Contra todo pronóstico y derrotadas las encuestas nuevamente, el excéntrico candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, ha ganado las elecciones presidenciales norteamericanos, derrotando a la candidata demócrata, Hillary Clinton, contribuyendo a la consolidación de un verdadero giro a la derecha en los Estados Unidos. Pese a su impresionante e imprevista victoria, el mundo que se encontrará vive inmerso en numerosas crisis, guerras y conflictos por resolver.

Ocho años continuados de mandato demócrata, a pesar de las buenas intenciones de su presidente, Barack Obama, no contribuyeron, en nada, a una gestión activa de esta suerte de caos planetario. Estos son los principales escenarios que tendrá el ya próximo presidente de la primera potencia del mundo en su agenda internacional.

 

  1. Recomponer las relaciones con Rusia.

Actualmente, pero sobre todo a raíz de la anexión de la península de Crimea por parte de Moscú y el apoyo ruso al régimen sirio de Bashar Al-Assad, las relaciones con los Estados Unidos están en uno de sus peores momentos tras el final de la Guerra Fría.

Washington tendrá que impulsar un nuevo marco de relaciones con Rusia si de veras quiere resolver eficazmente los conflictos sirio, ucraniano y el siempre presente entre israelíes y palestinos. Sin Rusia, pese lo que digan los halcones de ambos lados contrarios a un acuerdo, no habrá respuestas eficaces a esos retos.

 

  1. Guerra civil en Siria.

Cada día que pasa se va viendo con claridad que ninguno de los dos bandos podrá ganar esa guerra. El régimen sirio, por mucha ayuda rusa que reciba, es incapaz ya de controlar todo su territorio, mientras que la oposición en armas, debido a su atomización, fragmentación y disparidad de intereses, tampoco parece destinada a entrar triunfante en Damasco y formar gobierno. La única salida es política y pasa por establecer una entente cordial con Moscú que permita el desbloqueo de la actual situación. A ese gran acuerdo debe ser invitada la Unión Europea (UE), con grandes intereses en esa región, y debe forjarse sobre bases sólidas sustentadas en el respeto a los Derechos Humanos, el inicio de una Transición a la democracia y un diálogo nacional sin exclusiones incluyendo al régimen de Al-Assad.

 

  1. Derrotar al Estado Islámico.

Para garantizar la estabilidad de Oriente Medio y contribuir al desarrollo regional, la derrota total y contundente del Estado Islámico debe ser el primer objetivo de la comunidad internacional. Tanto los Estados Unidos, como la UE y Rusia, con intereses a veces divergentes, pero con un enemigo común en este caso, deben de cooperar en esta guerra, que redundará positivamente en toda la región. Mientras persistan las acciones militares del Estado Islámico, con una base territorial consolidada que va desde Siria hasta Irak, no habrá paz en Oriente Medio y el terrorismo seguirá golpeando en Europa.

 

  1. Conflicto en Ucrania.

Europa y los Estados Unidos ha cometido graves errores en Ucrania que fueron aprovechados por Rusia para anexionarse Crimea y atrincherarse en las repúblicas del Donetsk y Lugansk con la ayuda de las milicias pro rusas de esos territorios. Hace falta un auténtico diálogo político, entre Moscú, Kiev, la UE y los mismos Estados Unidos, que conforme un nuevo marco constitucional de respeto a la minoría rusa en este país. Sin ese consenso básico entre todos sobre este asunto, Ucrania no volverá a tener garantizada su integridad territorial y una paz duradera y estable. Tampoco habrá democracia sin el debido respeto a las minorías.

 

  1. ¿Hacia un Estado kurdo?

En Irak, ya de facto, existe un «Estado» kurdo en la frontera entre Irán, Turquía e Irak. Pese a los temores de Ankara, la comunidad internacional comienza a aceptar esa realidad sobre el terreno y tanto los Estados Unidos como Israel no ven con malos ojos dicha posibilidad. Además, las fuerzas kurdas de Irak colaboran ahora con la comunidad internacional y las tropas iraquíes en la lucha contra el Estado islámico, aportando eficaces y audaces soldados en la toma de la estratégica ciudad de Mosul. Si a ese territorio en Irak se le vinieran a unir los ya tomados por las fuerzas kurdas de Siria, un escenario que no se debe descartar, un gran «Estado» kurdo estaría servido en Oriente Medio. ¿Qué harán los Estados Unidos en este caso, adoptarán la política del avestruz como hacen ahora para no desagradar a Turquía?

