El origen del Pensamiento

Filosofía para pobres (II)

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He aquí una de las preguntas mal planteadas que citábamos anteriormente. No hay un momento en el que surja el pensamiento racional, como no tiene sentido preguntarse por el origen del lenguaje, de las naciones o del ser humano… El origen del pensamiento (o del lenguaje) es intrínseco al proceso evolutivo.

Empecemos por analizar esta pregunta trampa: en el fondo es un ansia por una respuesta; lo cierto, y ahora lo veremos, es que no existe “solución” al supuesto enigma… pero plantearlo como si fuera soluble nos hace necesitar y justificar el orden, una causa, al menos ese día en el que una mona dejó de ser tan mona para empezar a hablar (eso si no resucitamos directamente a Adán)… lógicamente, esto es una tontería.

La respuesta es la Evolución: toda actividad humana se ha explicado “históricamente” (la mentira del origen y el perfeccionamiento de las funciones) cuando habría de explicarse evolutivamente. Para empezar recordemos que la Evolución es una acumulación de taras azarosas agraciadas por el medio; eso elimina cualquier voluntad o dirección, cualquier exocontrol, es un sistema autorregulado y caótico, por ello impredecible. Para entender el origen del lenguaje más nos vale observar a otros animales hoy, somos una variante de lo que otros seres vivos hacen actualmente, el origen del lenguaje no es el pasado: sino este presente de una beluga. Incluso rasgos como nuestra espiritualidad pueden ser observados en primates, paquidermos y bichos variados. Nuestro comportamiento ni es distintivo ni novedoso; tu dolor existencial o espiritual tiene su origen en el apego por un cachorro; el lenguaje sólo es sonido dotado de valor simbólico, como otros muchos gestos, construido en milenios de convivencia. El bebé aprende la música de la lengua, no la lengua, eso es a posteriori.

El pensamiento racional tampoco nos define como sujetos en la Tierra. La Razón es un instrumento de nuestro encéfalo, una forma de funcionamiento pero no la única; es más importante el sistema límbico, que acciona y reacciona químicamente con el entorno (quizá el verdadero inconsciente psicoanálitico). La Razón es difícil de usar cuando median drogas exógenas o endógenas, el amor nos ciega, por ejemplo. Y, además, el resultado de aplicar la Razón a la explicación de la realidad genera monstruos, lo que la Razón calcula no es lo que pasa (lo correcto en lógica no es sinónimo de real en el mundo); y, para más inri, lo que pasa en la realidad sólo puede ser catalogado por la Razón de forma imperfecta, aceptando que suprimimos la información del instante en una especie de generalización inexacta: abstracción.

Podemos rastrear la huella de esos animales que son “pasado” nuestro y que usaron de alguna manera ese “pensamiento” más o menos elaborado, sus huellas, la arqueología… podemos interpretar los datos que son los restos de esa actividad reconociéndolos sólo como un proceso en marcha que no es que dure sino que no para (no somos la “evolución” de nada, somos Evolución); pero preguntarse el porqué, cuándo, el momento o la distinción: es una forma de hipótesis espiritual que no sería permitida en ningún campo científico.

La falta de asunción de las consecuencias de la teoría evolutiva lleva a un modelo pedagógico espiritualista que muchas no sabe que lo es y se pretende científico. Por eso el darwinismo es repudiado y condenado por las religiones; es incompatible con los dioses, no los necesita; es una hipótesis crucial: o existe algún dios o asumimos la Teoría de la Evolución, ambas posiciones se autoexcluyen. Como decimos, una prueba del control inadvertido (interés) que ejerce la intolerancia religiosa es que ha conseguido que se explique en las clases a Darwin y, sin embargo, esto no ha supuesto un declive de la creencia. El ultraconservadurismo, llámese Tea Party o yihadista o nacionalcatólico, tiene como objetivo evitar esta explicación que estamos utilizando aquí aunque sea vaciándola de contenido, es enemigo de la realidad y de la vida, niega la Naturaleza para proclamar el triunfo de la muerte y el más allá: es (son) una secta peligrosa para la convivencia, porque obligan a hipotecar la Naturaleza por una Metanaturaleza de la que es imposible tener noticia… pero también afirmaron que el helioestatismo copernicano sólo era una diablura matemática y la evidencia terminó imponiéndose.

Cuando hablemos de alguna civilización colocada en nuestro tiempo histórico, por “avanzada” que pueda parecer, siempre habremos de tener esto en cuenta, detrás suya estará latiendo nuestro sistema límbico, la intuición, el animal subconsciente que somos. Y esencialmente su pensamiento no diferirá de ninguna otra organización humana, en los últimos 3.000 años no ha habido tiempo para cambios sustanciales; entre eso que paternalmente llamamos primitivismo y la Ciencia o el Arte sublime hay mucha más semejanza de la que nos gustaría (o nos han enseñado a) admitir. De hecho una historia (investigación o acumulación de datos, etimológicamente) bien hecha suele desbaratar el mito de perennidad de las disciplinas, no existen unas Matemáticas o una Física ni siquiera una Literatura eternas, adobadas por héroes (masculinos) que las hayan ido construyendo con su genialidad esporádica. Existen contextos, circunstancias, y lo fiel al conocimiento es buscar entender esos momentos para especular sobre cómo han trascendido algunos conceptos hasta nosotros; porque buscar la semilla de lo nuestro por aquel “In illo tempore” es una quimera mentirosa amparada por esa espiritualidad denunciada anteriomente, que lejos de asumir lo complejo de lo real: prefiere salir del mundo y creerse (a) Dios.

 

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