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El Español, privado del estatus legal y real de «lengua vehicular»

Manuel I. Cabezas González
Manuel I. Cabezas González
Doctor en Didactología de las Lenguas y de las Culturas Profesor Titular de Lingüística y de Lingüística Aplicada Departamento de Filología Francesa y Románica (UAB)
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análisis

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Desde hace varias semanas, la ministra de Educación, Isabel Celáa, ha provocado una nueva tormenta política, mediática y social con su propuesta, no consensuada, de proyecto de ley de educación: la LOMLOE (Ley Orgánica que Modifica la Ley Orgánica de Educación). Con su forma de actuar, ha seguido el ejemplo de sus predecesores: ha propuesto su ley (“Ley Celáa”), sin buscar un acuerdo o un pacto nacional por la educación, tan necesario para regenerarla pensando sólo en el presente y el futuro de los alumnos y de España. Por eso, con la “Ley Celáa”, la historia se repite y no se ha puesto coto a la nefasta y tradicional inestabilidad de la educación española de los últimos 40 años.

Hoy, sólo voy a detenerme en la “Disposición adicional trigésimo octava” de la “Ley Celáa”, relativa a “la lengua castellana, las lenguas cooficiales y las lenguas que gozan de protección oficial”. Y, sobre todo, quiero referirme a la “enmienda transaccional”, elaborada y presentada por el PSOE, UP y ERC, en el seno de la Comisión de Educación del Congreso.

Éstos son los hechos…

En el “proyecto de ley Celáa”, se recogían y se mantenían los preceptos de la “disposición trigésimo octava” de la “ley Wert” o LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), aprobada en 2013 y en vigor. Según la “ley Wert” y el “proyecto de ley Celáa”, los alumnos tienen derecho a recibir las enseñanzas en  castellano, lengua oficial del Estado, y en las lenguas cooficiales en sus respectivos territorios. Por otro lado, el castellano y las lenguas cooficiales tienen la consideración de “lenguas vehiculares” (i.e. son vehículos o instrumentos de enseñanza y aprendizaje). Y, finalmente, se precisa que, al finalizar la educación básica, todos los alumnos deberán alcanzar el dominio pleno y equivalente en la lengua castellana y, en su caso, en la lengua cooficial correspondiente.

Ahora bien, el pasado 5 de noviembre, en la tramitación del “proyecto de ley Celáa” en la Comisión de Educación del Congreso, se aprobó una “enmienda transaccional”, sólo con los votos del PSOE, UP y ERC. Y, con esta enmienda, se eliminó la referencia al castellano como “lengua oficial del Estado” y a su carácter de lengua vehicular. Estas eliminaciones, junto a otras medidas,  provocaron un encendido, bronco y enconado debate político, mediático y social.

A pesar de estas reacciones adversas y haciendo oídos sordos a las mismas, el 19 de noviembre, la “Ley Celáa” fue aprobada en el pleno del Parlamento por la ajustada mayoría de 177 de los 350 diputados. Por eso, la ministra Celáa pudo anunciar “urbi et orbi” que tenemos una nueva ley de educación, la octava desde la instauración de la democracia. Finalmente, una vez concluida la preceptiva tramitación en el Senado, se pretende que pueda ser aprobada definitivamente antes del 31 de diciembre.

Los partidos de la oposición consideran que las amputaciones precitadas desprotegen y dejan sin defensa a las familias que, en las CCAA con dos lenguas cooficiales, desean que sus hijos reciban la enseñanza en castellano. Además, denuncian que vulneran el art. 3 de la Constitución, que establece que el castellano es la “lengua oficial del Estado” y que todos los españoles tienen el “deber de conocerla” y el “derecho de usarla”. Por eso, exigen respetar el estatus y la función vehicular del castellano en el mundo educativo, aunque, para ello, tengan que llevar el asunto, una vez más, al Tribunal Constitucional.

Los partidos de la coalición de Gobierno, por su lado, han acusado a la oposición de querer eliminar  las lenguas cooficiales para proteger el castellano. Además, afirman que, con la “Ley Celáa”, se trata más bien de garantizar el aprendizaje “pleno y equivalente” del castellano y de la lengua cooficial así como el aprendizaje en castellano y en las lenguas cooficiales. Y también aseveran que la “inmersión” lingüística es un modelo de éxito, ya que asegura el dominio funcional tanto del castellano como de las lenguas cooficiales.

… éstas son mis reflexiones…

Por las razones (?) apuntadas tanto por la coalición de Gobierno como por los partidos de la oposición, hay que reconocer que tantos unos como otros han tomado, una vez más, la palabra en vano, porque tenían que decir algo y no porque tenían algo que decir. Han verbalizado los mismos mantras de siempre, la mayoría de los cuales carecen de toda apoyatura factual, lógica, legal y, también, científica, propiciando así un diálogo (?) de besugos y de sordos. Esto denota que no han reflexionado, ni se han informado, ni se han dejado asesorar sobre esta cuestión, a pesar de que el Gobierno, por ejemplo, tenga contratados más de 1.200 asesores. Por lo tanto, no saben lo que significa “saber una lengua” ni “cómo se aprende una lengua” y se permiten tomar la palabra, sin tener ni idea del asunto, para repetir las mismas banalidades y mentiras de siempre.

