Se apagan las luces, comienza la película y aparece una chica caminando sola por una calle desierta en mitad de la noche. Alguien la sigue, pero la joven camina distraída poniendo toda la atención en la conversación que mantiene por el teléfono móvil. De repente, corta la conversación porque se da cuenta que se le ha caído un pañuelo. Camina, de regreso, unos pasos y se agacha a coger su pañuelo de seda comprado en un viaje a la India, y cuando se incorpora, de en medio de la nada, aparece un enorme cuchillo que le abre la garganta en canal. Entonces, el público de la sala de cine, en lugar de llevarse las manos a los ojos para no ver la desagradable escena, comienza a aplaudir de manera atronadora ante la visión de la sangre derramada. Pero que nadie se escandalice o, mejor dicho, que nadie se lo tome en serio. Estamos en el festival de cine fantástico y de terror que cada año se celebra en la ciudad de Sitges. Y aquí, los espectadores vienen a ver correr la sangre.
Cada vez más grande
El Festival de Cine de Sitges es uno de los festivales más importantes del mundo dedicado al cine de terror. Aunque su programación cada vez es más ecléctica, la columna vertebral de este carismático certamen son las obras de un género cada vez más grande y en el que cabe casi de todo. El mejor ejemplo de ello ha sido el premio otorgado en reconocimiento a su carrera a uno de los genios del cine más importantes de la última etapa del siglo XX y de lo que llevamos del XXI: David Lynch es la quinta esencia de ese cine que escapa de los encasillamientos. Ese cine que es más grande que la propia vida. Ese cine que, como decía Luis Buñuel, es el mejor mecanismo para representar los sueños. Y si por algo se caracterizan los sueños es por no tener ni límites ni mesura ni una narrativa convencional. Características que son las señas de identidad del festival de Sitges.
Cronenberg arrasa
En la 53 edición del festival ha triunfado un apellido ilustre. Brandon Cronenberg se ha hecho con los premios a la mejor película y a la mejor dirección gracias a Possessor Uncut. El hijo de David Cronenberg recoge el testigo de su padre, que ya ganó en Sitges hace 45 años con Vinieron de dentro de… una obra primeriza de un autor que se ha hecho cada vez más grande y al que el festival ha visto crecer y madurar. Algo parecido le ha sucedido al propio certamen, que comenzó hace ya más de medio siglo como un modesto festival de género y ahora se ha convertido en todo un gigante.
El Cannes del cine de género
“Sitges es el Cannes del cine de género. Es el festival más grande de este tipo que se celebra en el mundo”, explicaa Diario 16 Patrícia Clapés. Que aterrizó hace tres años en el festival de Sitges para encargarse de las relaciones públicas después de trabajar en diversos festivales entre ellos el de Cannes.Y es que la vasta programación de Sitges es tal que supone que sea del todo imposible visionar todo lo proyectado. Cada día, de los 11 que dura el festival, se proyecta una media de más de 25 películas. Lo que provoca que a la costa Barcelonesa se desplaze un aluvión de productores a la caza de películas y de artistas.
Ambiente familiar
Si los festivales de cine debieran ser una fiesta del cine y un lugar de encuentro y disfrute entre profesionales y aficionados, Sitges sería el ejemplo a seguir. “Tanto el clima como el lugar acompañan a relajarse y los asistentes pueden disfrutar del momento. Si lo comparas con otros festivales como el de Cannes te das cuenta de que aquello es una fábrica, mientras que esto tiene un ambiente más relajado, más familiar ”, continúa Patrícia.
Disfrutar del miedo
El ambiente de festividad que se vive en Sitges no suele encontrarse en el resto de festivales. Las proyecciones de películas en las salas de El Prado y El Retiro, los dos cines más antiguos de Sitges, son las más atípicas: “Son muy folclóricas. Los espectadores se ponen a aplaudir en las escenas sangrientas; es como una especie de catarsis. Los extranjeros deben pensar que es algo muy español, pero es algo muy de Sitges; es algo que no lo tienen otros festivales. La gente está muy viva y vive mucho su pasión por el cine de género”, explica Patrícia.
Todo en el aire
“Ha sido un año que me recuerda a la película Alemania año cero. Se trata, casi, de volver a empezar”. Cuenta Patrícia. Reflejando ese espíritu, tan necesario en estos momentos, de saber dar gracias por lo que se tiene y mirar hacia el futuro con esperanza. “Me alegro de que el festival se haya podido celebrar porque estaba todo en el aire. Ha sido un año duro; las personas que trabajan en los festivales están viéndose muy afectadas”, continúa Patrícia. Al festival le ha pillado el endurecimiento de las medidas sanitarias decretadas por la Generalitat, lo que ha supuesto el cierre apresurado de algunos de los servicios vinculados al festival y que la ocupación de las salas no sobrepasase el 50%.
El terror como género serio
El cine de género goza de buena salud, así lo demuestra su presencia en festivales que por tradición se han mostrado reticentes a la hora de programar cine de género. “Desde hace cinco años el cine de terror está en auge. En festivales como el de Cannes aparecen en competición películas de género. Algo que no era muy usual hace unos años. Un ejemplo reciente se ha visto con Crudo, de Julia Ducournau, que ganó el premio FIPRESCI. Una clara muestra de cómo el sector se atreve a apostar por el cine de género y, además, realizado por mujeres”, indica Patricia. Pero del mismo modo también el festival de Sitges se abre cada vez más a un tipo de cine que se escapa a la etiqueta de género. “La razón es que el propio cine de género está mutando. Ahora hay una nueva generación de directores como Robert Eddgers o Ari Aster que experimentan entre el cine de autor, el cine de género y el cine comercial”, explica la relaciones públicas del festival.
Un criterio diferente
“Hace unos años Sitges premió a la película Jupiter’s Moon que recibió muy malas críticas en Cannes. Es verdad que la obra tenía fallos de guión, pero también poseía una enorme belleza visual. Aquí se le dió la oportunidad de tener un lugar importante en el panorama y de paso mostrar una opinión contestataria y un tanto disidente respecto a la que muestran festivales con una programación menos arriesgada”, afirma Patrícia. La relaciones públicas de Sitges parece haberle pillado el gusto a esto de los festivales de cine de terror, ya que el 8 de noviembre estará colaborando en el Festival de Cine de Terror de Molins de Rei y donde, además, presentará un libro en el que colabora con un capítulo que tiene un título tan complejo como sugestivo: Visiones esotéricas, psicoanalíticas y paganas en la naturaleza de la venganza telúrica. Demostrando que, si el cine de terror evoluciona, a los que escriben sobre él les tocará escribir tratados sesudos más dignos de la revista Cahiers du Cinéma que de un fanzine de terror. Pero eso sí, por favor, no se olviden que los que vamos a ver películas de terror ¡queremos que corra la sangre!