Que habrá un antes y depués en nuestras vidas tras el Covid-19 es algo que ya nadie discute, lo que está por ver es cuál será el impacto global en nuestras economías y los cambios y transformaciones sociales que acontecerán, casi con toda seguridad, en todo el planeta. Diversos analistas, en varios medios, analizan las consecuencias que tendrá esta crisis para todos.

Cambios  geoestratégicos a causa de la crisis y transformaciones sociales

«Cuando la pandemia pase, nada volverá a ser igual. No solo en la vida cotidiana, también en la política. El impacto de esta situación generará en el mundo la conformación de una nueva agenda y cambiará la forma como se consolidan los liderazgos», aseguraba el columnista Gabriel Silva Luján, en el diario colombiano El Tiempo.

Incluso esos cambios no operarán solamente a nivel de la política local, en la que los líderes serán evaluados por cómo gestionan la crisis en sus respectivos países, sino que serán cambios geostratégicos globales y afectarán a los grandes liderazgos, como el de los Estados Unidos, tal como asegura el analista israelí Yuvai Noah Harari:»Algo muy llamativo es cómo Estados Unidos, desde que comenzó el Gobierno de Donald Trump, ha abandonado completamente su rol de liderazgo en el mundo respeto a crisis previas, como la epidemia de ébola o la crisis financiera del 2008, donde lideró un esfuerzo junto a otros países y evitaron un desenlace peor».

Mientras se da ese fenómeno con respecto a Estados Unidos, otras potencias, como Alemania, emergen con fuerza en la crisis, como sigue señalando Noah Harari: «Pero en esta crisis, cuando empezó, Estados Unidos se desentendió completamente y no hizo nada. Cuando se expandió del este de Asia a más y más áreas, al principio negó que hubiera un problema e incluso ahora, cuando finalmente lo reconoce, sigue sin tomar un rol de liderazgo y continúa con su política de ‘América primero’. Solo que ahora es América primero en infecciones. Estados Unidos básicamente ha abandonado su papel de líder global y ha dejado un vacío que otros países están tratando de llenar, como Alemania, que está haciendo un trabajo impresionante«. Aparte de Estados Unidos, también se ha echado en falta el liderazgo de antaño del Reino Unido, cada vez más consumido por el populismo, un nacionalismo caduco que la está llevando al aislamiento y la ausencia de un liderazgo en el mundo cada vez más acusado.

La crisis también ha impactado en la Unión Europea (UE), tanto que algunos se cuestionan abiertamente su futuro si no es capaz de ayudar a los países más golpeados por la misma en el «club europeo» y son muchos los que creen que será una de las principales damnificadas del Covid-19, tal como asegura el analista español Antonio Albiñana: «La respuesta ante la pandemia del coronavirus ha puesto en juego la solidez de la Unión Europea, su política económica, y hasta su propio porvenir. En las últimas semanas se ha producido un enfrentamiento entre los países del norte rico y los del sur que requieren la solidaridad de la Unión, en cumplimiento de sus principios fundacionales. Son muchos los analistas que están poniendo fecha de caducidad a la Unión si no se producen cambios sustanciales».

Pero aparte de estos cambios en la escena internacional, el Covid-19 alteró nuestras vidas y nos llevó a un confinamiento que no habíamos conocido ni siquiera con el VIH -el Sida-, cambiando nuestros hábitos sociales y llevándonos también a un aislamiento desconocido que ya abarca a casi todo el planeta, tal como lo explica muy acertadamente la columnista Gloria Helena Rey:» El covid-19 nos cambió la vida. Paralizó las actividades recreativas y culturales, ató y amordazó todos los afectos, alteró las relaciones entre los humanos y afectó incluso la sofisticación y acartonada vanidad de los grandes creadores de la moda como Giorgio Armani, que pasó de diseñar lujosos y costosos trajes a coser delantales y tapabocas para los hospitales italianos».

La economía, rumbo al precipio

El analista Martin Wolf, del diario financiero más importante del mundo, Financial Times, asegura que estamos ante «una catástrofe de la que acaso no nos recuperemos realmente por décadas” y profetizaba recientemente, en una entrevista con el diario argentino La Nación, que “Millones de personas, miles de millones de personas, van a estar en la más desesperada situación social, económica y psicológica”.

El canal alemán DW, en una reciente nota publicada días atrás, aseguraba tajante:»La pandemia del coronavirus provocará «la peor caída económica desde la Gran Depresión» de 1929, estimó la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, este jueves (09.04.2020), quien además advirtió que países emergentes y pobres como los de Latinoamérica «corren un gran riesgo». La jefa del FMI destacó que el mundo está confrontando una «crisis sin igual», y aseguró que la «recuperación parcial» de la economía global no se producirá hasta 2021. Según el organismo con sede en Washington, 170 países de sus 189 miembros van a registrar una contracción de su ingreso per cápita este año. El pronóstico cambió desde hace tres meses, cuando el FMI proyectaba crecimiento en 160 naciones».