 

  1. América Latina, en clara recesión democrática.

Los Estados Unidos han estado ausentes y poco activos en la lucha por la democracia en América Latina, una región en claro retroceso en cuanto las libertades políticas y donde la calidad democrática comienza a estar en entredicho. Washington ha contemporizado con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, ha restablecido relaciones políticas y económicas con Cuba sin que el régimen ofrezca nada a cambio y ha mirado para otra parte ante las violaciones a los derechos más elementales en otras naciones del continente. La democracia hoy en América Latina está seriamente amenazada en Bolivia, Ecuador y Nicaragua y no se perciben rastros de la misma en Cuba y Venezuela. ¿Cambiará de rumbo la nueva administración norteamericana y hará una defensa más efectiva de la democracia?

 

  1. Expansión de China, tanto política como económica.

Decir que Estados Unidos está perdiendo fuerza en el mundo no es una afirmación retórica sino la constatación de una realidad demostrable con cifras y hechos. China cada vez exporta más a Corea del Sur, Japón y Malasia, junto a otros países del sudeste asiático, mientras que los Estados Unidos se estancan e incluso bajan en sus exportaciones a estas naciones. También China se ha mostrado muy activa en Africa, Europa y América Latina, disputándose con el gigante norteamericano mercados que hasta hace unos años le eran totalmente ajenos. En lo político, China ha mejorado notablemente sus relaciones con sus Rusia y sus vecinos del sudeste asiático, pasando de un política de confrontación a una de cooperación económica y «paz fría», dejando en un segundo plano los numerosos contenciosos territoriales que todavía tiene que resolver.

 

  1. Generar confianza entre sus aliados.

Trump ha mostrado en toda su campaña electoral un profundo desconocimiento acerca de las cuestiones internacionales, algo que por supuesto no influye en el voto, y despreciando abiertamente a sus aliados. También se ha cuestionado el compromiso de su país con la OTAN y con sus principales socios en el mundo. Según Trump, sus amigos, socios y aliados, que tantos servicios han prestado a lo largo de su historia a Washington a veces hasta contraviniendo los principios democráticos, deben de aportar más a la OTAN y gastar más en Defensa. En esa misma línea, Trump ha mostrado su desprecio hacia la UE y los tratados de libre comercio que pensaban firmar los Estados Unidos y Bruselas. Trump era el terror de todas las cancillerías, desde Europa hasta América Latina pasando por las demás latitudes, y ahora debería revertir esa mala prensa y generar esa confianza dañada en estos meses a causa de un discurso repleto de boutades, improperios y sandeces.

 

  1. Apoyar a la democracia y los Derechos Humanos.

Estados Unidos no puede seguir mirando al mundo solamente en función de la defensa  coyuntural de sus intereses y no de sus principios. Exigir que Trump asuma este paradigma sería pedir peras a un olmo, pero las derivas autoritarias de Ucrania, Turquía y otros aliados occidentales, como Egipto, deberían hacernos reflexionar acerca de nuestra «guerra justa» (o cruzada) en pro de la defensa de la libertad y la democracia en el mundo. Aunque no podemos tratar de convencer a todo el planeta de que sea demócrata, al menos debemos guardar las formas y exigir a nuestros amigos un mayor respeto a los Derechos Humanos, en vez de mirar hacia otro lado y hacer la vista gorda ante la vulneración de los más elementales principios.

 

  1. Irán, otro capítulo en la agenda exterior.

Si bien Obama consiguió un gran éxito al lograr un acuerdo acerca del contencioso nuclear con Irán, hay que reseñar que el mismo no agradó a muchos en los Estados Unidos, especialmente en el bando republicano, y a uno de los principales aliados de este país en Oriente Medio, Israel. La diplomacia israelí ya se mostró contraria a ese acuerdo y así se lo hizo saber a Obama, pero eso no varió la voluntad norteamericana a la hora de resolver el embrollo. La duda está en saber si Trump respetará esos acuerdos, avalados por la comunidad internacional liderada por la UE y Rusia,o, por el contrario, seguirá un camino más beligerante con Tehéran e ignorará lo rubricado por la anterior administración.

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