Los partidos de la oposición (PP y Cs) se han rasgado las vestiduras ante la eliminación formal de toda referencia al castellano como lengua vehicular. Ahora bien, durante demasiados años, no han hecho nada efectivo en defensa del castellano como lengua vehicular y de los derechos lingüísticos de los ciudadanos. Y, ante la política de hechos consumados y de desacato a las sentencias judiciales, ellos y la justicia española han dejado en la estacada a los ciudadanos afectados, a los que asisten las previsiones legales. Por eso, desde hace demasiado tiempo, el castellano ya no es lengua vehicular, por ejemplo, en Cataluña; y, lo es cada vez menos en las otras CCAA con dos lenguas cooficiales. ¿A qué vienen ahora estas lágrimas de cocodrilo?

Con la enmienda transaccional, los nacionalistas catalanes pretenden blindar, apoyándose en la letra de la ley y no en el espíritu de la misma, la inmersión lingüística en detrimento del castellano como lengua vehicular.  Ahora bien, si utilizamos el sentido común, la lógica y las aportaciones de la didactología de las lenguas y de las culturas, los nacionalistas no pueden llevarse el gato al agua ni conseguir lo que pretenden.

En efecto, si el castellano es la lengua oficial de España (art. 3.1. de la Constitución), es lógico, razonable y de sentido común que sea, como sucede en todos los países de nuestro entorno, no sólo “objeto de enseñanza” (i.e. debe ser enseñada) sino también “lengua vehicular” de la enseñanza (i.e. instrumento o vehículo en la enseñanza-aprendizaje de las materias curriculares). Por otro lado, de acuerdo con el mismo artículo, todos los españoles tenemos “el deber de conocerla” y el “derecho a usarla”. Ahora bien, según el sociolingüista Basil Berstein, para poder cumplir con este deber y poder ejercer este derecho, es absolutamente necesario alcanzar el dominio, oral y escrito, tanto del “código restringido” (nivel de lengua utilizado en la comunicación coloquial, en situaciones no formales) como del “código elaborado” (lengua de las situaciones formales de comunicación, lengua de los libros escolares, lengua vehicular de la escuela y lengua que da acceso a la cultura).

Ahora bien, desde la didactología, se afirma que, para adquirir los dos códigos del castellano y de las lenguas cooficiales y, por lo tanto, para dotar a los alumnos de unas competencias lingüísticas operativas y funcionales, es absolutamente necesario que todas las lenguas sean enseñadas y, además, sean utilizadas como “lenguas vehiculares”. Sólo así —utilizándolas como instrumentos para realizar las distintas actividades escolares y para adquirir los conocimientos curriculares; e invirtiendo tiempo, esfuerzo y energía en su estudio— se trabajará a favor del éxito académico, social y laboral; sólo así se conseguirá armar lingüísticamente a los niños, adolescentes y jóvenes para que no puedan ser manipulados, engañados y explotados, llegados a la edad adulta. Por eso, la afirmación de los nacionalistas catalanes de que el modelo de la inmersión es un modelo ce éxito y con él se obtiene un dominio “pleno y equivalente” en castellano y catalán es una falacia o descarada mentira.

… y suyas son las conclusiones

Estos son los datos y mis sucintas reflexiones, y suyas son las conclusiones, como hubiera dicho la sectaria, censora e inquisidora Ana Pastor, adalid de ese Ministerio de la Verdad, que patrulla por las redes sociales para decidir lo que es verdad y lo que es mentira.

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7 COMENTARIOS

  1. Buen artículo, bien desgranado y quizás demasiado técnico para el público en general.

    Eso sí, no sin el tinte derechista que le caracteriza(según mi derecho a opinar), pues que el castellano no sea ya lengua vehicular en determinadas comunidades, no quiere decir que los niños no vayan a aprenderla(vamos que poco va a cambiar la cosa en ese aspecto).

    No viene nada a cuento su última parte, defendiendo los bulos de VOX, criticando la herramienta que permite frenarlos para que no se convierta España en el UK de Johnson.
    Como no podía ser de otra forma en sus artículos, deja bien claro que su derecha no es la derechita cobarde, sino la más fascista, casposa, viejuna, machista y radical (VOX).

    Me reservo el derecho de permanecer en el anonimato para protegerme, a pesar de que sé que a usted le molesta especialmente.

    • Sr. o Sra. Anónimo/a (sin nombre), Descarado/a (sin cara) y Desalmado/a (sin alma, que se refleja en el rostro):

      • Ante comentarios (?) anónimos como el suyo, suelo reaccionar recordando que los romanos no pagaban a los traidores y yo no suelo responder a las “gallinas de corral”, que se parapetan tras el burladero del anonimato, para tirar la piedra y esconder el nombre, y así no dar la filiación a sus hijos lingüísticos.

