por Antonio Miguel Carmona desde Lesbos (Grecia) en exclusiva para Diario 16

2. Jueves, 24 de marzo de 2016

El campamento de Gizona es uno de los más deteriorados. El miedo a la lluvia es el mismo que el temor al infierno. Es mi segundo día conviviendo en los campamentos de refugiados y, lejos de que la costumbre sirva de analgesia, el encuentro con los barracones y tiendas Gizona me ha devuelto al infierno.

Los niños corretean descalzos sobre el barro, los hombres discuten en corros en busca de una salida, las mujeres guarecen a sus bebés en las tiendas de campaña. Desde que de la Unión Europea cerró Idomene, frontera de Grecia con Macedonia, hombres y mujeres han quedado encerrados entre la miseria y la tragedia.

Cuatro hombres permanecen en huelga de hambre en busca de la muerte o de la vida. Las horas pasan como segundos y el tiempo se escapa entre los dedos. Como la muerte. O como la vida.

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