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“El mundo de la cultura premia las imposturas”

Juan Bonilla aborda en ‘El mejor escritor de su generación’ una descacharrante historia sobre el proceso de escritura y las tribulaciones de un escritor en ciernes que espera a su musa entre siluetas de Robert Crumb

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análisis

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Después de lograr en el fatídico 2020 el Premio Nacional de Narrativa con Totalidad sexual del cosmos, el escritor, poeta y periodista jerezano Juan Bonilla (1966) retoma una historia que dejó hace dos décadas en relato y ahora toma el cuerpo de novela, que es como originariamente fue concebida por su ‘padre’. De eso precisamente va la historia de este joven escritor en crisis: de la paternidad concebida a todos los niveles creativos y de las complicaciones que genera una decisión como es la de aportar su granito de arena en la concepción de un nuevo ser, aunque haya mucho de impostura en el intento. Con un estilo inconfundible y un humor a prueba de siesos, el autor de Los príncipes nubios vuelve a la carga y satiriza todo lo satirizable en torno a instituciones como la familia, la literatura, los editores y otros seres de semejante perfil.

Más de dos décadas después, ve la luz un proyecto que se concibió para novela pero quedó públicamente como relato. ¿Nunca es tarde si la dicha es buena?

Realmente quedó como novela corta culminando un libro de relatos. Los criterios de oportunidad tienen que ver con el partido que se le pueda sacar mercantilmente a un producto, pero poco con la literatura: al final esta trata de abolir el tiempo, de donde se pueda producir esa magia que hace que una novela de 1930 pueda ser tan actual como la última producción de un escritor de ahora. La primera misión de una obra literaria es hacer que sea insignificante su fecha de redacción.

¿Dónde están las claves que hacen de esta novela algo muy diferente a lo que había sido hasta ahora?

Fundamentalmente hay dos intervenciones con respecto a la original: el relato de Tormoye, un aristócrata sevillano fascinante al que conocí en esa época, y la presencia de Sisí, la editora -que en el original sólo era un fantasma y ahora tiene una presencia esencial.

“Realmente no sé qué es una antinovela”

¿Se puede concluir que tiene más de antinovela que de novela en sí? ¿Por qué?

Se puede concluir lo que se quiera: en esencia es la historia de una impotencia, la que castiga al narrador -un impostor- en su afán de “ser alguien”, cosa que se le permite en un mundo, como el cultural, donde las imposturas se premian. Realmente no sé qué es una antinovela: la novela es un género tan flexible que acoge perfectamente hasta su propia negación. Es un poco como los “no lugares” de la arquitectura: por mucho que se llamen “no lugares”, siguen siendo lugares.

El título juega malévolamente, creo, con esa frase tan mítica como manida con que todo escritor en ciernes desea ser bautizado por el crítico literario de turno. ¿Hay cuentas pendientes con el gremio saldadas en su novela, o sólo es una cuestión de mala leche, o incluso simplemente humor?

Cuentas pendientes no hay ninguna. Humor todo el que pueda concebir. La novela tiene mucho de las novelas que me gustaba leer en esos años, novelas de los años veinte como Roque Six, Don Clorato de Potasa, El incongruente, El malvado Carabel, novelas de una época en que la inverosimilitud podía ser utilizada como una herramienta más.

La publicación de El mejor escritor de su generación se solapa en el tiempo con la del genial Thomas Wolfe y su Historia de una novela. ¿Por qué todo escritor tiene siempre más pavor a la gestación de su segunda novela que a la primera?

No lo sé, la verdad, supongo que es porque antes de la primera novela uno no es nada y se presta a darlo todo y ya en la segunda se padece la posibilidad de ser comparado no sólo con los demás, sino también con lo que uno mismo ha hecho. Pero improviso la respuesta, no he reflexionado mucho acerca de ello.

Su joven protagonista aleja cualquier encanto romántico al deseo que le empuja a concebir su segunda novela. No hay fuerza interior, sólo una firma previa con la editorial que lo ata de pies y manos. ¿Son tan implacables las editoriales con la pulsión y los ritmos creativos de los escritores?

