El Metropolitano debe ser un infierno para los árbitros

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Como durante la semana se ha jugado la Champions, el Barça anda cabreado porque ven que se van a tener que comer a Griezmann y sus 40 kilos el año que viene, pareciera que la parroquia atlética se haya olvidado del atraco a mano armada del pasado fin de semana. Cuando menos, desde la prensa nacionalmadridista, han intentado que el tema se olvide rápidamente. No interesa que se descubra la verdad, que sólo dos y nada más que dos deben ser los protagonistas del invento de Florentino Pérez, Joan Laporta y Javier Tebas (con el incondicional apoyo de Luis Rubiales, “el piernas” o “el audios”).

Y no, no se ha olvidado. Como los más viejos del lugar se han olvidado de Álvarez Margüenda, de Ramos Marco, de Andújar Oliver (y sus penaltis de espaldas), de Díaz Vega, etcétera. En los tiempos actuales hay una lista de árbitros que han cometido errores groseros contra el Atlético de Madrid tan amplia que casi ocupa todo el listado de la RFEF y el CTA. En especial los Munuera (que causan sudores fríos a la hinchada). Llegó el momento de decir basta. No que piten a favor, eso es al otro lado de la ciudad, pero que no quiten, que no se muestren chulos y prepotentes cada vez que arbitran al Atleti, que no condicionen los partidos con tarjetitas y amedrentando.

Hoy, el Metropolitano debería ser un verdadero infierno para los árbitros. Deberían sentir el pánico en sus propias carnes. Ya sea, como se ha pedido en redes sociales, con una pitada tremenda a la salida, en el minuto 18, una pañolada, da igual. Lo suyo es que sienta la presión de la afición rojiblanca. En vez de estar pitando a Koke o a Simeone, pitar al cuerpo arbitral durante todo el partido. Que se equivoca en una falta, bronca. Que saca una amarilla incomprensible, falta. Que permite las patadas rastreras a João, más bronca.

Algunos pensarán que eso no les va a condicionar sino a volver más chulos y prevaricadores. No pasa nada, quienes realmente tienen que darse cuenta son Tebas y Rubiales. Esos deben sentir que se acabó el cachondeo y el negocio apañado. Que en el resto de Europa vean que en un estadio, al menos, hay bronca contra la mafia que gobierna el fútbol español. Más este fin de semana que no habrá partidos de Premier y La Liga tendrá más televidentes posibles. Hacer que el producto pierda su atractivo, aún más, por culpa de quienes mangonean. Ya que Miguel Ángel Gil no va a decir nada, pese a ser vicepresidente de la Liga, que la afición actúe de una vez.

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