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El nudo gordiano catalán

Manuel I. Cabezas González
Manuel I. Cabezas González
Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)
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análisis

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Cuenta la leyenda que los habitantes de Frigia (una parte de la actual Turquía) tuvieron que elegir un nuevo rey y, para ello, consultaron al oráculo del templo de Zeus. Según el oráculo, el nuevo rey sería el que entrase en la ciudad con un carro, tirado por bueyes, y sobre el cual  estaría posado un cuervo. Fue un labrador, llamado Gordias,  el que entró de esta guisa y, por lo tanto, fue nombrado rey. Como agradecimiento, fundó la ciudad de Gordio y ofreció a Zeus el carro y el yugo, que ató al carro con un nudo tan complicado que nadie podía desatarlo. El que lo consiguiera conquistaría todo el Oriente. En el 334 a. de C., cuando se dirigía a conquistar el Imperio Persa, Alejandro  Magno pasó por Gordio, donde fue retado a desatar el nudo de Gordias. Después de mucho reflexionar, Alejandro desenvainó su espada y, con un certero tajo, lo cortó, al tiempo que dijo: “Monta tanta cortarlo como desatarlo”.

Hoy, con el sintagma “nudo gordiano”, se hace referencia a una dificultad o a un problema o a un obstáculo de muy difícil solución o desenlace, como el sempiterno “nudo gordiano catalán”, por poner sólo un ejemplo. Y la expresión “cortar el nudo gordiano” significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema: da igual cómo se haga, lo importante es que se resuelva.

El nudo gordiano catalán y los anti-Alejandros

Los ciudadanos y visitantes de Gordio se enfrentaron al nudo de Gordias, sin éxito, hasta que pasó por allí Alejandro Magno. Los españoles, desde hace décadas, nos enfrentamos al “nudo gordiano catalán”, que se resiste  a ser desatado. En la confección y el fortalecimiento del mismo, no ha habido sólo un Gordias sino que han colaborado varios: desde el inicio de la Transición, todos los presidentes del Gobierno de España no han dudado en complicar y en fortalecer el “nudo gordiano catalán”, para poder llegar al poder y/o para mantenerse en él.

En efecto, desde A. Suárez hasta P. Sánchez —pasando por F. González, por J. M. Aznar, M. Rajoy y J.L. R. Zapatero— en 10 de las 15 legislaturas, los aspirantes a presidentes de Gobierno se vieron obligados a buscar el apoyo y a entenderse con formaciones nacionalistas (CIU y PNV, principalmente). Los nuevos partidos estatales (UPyD, C’s, Podemos y Vox) no han conseguido eliminar esta decisiva y nociva dependencia e influencia.  Ahora bien, ante el apetito patológico de poder de los candidatos a presidentes del Gobierno de España, el apoyo de los nacionalistas catalanes (y también vascos) nunca fue altruista sino un auténtico chantaje o una cascada de jaques o una serie de órdagos para exigir y obtener contrapartidas de todo tipo.

Entre estas contrapartidas y sin ánimo de ser exhaustivo, F. González concedió la corresponsabilidad fiscal (15% del IRPF) y el desarrollo del estatuto de autonomía catalán con las consiguientes transferencias. Aznar, con el nefando “Pacto del Majestic”, incrementó la corresponsabilidad fiscal (cesión del 33% del IRPF, del 35% del IVA, del 40% de los impuestos especiales), propició importantes transferencias (tráfico, educación, justicia, agricultura, sanidad, empleo, puertos y aeropuertos,…), eliminó la figura del Gobernador Civil, concedió importantes inversiones para ampliar el puerto y el aeropuerto de Barcelona y para financiar el AVE Madrid-Barcelona, evitó que la “ley de Política Lingüística” fuese recurrida ante el TC,… y entregó, en bandeja de plata, la cabeza de Alejo Vidal-Quadras, la mosca cojonera para los nacionalistas. Con Zapatero, las concesiones continuaron y prometió aceptar el nuevo estatuto, hecho a medida por los y para los nacionalistas, que saliera del Parlamento catalán. Con Rajoy, la deriva nacionalista e independentista condujo al referéndum ilegal de autodeterminación (1 de octubre de 2017), a la declaración unilateral de independencia (27 de octubre de 2017) y, como no podía ser de otra forma, a la condena de los patrocinadores.

Con el goteo de las sucesivas concesiones y traspasos de competencias a Cataluña, durante 40 años, ya no queda gran cosa por transferir. Por eso, para los nacionalistas catalanes, ha llegado el momento de dar el jaque mate al Estado de Derecho. Así,  ahora, con Sánchez, se temen nuevas e importantes concesiones, lesivas para el Estado de Derecho y para la soberanía de los españoles: en primer lugar, la concesión del “indulto” a los políticos independentistas condenados con sentencia firme y presos; luego o en su lugar, según algunos analistas, vendría la concesión de la “amnistía” para ellos; y, para rematar, se permitiría la convocatoria de un referéndum de autodeterminación vinculante y la proclamación de la independencia de Cataluña y de la república. Ante la deriva de los Gobiernos de España, más de uno se pregunta si, con Sánchez en La Moncloa, se dará la puntilla letal a la unidad de España.

