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En lo Económico, esta ética sin principios se rige como la Teología Apofática (que de ahí arranca nuestra idea), no se puede decir qué está bien, por contra sólo nos podemos aproximar a lo correcto negativamente, sabiendo qué no se debe hacer. Hemos propuesto, verbigracia, la aplicación real de las rendenciones penales, esto es: condicionar la recuperación de la libertad a la reinserción efectiva, real, no como concepto. Pero hay varios focos de latrocinio que no necesariamente lo parecen, preocupados como estamos por las barriadas conflictivas.

Esto tiene que ver con la complejidad, los organismos tienden a hipertrofiarse hasta deshacerse, lo llaman muerte; las estructuras humanas tienden a hacerse complejas, de manera que sus soportes básicos terminan aportando nutrientes (riqueza) sólo para mantener vivo a entes que devoran cuanto les ofrecen, advocados en realidad a su desaparición por vejez. Está ocurriendo con la explotación de los recursos naturales… Renovar o morir.

La banca, por ejemplo, es un negocio que juega con el dinero depositado por sus clientes. Debería ser por tanto delito que puedan cobrar por servicio alguno, todo lo contrario: deberían quedarse sólo una parte de los beneficios obtenidos con sus inversiones, repartir entre los impositores proporcionalmente y, además, y éste sería el riesgo que aportarían a cambio de ganar mucho, deberían acumular fondos para garantizar los ahorros, promover la inversión y asumir posibles pérdidas sin el perjuicio de sus clientes. No, no lo hacen, al revés: le cobran; pida un préstamo, si el banco no se garantiza un beneficio automático con la operación, no se lo conceden; esto es, si usted no tiene propiedades o medios, el banco ni le atiende; o sea, que el crédito de verdad sólo está disponible para quien no lo “necesita”. Y nadie les obliga. ¿Les suena la palabra “deshaucio”?

Cuando abrimos esta espita de la ganancia sin control (supuestamente liberal), la espiral del enriquecimiento nos eleva a una complejidad en los productos financieros que termina siendo puramente especulativa, economía de mentira no vinculada a la productividad. Éste es una de los mayores agujeros en la seguridad de nuestras economías, existe un mundo de la metarriqueza en el que hay gente (una minoría) que se hace millonaria sin producir realmente nada; quienes me estén acusando de tendencioso, simple e ignorante que nos expliquen qué ha ocurrido en la última gran crisis de la banca mundial, o con el mercado inmobiliario y quién ha pagado… y que expliquen si van a ocurrir nuevas crisis similares o no. Yo no tengo ni idea de economía, pero hablo porque creo que el debate es ideológico y no de teoría financiera, éste es el problema real, que la aparente dificultad de entender los términos sólo esconde la avaricia de unos cuantos disfrazada de teoría ultracualificada para que puedan pagar su prostitución de lujo o viajar comiendo gastronomía de élite en platos muy anchos, amparándose en la miseria de otros.

Un Gobierno tiene herramientas para encauzar esta locura y esto es la Política, un proyecto de sociedad aunque sea en negativo, ideas, el político actual reduce su oficio a la redacción de normativa, pero eso no elimina los problemas, están muy bien los pactos y las leyes de violencia de género pero ¿suponen un cambio estructural que erradique los crímenes?, todo es más profundo volvemos a la Educación… pero ahí no se entra… porque la ética no está desligada del modelo económico o viceversa; la solemnidad del Derecho arcano sólo manifiesta voluntad de dominio y ocultación; yo soy liberal, pero entiendo que eso significa que las empresas sobrevivan competitivamente no amparadas por un Estado identificado con sus ganancias, es contradictorio que el Estado liberal sea en realidad un protectorado del mundo empresarial.

