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El incidente sobre la princesa Leonor en TVE demuestra que la izquierda se devora a sí misma

El gobierno de coalición ha conseguido mantener a España a flote en el momento más crítico del país en décadas por la pandemia del covid-19, pero es incapaz de arreglar en la intimidad sus diferencias

María José Pintor
María José Pintor
Periodista en cuerpo y alma, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco.
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análisis

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La izquierda se devora. Es una forma de ser y vivir desde la I República hasta nuestros días. El incidente sobre el rótulo en TVE de la Princesa Leonor sólo lo corrobora. Porque también fue un error cuando lo de Mariano Rajoy en la tele educativa durante el confinamiento. TVE procedió igual entonces que ahora, quizá con menos prisas, y destituyó al responsable de revisar aquellos vídeos, con lo que se acabó la polémica. Pero esta vez no.

A nadie parece importarle que el rótulo también pone en el candelero a una menor. La Corona, hoy más desacreditada que nunca, divide también a la izquierda. Así, tras el comunicado de Rosa María Mateo, en el que reconoce el error del letrero televisivo, anunciando «medidas inmediatas para que los responsables de esta equivocación sean relevados de sus puestos”, sólo ha traído más división y polémica entre la propia izquierda.

Unidas Podemos ha presentado pregunta parlamentaria exigiendo explicaciones a Rosa María Mateo y pidiendo la «restitución inmediata» de los trabajadores relevados de sus puestos. Su portavoz en el Congreso, Pablo Echenique, ha lanzado en sus redes sociales el apoyo a esta iniciativa:

Y la polémica ya estaba servida a través de las redes sociales donde la izquierda se lanza dardos envenenados con la colaboración de los propios periodistas del ente (todos de la misma izquierda):

https://twitter.com/xabierfortes/status/1359509361509470215?s=24

La derecha juega a lo suyo, pero tiene la capacidad de desacreditarse a sí misma cada día. Ahí no está el problema para un gobierno de coalición que ha conseguido mantener a España a flote en el momento más crítico del país en décadas por la pandemia de la covid-19. Un Ejecutivo que ha cumplido con una parte importante de sus compromisos de legislatura y de los acuerdos entre los socios de coalición, y tan sólo un año después de su puesta en marcha. Medidas, derechos civiles y leyes sociales que formarán parte de la historia buena de España, quedan en un segundo plano ante el enfrentamiento continuo entre algunos miembros del Gobierno.

Carmen Calvo, que aún no ha superado haber perdido Igualdad, no lo ha puesto fácil. Nadia Calviño, con sus ideas liberales, tampoco. Ambas han sabido utilizar sus bazas para mostrar las diferencias con los podemitas. Y, desde Podemos, Pablo Iglesias aparece más desatado que nunca tras las diferencias entre ambos partidos que conforman el Gobierno de coalición: como la Ley Trans, la Ley de Vivienda o la propia Corona. E, incluso en plena campaña electoral y para colaborar en restar acierto al «efecto Illa», para ser el libertador de los presos del procés desde la parte española ante la catalana.

No hay Democracia perfecta. Y España tiene sus temas pendientes. También en Cataluña. Pero Iglesias ha herido al Gobierno del que forma parte con sus dardos envenenados. También hay que saber parar.

Estas diferencias -legítimas por ambas partes, pero aireadas con fines electoralistas -y no sólo por las elecciones en Catalunya- sino por la caída estrepitosa que todos los sondeos dan a Unidas Podemos, pueden dar al traste con un Gobierno en el que, diferencias y egos aparte, se trabaja y lucha como nunca por los ciudadanos.

Hay dos partidos en un gobierno de coalición, como sus líderes, que se necesitan mutuamente, pese a quien pese.

La militancia enfrentada

Ese enfrentamiento ha llegado a la militancia de ambos partidos. No hay más que mirar las redes sociales. A veces los mensajes de odio mutuo entre militantes y simpatizantes del PSOE y Unidas Podemos son escalofriantes. Así las cosas, van a dejar sin su papel a Vox.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, debe sentarse con su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias. Porque si esta baza la pierden ambos, España también deja pasar una oportunidad única de progreso sin dejar a nadie atrás. El reto es inmenso. De ellos depende estar a la altura.

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