Se necesita un Alejandro expeditivo

Los sucesivos presidentes de Gobierno de España, ávidos de poder a cualquier precio, han complicado y consolidado el “nudo gordiano catalán”, como dice Ignacio Varela, mediante “políticas de apaciguamiento”, que se han limitado a hacer concesiones y más concesiones, para que los nacionalistas-independentistas depongan su actitud, pero sin exigirles nada a cambio. Y éstos han considerado las concesiones como una debilidad de los poderes del Estado y como la confirmación de que sus objetivos son razonables, justos y realizables.  Ahora bien, precisa I. Varela, estas políticas de apaciguamiento no serán efectivas si no van precedidas, acompañadas y/o seguidas de políticas disuasorias, tan determinantes y contundentes como las agresiones sufridas.

Durante 40 años, los nacionalistas independentistas catalanes  se han regido por el adagio popular de que “el que no llora no mama”. Además, han seguido a pies juntillas el consejo, acuñado por J. Pujol, que reza así: “Hoy, paciencia; mañana, independencia”. La paciencia parece que ha terminado y el momento de la autodeterminación y de la proclamación del Estado catalánha llegado. Ante el jaque mate y el órdago de los nacionalistas, ha llegado también la hora de que un nuevo Alejandro coja este toro por los cuernos y dé una solución urgente y definitiva al nudo gordiano catalán. Como dijo Alejandro Magno, “Monta tanto cortarlo como desatarlo”,  es decir es igual cómo se haga (siempre en el marco de la legalidad), lo importante es que se haga.

Como dijo Einstein, “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Por eso, no se puede seguir, como hasta ahora, con las políticas de apaciguamiento. Es necesario el nuevo Alejandro —audaz e inteligente como el genuino— que haga respetar, caiga quien caiga, la legalidad vigente y que haga caer todo el peso de la ley sobre aquellos que se atrevan a poner en peligro nuestra convivencia. La casta política no puede seguir por el camino trillado de los último 40 años ni debe olvidar la historia: los estragos provocados por  las contemporizaciones con Hitler. Si la olvida, podremos recordarle los presagios de Churchill cuando Chamberlain presentó, en la Cámara de los Comunes, los Acuerdos de Múnich: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra (…), elegisteis el deshonor y ahora tendréis la guerra”. ¡Que tomen nota!

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2 COMENTARIOS

  1. La necesidad del voto nacionalista para alcanzar el poder en el gobierno central ha sido siempre y sigue siendo la clave de todo. Transferencia de competencias, y traición a los catalanes constitucionalistas, es el pago exigido por el nacionalismo catalán, y siempre cumplido por PSOE y PP, a cambio de sus votos. Situación que de nuevo se repite: Sánchez cederá lo que les pidan (incluso prometerá lo que no podrá cumplir) a cambio de los votos para mantenerse en el poder.

    C’s de Cataluña tenían como principal objetivo (o así lo creímos muchos) hacer al nacionalismo irrelevante sustituyéndolos en su función de partidos bisagra. Pero la ambición de Rivera dio al traste con el proyecto.

    Los catalanes constitucionalista humillados por los nacionalistas, vendidos por los sucesivos gobiernos, sin otra ayuda que las propias fuerza hemos logrado mantener el apoyo del 50% de los catalanes. Los nacionalistas con todos los medios de comunicación públicos y sobornados (perdón subvencionados), y con escuelas e instituciones públicas al servicio de su ideología, no han logrado apenas traspasar el apoyo de la mitad de los votantes.

    No será pactando con los enemigos de España, y de la constitución como se arregle el problema. El día que el estado desembarque con todo su poder en Cataluña (no hablo de poder represivo, ni militar) ayudando con todos sus medios financieros e influencia a los catalanes leales; asociaciones, diarios, web, fundaciones, instituciones culturales etc, la hegemonía nacionalista pasaría a mejor vida.

    El gobierno y el estado, tiene a la mitad de los catalanes de su parte, pero en lugar de ayudarlos a ganar, los traicionan y pactan con los enemigos de la paz la convivencia y la democracia, a cambio de sus votos.

    Ese es el drama que una y otra vez se repite en Cataluña.

    PD. Enhorabuena por su artículo señor Cabezas

  2. No creo que vd. sea un ingenuo. A Cataluña se le ha transferido lo que estaba aprobado en su Estatut. Eso sí, siempre a goteo y a cambio de apoyos. Con Rajoy y Felipe lo que ha venido es la recentralización, la aspiradora Madrid, causante en parte de la crisis. Ahora hay indultos, porque el Parlamento Europeo aprueba el informe sobre los presos Catalunya el próximo 21 de junio, y va a recomendar su excarcelación. ( una realidad que se le esconde a los españoles, pero que conocen los catalanes ). En fin, que no se quiere reconocer que existen nacionalidades, como dice la Constitución. Y en esta España que se dibuja, no caben ni catalanes ni vascos, como vd. puede comprender.

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