Muchos son los que nos han dejado en estos meses, y de algunos de ellos tenemos mucho que aprender, ese es su legado y lo que al final les hace inmortales, mientras todos los que les conocimos de una u otra forma, les llevemos en nuestra memoria y nuestro corazón. Son los que nos han marcado en la vida, una mochila de experiencias ajenas a nosotros, pero que a través de ellos, de alguna forma vivimos.
Yo quiero rendirles mi pequeño homenaje. A Carlos Ruiz Zafón, por enseñarme que mi imaginación no tiene límites y puedo viajar a donde quiero con sólo con tener uno de sus libros en mis manos, al igual que le pasaba a un personaje de Roal Dalh, Matilda.
A la gran Rosa María Sardá, por enseñarme a ser valiente, a decir las cosas que pienso y cómo las pienso, por enseñarme a ir con la cabeza alta y decir alto y claro que soy mujer y tengo los mismos derechos que cualquier hombre, por enseñarme ese humor ácido, por hacerme reír tantas y tantas veces, y reflexionar otras tantas.
A Pau Donés, por enseñarme que la música puede transmitir mensajes positivos que te enseñan a ser mejor persona y más feliz. No podría elegir ninguna canción suya, todas me gustan, cada una por una cosa, pero desde luego me quedo con su último video, porque nos demuestra que aún en los peores momentos, se puede sacar algo positivo de la vida.
A Luis Eduardo Aute, porque me enseñó a enamorarme de su música, de sus canciones, de su forma tan personal de ver la vida, porque aún recuerdo su último concierto, donde como tantas otras veces, cantaba con él. Desde “Al alba”, donde descubrí que la música también servía para denunciar las injusticias, aunque se disfrazase para pasar la censura, hasta “La Belleza”. Me han cautivado todos sus temas, todas sus canciones.
Y qué decir de José María Calleja, al que tuve la enorme suerte de conocer, un periodista de raza, libre, valiente, progresista, defensor de tantas causas (lucha contra ETA, defensor a ultranza de la Memoria Histórica de este país para poder cerrar heridas, defensor de los apátridas, de los que huyen de sus países por la guerra y llaman a nuestras puertas sin que les hagamos ningún caso), con palabra ágil, hombre profundo, al que le encantaba algo tan difícil como es escuchar, divertido y mordaz.
A mi madre, María Bella, porque me enseñó gran parte de los valores que tengo, como lo han hecho todas las madres de la historia. Me enseñó lo que es el sacrificio, lo que es el AMOR, el darse a los demás sin esperar nada a cambio, a ser una persona que se pueda ir tranquila a la cama y sin remordimientos.
Gracias a todos y cada uno por todo lo que nos habéis regalado, lo que habéis dejado para que la historia os haga Justicia, para que crezcamos como seres humanos, y seamos un poco mejores porque nos ha calado hondo vuestro legado.