Bueno, naturalmente hay mucho de exageración en eso, pero lo cierto es que sí se daban suculentos adelantos en los noventa por novelas que no habían sido escritas -ni pensadas. Así que romanticismo no podía haber de ningún modo: es un contrato el que impulsa la escritura de la novela que el protagonista no va a poder escribir. En cuanto a lo implacables que sean los editores con los ritmos creativos de los escritores, habrá de todo, pero en mi novela por supuesto yo me he quedado con lo más implacable. Los editores son un gremio que puede ser tan atacado como se quiera, pero a poco que se fije uno, al menos desde el siglo XIX, están detrás de muchos movimientos que acaban dando el tono o la voz de las épocas por las que hemos pasado. Ellos inventaron por ejemplo la literatura infantil y juvenil, seguramente también consiguieron expandir la plaga de la novela negra, sin duda ellos estuvieron detrás del auge de la ciencia ficción en los cuarenta y cincuenta como antes fueron los que elevaron la literatura erótica: tenían ideas de qué es lo que necesitaba el público e iban a buscar luego a los productores de esas obras, así que el papel de los editores en la confección de la propia historia literaria es descomunal.

“La primera misión de una obra literaria es hacer que sea insignificante su fecha de redacción”

El escritor frustrado de su novela se entretiene compasivamente dibujando siluetas de mujeres de Crumb. ¿Por qué precisamente Crumb?

Es solo un homenaje a una adolescencia gastada en cómics y a un dibujante excepcional. Además sus personajes femeninos me servían para siluetear a Sisí.

¿Se atreve a nombrar al mejor escritor de su generación sin tirar de lista de amigos o de lugares comunes?

Por supuesto que me atrevo: Borges. O no, Nabokov. O no, Virgilio. Paciencia, pasarán los años y todos seremos de la misma generación. Sólo hay dos generaciones en realidad: la de los escritores vivos y la de los muertos, es decir, la de aquellos que seguirán leyéndose y la de aquellos que no. Hay casos en los que la muerte del escritor es también la muerte de su obra, incluso escritores que vendían miles y miles de ejemplares, una vez muertos dejan de ser leídos: fueron sólo actualidad. Y hay casos en las que escritores poco leídos cuando vivieron, siguen leyéndose hoy en todos los idiomas.

Si pudiese elegir pertenecer a una generación de escritores, ¿en cuál se sentiría más cómodo?

No confundiría generación con grupo o movimiento: los beats son un movimiento, pero la generación a la que pertenecían es mucho más amplia. En realidad no sé si me sentiría cómodo en ninguna. Me parece que el sistema de generaciones facilita el etiquetaje en el mundo académico, lo que sin duda está bien, pero las etiquetas son lo último que hay que ponerle a algo para decir de qué está hecho y lo primero que se le quita para poder utilizarlo.

¿Están sobrevaloradas las generaciones literarias en cierto sentido por los libros de historia de la literatura?

Ya digo que creo que es un mecanismo que facilita mucho las posibilidades de hablar de los contextos en que se generan unas obras, y desde el punto e vista académico tiene gran utilidad porque permite evitar las monografías y que un solo nombre propio se quede con la representación de una época y por tanto se abra la puerta a otros nombres. Pero eso es en el mundo académico. Las obras, como dije antes, tienen en sus genes la necesidad de sacudirse sus fechas, de seguir siendo presente: no leemos el Quijote para saber cómo era su época, su época es sólo el telón de fondo necesario para poner en pie un personaje, el libro puede prescindir perfectamente de su fecha de composición para ser gozado y gracias a eso el personaje ha podido ir cruzando las épocas. Ya lo decía Homero: “¿por qué del linaje preguntas? Como la generación de las hojas, así la de los seres humanos. Unas el viento las echa por tierra, mas otras el bosque hace brotar verdeando al tornar la gentil primavera. Tal es nuestro linaje:: unos nacen, extínguese otros”. Y me temo que eso es todo.

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