En América Latina, por ejemplo, la Cepal estima que la recesión será brutal y mayor que en otras partes del mundo, tal como vaticinaba en un reciente artículo su Secretaria Ejecutiva, Alicia Bárcenas Ibarra, a la que cito literalmente: «Los efectos consecuentes de crecimiento negativo y aumento del desempleo se traducen en incremento de la pobreza y pobreza extrema. Para 2020, de confirmarse los datos base, pasaríamos de los actuales 186 millones de pobres a 220 millones, y de los actuales 67,5 millones de latinoamericanos y caribeños que viven en condición de pobreza extrema a 90,8 millones».

«El Banco Mundial pronosticó que los efectos de la crisis global por la COVID-19 sumirán a Latinoamérica en una recesión, con una contracción del PIB de 4,6% en 2020, alimentada también por los magros resultados en años anteriores, las protestas en 2019 y la caída de los precios del crudo», señalaba un artículo reciente del periódico económico bogotano Portafolio.

El empleo será, en todo el mundo, tal como ya está pasando en Europa y los Estados Unidos, la primera víctima colateral de la pandemia, tal como lo asegura con buenos argumentos el analista económico Ricardo Avila: «No es descabellado afirmar, entonces, que el pronóstico hecho por la Organización Internacional del Trabajo, en el sentido de que se perderían 25 millones de plazas en el mundo debido a la emergencia sanitaria, puede quedarse corto. Todo dependerá del éxito de los programas de apoyo gubernamentales que buscan evitar el despido masivo de personal al darles una mano a las empresas y garantizarles un ingreso mínimo a los nuevos desocupados, para que la demanda de bienes y servicios no se desplome». El problema reside en que un desplome aún mucho mayor que en la recesión del 2008, tal como se agura, los gobiernos se pueden ver desbordados porque estamos, como asegura la ya citada directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, ante «una crisis como ninguna otra».

La tragedia humana

Por ahora, aunque las cifras cambian de un día para otro, hay casi 2,2 millones de afectados y nos estamos acercando a los 150.000 fallecidos en todo el mundo, aunque el impacto global, sin quererlo minimizar es muy relativo, en tanto y cuando entre tres países -Estados Unidos, España e Italia, en este orden por número de afectados- acaparan casi el 50% de los casos y más del 50% de los fallecidos.

Sin embargo, si tenemos en cuenta los conflictos en los que ha participado Estados Unidos, esta pandemia ya ha costado casi tantas víctimas (33.000) como las de la guerra de Corea (36.000) y se acerca peligrosamente a las de la guerra de Vietnam (58.000) si las previsiones de contagio y fallecidos siguen aumentando, en esta enfermedad que crece exponecialmente.

Los tres países que peor han enfrentado la pandemia, los que tienen más casos y fallecidos, como Esatdos Unidos, España e Italia, han actuado tarde, con poca eficiencia y sin tener en cuenta las previsiones del Organización Mundial de la Salud, cuando ya la pandemia se extendía por todo el mundo y había miles de casos en decenas de países. Quizá si hubieran estado prestos a tomar medidas hace algo más de un mes hoy las cosas serían bien distintas y no estaríamos haciendo frente a una pandemia creciente de magnitudes titánicas que algunos países, como Corea del Sur, Singapur y Taiwán, afrontaron adecuadamente en su momento con muy buenos resultados.

Así lo escribía sobre Estados Unidos la analista del IADE argentino Valeria Cardone: «Valorándolo entre los países “mejor preparados” en todas las categorías de medición consideradas – preparación de la emergencia o de la liberación de los patógenos (1°), detección temprana e informes sobre epidemias de alarma mundial (1°), respuesta rápida y mitigación de esparcimiento de epidemias (2°), sistema sólido que contemple el cuidado de los trabajadores de salud (1°), adherencia a las normas internacionales (1°), entorno de riesgo general y vulnerabilidad frente a las amenazas biológicas (19°) – , la realidad es que el Covid-19 está mostrándonos en todo su esplendor tanto las enormes falencias (y falacias) del sistema de salud estadounidense, como la total inoperancia y consciente inacción del gobierno federal para hacer frente a la pandemia».

Aparte de estas consideraciones, Trump cometió el ominoso error de poner fin a los planes para la extensión de la sanidad pública en todo el país puestos en marcha por su predecesor y, más concretamente, tomó la terrible decisión de eliminar el programa de enfermedades infeccionas establecido por la administración de Barack Obama, lo cual ahora podría tener la funesta consecuencia de poner al borde del colapso a todo el sistema de salud norteamericano para hacer frente a la pandemia, si es que ya no lo está.

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