Quizá una de las fotos más impactantes de la historia la encontremos durante la época del nazismo. En ella, a modo de las composiciones de ¿Dónde está Wally? se puede ver a un grupo de entusiastas nazis alzando el brazo y realizando el saludo romano. Sin embargo, si nos fijamos en el círculo de la fotografía, en la parte superior derecha, nos hallamos ante un hombre con los brazos cruzados, manteniendo un tono desafiante, que contrasta con el resto.

¿Quién era esta persona que, por no realizar el seig heil ante Hitler, se estaba jugando la vida? ¿Por qué motivo, sabiendo los riesgos que conllevaba dicho gesto, se negaba a hacerlo? La instantánea fue tomada el 13 de Junio de 1936 en un acto realizado por el Partido Nazi en el que se realizaba el bautismo de una nueva nave de la Armada Alemana en los astilleros de Blohm + Voss (Hamburgo).

Todos los trabajadores y familiares están realizando el saludo oficial, ya fuera por convicciones políticas o por miedo a los vigilantes que había en los alrededores, menos August, que tenía razones más que suficientes para no darle esa satisfacción al Führer.

August Landmesser era un trabajador de la empresa Blohm + Voss que en 1931 se había afiliado al Partido Nazi solamente para conseguir un carnet con el que poder trabajar en la empresa naviera. Sin embargo, en 1933 se produjo un hecho en su vida que lo iba a cambiar todo. Ese año había conocido a una mujer llamada Irma Eckler y se había enamorado de ella a pesar de que era judía. Aun así a August le dio igual y, desafiando las leyes raciales de Nuremberg, se unió a ella, con quien tuvo una hija en 1935, Ingrid. A resultas de ello fue expulsado del Partido Nazi. De ahí el enfado y el gesto de desafío con el que aparece en la foto del año siguiente.

En 1937, viendo el giro antisemita y radical que se había apoderado de su país decidió huir a Dinamarca junto a su familia pero fueron detenidos en la frontera. Fue procesado y acusado por los delitos de “deshonrar a la raza” y de “infamia racial” y, en 1938, se le informó que iba a ser absuelto si rompía su relación con Irma. August no aceptó y se le sentenció a pasar tres años en un campo de concentración mientras su mujer, que estaba en ese momento embarazada, era también detenida y llevada a otro campo donde nació su hija Irene. Allí la separaron de sus hijas y finalmente acabó sus días en un campo de exterminio.

Cuando August fue liberado no supo dónde estaban su mujer ni sus hijas e, inmediatamente, fue alistado y llevado al frente en donde, probablemente, murió ya que nunca encontraron sus restos. Esta historia de desafío y muerte podía haber acabado de forma anónima, como muchas otras en aquella época de muerte y dolor, pero esta vez no fue así ya que en 1996 la oposición, el desafío y la dignidad humana de August al negarse a realizar el saludo nazi salió a la luz gracias a la labor de su hija Irene.

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