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El origen del 1 de mayo

Isabel Bailo Domínguez
Isabel Bailo Domínguez
Profesora de educación infantil, técnica fitosanitaria cualificada, técnica medioambiental y forestal, madre a tiempo completo, actualmente estudiante de grado de historia y Rebelde con causa.
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análisis

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De 1873 a 1879 hubo una gran depresión industrial, que aprovecharon los patronos para «dar la batalla», como ahora se dice, a los Sindicatos. A fuerza de cierres de fábricas y de listas negras, lograron, en efecto, reducir a polvo las organizaciones obreras. La persecución fue tan implacable, que según un historiador de ese período, era «muy difícil encontrar socios serios y activos que quisieran servir en los Comités». A la lucha franca y a plena luz sucedió entonces el combate alevoso y en la sombra. Al sindicato público, lo reemplazó el sindicato secreto, una especie de masonería, donde los socios se juramentaban y se conocían por contraseñas y signos especiales al estrecharse la mano. Una de estas organizaciones secretas, la de los Molly Maguires, de origen irlandés, compuesta de mineros de carbón, mató numerosos patronos. Pero la más conocida y la de mayor influencia fue la denominada Noble Orden de los Caballeros del Trabajo. Esta organización no quería «conflicto con una Empresa legítima, ni antagonismo con el capital necesario», sino «el apoyo de leyes hechas para armonizar los intereses del trabajo y el capital». Pocos años después de su creación, la Orden de los Caballeros del Trabajo dejó de ser secreta y en 1886 alcanzó su máximo poder: 700.000 asociados. el 11 de noviembre de 1887 ocho sindicalistas anarquistas, que reivindicaban una jornada laboral de ocho horas, fueron encarcelados y condenados a muerte por los hechos acaecidos el 4 de mayo de 1886 en la plaza de Haymarket, en Chicago.

«Ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa»,

Ésta era la reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886, cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas.

Pedían que su gremio fuera incluido en la Ley Ingersoll firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868 y que establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas, salvo excepciones y en «casos absolutamente urgentes». Pero esta ley no contemplaba a los obreros industriales cuyas extenuantes jornadas eran de más de once horas diarias.

El punto culminante de aquellas manifestaciones llegaría tres días más tarde, el 4 de mayo, en la conocida como revuelta de Haymarket (también llamada masacre de Haymarket), cuando en mitad de una de las manifestaciones un artefacto explosivo fue lanzado contra la policía. Aquel suceso desató tal violencia, que acabó en un juicio que condenó a muerte a cinco trabajadores y a penas de cárcel a otros tres. El juicio se inició contra 31 acusados, cifra que finalmente se redujo a ocho, que serían conocidos como «los mártires de Haymarket»: Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados; Samuel Fielden y Michael Schwab, a cadena perpetua, y George Engel y Adolf Fischer, condenados a pena de muerte. Albert Parsons, que a pesar de no estar presente en el lugar de los hechos se entregó voluntariamente para estar con sus compañeros, fue ahorcado; August Spies y Louis Lingg fueron asimismo condenados a la pena capital. Este último se suicidó en su celda el 10 de noviembre de 1887, un día antes de la ejecución.

Antes de morir, August Spies dijo:

«La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora».

Cuando el 11 de noviembre de 1887 se ejecutó a los condenados, un desfile fúnebre formado por 25.000 personas llenó las calles de Chicago para rendirles homenaje. 

En 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional declaró el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en memoria de «los mártires de Haymarket».

El Primero de Mayo español, tiene el mismo origen que el Día Internacional del Trabajo. Aunque el Día del Trabajador empezó a ser celebrado en 1889 en España, el día no fue declarado feriado nacional hasta 1931, con el comienzo de la Segunda República. Largo Caballero, el Ministro de Trabajo de la época, había propuesto que la fecha fuese declarada un feriado oficial, y después de algunas semanas de la proclamación de la Segunda República, la propuesta fue aceptada.

Años más tarde con la dictadura impuesta por Franco, se abolió el feriado de Primero de Mayo con un decreto en 12 de abril de 1937.

No fue hasta 1978 muerto ya el dictador, cuando el primero de Mayo fue legalizado nuevamente como un fiesta nacional. Es una jornada que se utiliza habitualmente para realizar diferentes reivindicaciones sociales y laborales a favor de las clases trabajadoras por parte, fundamentalmente, de los movimientos anarquistas y comunistas, entre otros. Es día festivo nacional en la mayoría de países del mundo.

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1 COMENTARIO

  1. El primero de mayo tiene un origen mucho más antiguo, desde hace por lo menos cuatro mil años era conocido en la europa atlántica, en centroeuropa, y el embudo indoeuropeo hasta mesopotamia como Beltaine o lammas, una festividad que celebra el comienzo de la primavera útil con todos los campos cosechados. Más tarde conocida y reconocida como sementeira, o como fiesta romana y después aceptada en la iglesia católica perdonando su origen pagano. Fiesta del trabajo del que aún conserva su nombre y al que se fueron incorparando gremios o hermandades hasta -justo- el comienzo de su impecable relato, pero que no es una causalidad sindical u obrera por sí, sino una reinvindicación antiquísima con una importante carga social.

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