Por eso es tan importante pensar en una reforma de la fiscalidad real. Ahora mismo los impuestos sólo sirven para mantener a este Estado agigantado, sobredimensionado, que termina olvidando su función reequilibradora y que tiene hemorragias devastadoras de metálico que va a parar transfundido a los bolsillos de quienes abren esas heridas con la connivencia de los que no quieren cerrarlas (me he enrollado mucho para no parecer que estaba diciendo que el Estado es un entramado para robar a una mayoría en favor de la situación de privilegio de una minoría; ya lo he dicho). Hay dos fuerzas que componen la esencia recaudadora: permitir el estímulo de la ganancia y, al mismo tiempo, posibilitar las funciones de un Estado justo. No hemos salido del Antiguo Régimen (feudal), nos pasa un poco como a ese francés revolucionario antimonárquico que terminó siendo ¡Emperador!; en nombre de la Democracia creíamos caminar hacia una sociedad igualitaria y, sin embargo, hemos generado otra Nobleza matizada que sigue siendo el Poder: una parte importantísima de la barbaridad de impuestos recaudados no sirve más que para mantener a esta casta y para ejecutar obras prediseñadas por los mismos que van a ser receptores de los pagos del Estado, esto es, que trabajan elaborando planes para robar con la excusa del progreso (así se maquinan los Servicios Públicos); sí, estoy afirmando que el Estado actual tiene rasgos evidentes de ser un sistema de extorsión disfrazada de protección obligatoria por la que pagamos, es un poco exagerado, pero ¿les suena la manera de trabajar? Don Vito, un hombre de bien…

No pongo en duda la necesidad de los ingresos del Estado; lo que afirmo es que la complejidad beneficia al complicado, los impuestos machacan proporcionalmente a quien no tiene opción de esquivarlos y claro que si eres rico pagas más pero ¿igual que un asalariado? Recordemos la estafa de la paga extra, devuelta en impuestos casi de inmediato a través de las contribuciones municipales por la casa o los impuestos de circulación. Pagar duele mucho. Sólo hay una forma de hacerlo en paz: saber que obtienes un beneficio por ello; en el sistema actual se paga cuando no se tiene opción. Nos lo ocultan y lo saben, pero lo vemos: el fraude es la norma. Entre un cuarto y un tercio de la economía (¡reconocen!) es sumergida. Si pagar impuestos fuera sencillo, menos caro y mereciera la pena: la rebaja en las cantidades sería suplida por la cantidad de ingresos. Ésta es una propuesta concreta; fraguarla es el trabajo de la Política. Comprar, vender, mover el dinero debería ser más fácil y barato, y que no me digan que eso beneficia al capital espurio porque ahora mismo sólo cumplen condenas reales los ladrones cutres; nosotros proponemos un régimen penal de verdad, que quien se “equivoque” se redima, ahora estamos ahogando la libertad de la mayoría con la excusa del delito y resulta que el delincuente es quien redacta las Leyes a su gusto. La norma debe ser para quien no cumpla, no para precontrolar a quien no puede ni optar… Delinquir debe ser fruto de la libertad, no de la necesidad.

Uno compra una mierda de piso (esto es movimiento económico) y la burocracia, los impuestos, tasas, pagos a profesionales que nada hacen, etc., te hacen pensar que estamos en realidad pagando sobornos que nos permitan ejercer como propietarios, más que cumpliendo con nuestra obligación. Sufrimos una sovietización de la economía disfrazada de Adam Smith. Uno quiere montar una empresa y, salvo que engañes o comiences con el capital de alguien o propio (mami y papi), todo son trabas y la garantía del fracaso; ¿se puede pedir un préstamo para montar un negocio sin un respaldo que otorgue un beneficio por adelantado para el banco que presta? ¿Dónde arriesga el prestador? Si no tienes fondos heredados, la condena a ser asalariado o miniempresario minidefraudador (emprender lo llaman) es la realidad diaria de una población asediada por una burocracia y un sistema impositivo diseñados para consolidar un modelo de explotación contrario al liberalismo, ése que, precisamente, dice defender.

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