquiridos nunca se borran y por eso lo sigue haciendo ahora que es Papa.

Sobre cualquier asunto se puede elaborar una reflexión breve y eso es lo que hace los miércoles. Esta vez les ha tocado a las suegras. Se han señalado aquí tintes machistas, pero no se ha montado ningún guirigay y esto es muy positivo. Es posible que no se quiera concederle importancia, o puede pensarse que tiene razón en lo que plantea. No entraré en esto. ¿Se trata, acaso de un mensaje conciliador sobre el tema de suegras y nueras?

La relación entre suegra y muera es un asunto delicado, que se ha tratado mucho en la Biblia y Francisco lo conoce bien. Haberlo analizado mucho no quiere decir que se haya solucionado. No digamos en los refranes, que han entrado en esto a saco, tomando posición seria: “Nuera eres y suegra serás, lo que le hagas a tu suegra tu nuera te hará”. El caso de Rut y Noemí, en cambio, resulta modélico, y este pasaje lo toma Francisco para hacer su comentario.

Al morir Elimélec, marido de Noemí, esta se considera desgraciada, decide volver a Belén y pide a sus nueras que se vayan a sus casas y vuelvan a casarse. Ellas lloran de pena por tener que dejarla, menos Noemí, su nuera: “¡No me pidas que te deje y que me separe de ti. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios!” (Rut 1,16).

Francisco recoge esta parábola para hablar de las suegras. Pueden ser entrometidas, controladoras y abusonas, etc., pero no son el diablo, sino las madres de los maridos o de las mujeres ahora casadas. Son madres mayores, que solo desean ver a sus nietos, por eso hay que permitirlas “que lleven su vejez con felicidad”. Y ahora vuelve de nuevo a ellas y les advierte con firmeza que tengan cuidado con sus lenguas: “Es uno de los pecados a suegras, la lengua”. Las suegras son algo especiales, porque critican, aunque no sean malas. Hay que vivir en armonía familiar y en bienestar. Debemos tratarlas mejor, pero a cambio ellas no deben criticar, lo que conseguirán si cuidan de su lengua. Y no se olvida de los hijos, que pueden ser “una alianza de las generaciones”.

Este ha sido el contenido la audiencia del miércoles 20 abril en la plaza de San Pedro  para abordar un problema real en la vida de las familias.

Cambiemos de tercio y vayamos ahora también a la política con el tratamiento del alcohol en la comida de restaurantes y bares. El Gobierno quiere colaborar con la hostelería para promover una dieta mediterránea, que modere el consumo de alcohol. Esto es lo que recomienda en Ministerio de Sanidad, a fin de cuidar la salud cardiovascular. Se trata de mejorar sus modos de vida y crear entornos saludables. Recomendar no significa prohibir y quien diga esto miente.

Ni siquiera está aprobado nada. Se trata de un borrador, que propone consensuar con las comunidades desde el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS). Pues bien, como aquí estamos siempre a la que salta, el diario El Español  ha sacado este titular: “Sin cerveza y vino en los menús”. La polémica está servida y ya circula por las redes sociales. También La Razón es pionera en la noticia: “Sanidad promoverá el fin de alcohol en el menú de los bares”.

A Días Ayuso, la presidenta más adelantada de toda España, le ha faltado tiempo para escribir un tuit, acompañado de un vaso de vino: “Un buen vino como el que los señores del gobierno nos quieren prohibir”. Resulta que no es verdad: no se va a obligar a bares y restaurantes a que no pongan vino o cerveza en los menús y decir esto es solo lanzar un bulo, a ver si cuela. No se contemplan prohibiciones de ningún tipo, dice Sanidad. Recomendar beber menos alcohol no es prohibir. Es más, en la web de Salud de la Comunidad de Madrid se recoge desde noviembre de 2020 que el alcohol es una droga y que mejor sin él, puesto que puede traer problemas físicos, psíquicos y sociales.

En ella hay dos conclusiones que deben leerse con atención, dado que son sensatas. La primera establece que “no consumir es lo único que evita sus efectos perjudiciales”. La segunda es mucho más solemne: “En base a la evidencia científica actual, ningún profesional de la salud o institución debe recomendar su consumo para mejorar la salud”. ¿Acaso se pone esto para después no cumplirlo? Resulta muy feo que la única razón para publicarlo sea debilitar al Gobierno y ponerle en dificultades. Hacer oposición llaman a esto. Menuda estupidez.

¿Qué es lo que ha ocurrido en definitiva? De nuevo La Razón escribe que Sanidad ha rectificado, porque le han forzado las comunidades autónomas, eliminando una frase clave, la de “sin incluir en ella [en la Estrategia] el consumo del alcohol”, con la irritación y enfado de la ministra Darias. Veremos de inmediato en qué queda todo esto, pero, si la primera intención es la que cuenta, ya se han dado intenciones asesinas, alimentadas por medios de comunicación. Ayuso acaba de decir este viernes en Asturias que se ratifica en su tuit, porque está comprometida con la hostelería, restauración, empresarios y bodegueros. Los políticos los tienen en su punto de mira y los cuestionan. Qué tendrá que ver con este compromiso lanzar un bulo al aire, que monte la polémica. Qué lengua tan poco cuidadosa la de la presidente.

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