      • Tiene Ud. motivos sobrados para esconderse. La incoherencia y la inconsistencia de su comportamiento lingüístico lo dejan a Ud. con sus flácidas y celulíticas entendederas a la intemperie. Por eso, no me extraña, como escribe en el último párrafo, que se reserva “el derecho de (sic) permanecer en el anonimato para protegerse”. Con las banalidades que Ud. verbaliza, ¿de quién tiene Ud. miedo? ¿De qué y contra quién quiere Ud. protegerse y defenderse? Además de ser un indocumentado e insensato (cf. infra), es Ud. un gallina, que ve gigantes donde sólo hay molinos.

      • A pesar de esta declaración de principios, no quiero que, con mi silencio, Ud. deduzca, como reza la paremia popular, que quien calla otorga. Y, por eso, voy a reaccionar a sus despropósitos gallináceos.

      • Después de evaluar mi texto como un “buen artículo”, Ud. lo considera “quizás demasiado técnico”. Desde esa ciencia llamada lingüística, tengo que decirle que, en el proceso de producción de un texto, lo técnico no está reñido con la claridad y la cooperación con el lector en el proceso de lectura. Por eso, cuando me sitúo ante el ordenador, siempre me pongo en la piel del lector y trato de ser cooperador con la prosa que destilo. Y, según los “feedbacks” que recibo, parece que lo consigo.

      • Luego, enarbolando su “derecho a opinar” (¡Cuidadín!, no opina el que quiere, sino aquel que está informado y tiene datos para hacerlo, le preciso yo), empieza Ud. a pontificar y a desbarrar, acusando “gratis et amore” al mensajero que suscribe de mostrar un “tinte derechista”, de defender “los bulos de VOX” y de tildarle de derecha, que “no es la derechita cobarde, sino la más fascista, casposa, viejuna, machista y radical (VOX)”. Ante esta vomitera lingüística nauseabunda, tengo que decirle que Ud. no ha leído mi texto o, si lo ha hecho, Ud. no sabe leer y es un analfabeto. Este diagnóstico es muy, muy, muy… grave y está Ud. en serio peligro como ser racional.

      • Sr. o Sra. “gallina” (por la justificación del anonimato), en los textos donde he abordado cuestiones lingüísticas o educativas, simplemente he utilizado las aportaciones de la Lingüística, de la Lingüística Aplicada y de la Didactología de las Lenguas y de las Culturas para analizar la realidad de lo que está sucediendo en España. No me quiero extender aquí en precisarle estas aportaciones. Por eso, aplicando el consejo evangélico de enseñar al que no sabe, me permito invitarle a leer los análisis de los enlaces que doy en el texto: “Lingüística para Nacionalistas – IX: ¿De cómo se aprenden las lenguas?” y “Lingüística para Nacionalistas – XIV: ¿En qué consiste saber una lengua?”.

      • Sr. o Sra. Anónimo/a (sin nombre), Descarado/a (sin cara) y Desalmado/a (sin alma, que se refleja en el rostro), quítese el burka, aprenda a leer y, sólo después, podrá romper el silencio y hablar sin utilizar el verbo en vano. Sin acritud, un cordial saludo.

      Manuel I. Cabezas González
      11 de diciembre de 2020

  2. Para ser profesor lingüista es una vergüenza que sólo sepa defenderse con insultos y descalificativos infantiles. Ha quedado usted retratado y además me ha dado la razón, pues que usted recurra a insultos, es que no tiene otra cosa con que defenderse y que obviamente le pesa más la política que la educación y el saber estar. Nada más que añadir.

    • Sr. o Sra. Anónimo/a (sin nombre), Descarado/a (sin cara) y Desalmado/a (sin alma, que se refleja en el rostro):

      Le recuerdo que los romanos no pagaban a traidores y yo no respondo a «gallinas» que intervienen en las redes sociales portanto el burka y agazapados tras el buladero del anonimato.

      Como lo cortés no quita lo valiente, un cordial saludo, Sr. o Sra. Anónimo/a (sin nombre), Descarado/a (sin cara) y Desalmado/a (sin alma, que se refleja en el rostro).

      Manuel I. Cabezas
      12 de diciembre de 2020

      • Para no responder a, como usted balbucea: que los romanos no pagaban a los traidores y yo no respondo a gallinas que intervienen en redes sociales portando un burka y agazapados tras el burladero del anonimato. Parece mentira, a las pruebas me remito.

        No puedo decir que haya sido un placer, pues con autoritaristas y fascistas que quieren imponer su propia ley, cueste lo que cueste, no se puede ni hablar y mucho menos razonar. Espero que por lo menos le sirva a la gente que lo lea, para hacerles pensar sobre usted.

        Yo escribo gratis y no necesito que los romanos me paguen(como usted rebuzna), pues estoy encantado de abrir los ojos a la gente gratuitamente y también para que gente como usted sea alejada de los medios de comunicación.

  3. Que carajo pasaría si la enseñanza fuese como en Suiza, país en que residí como emigrante. Trabajé en distintos cantones, algunos de habla francesa y otros alemana; según sea el habla mayoritaria y muchas veces exclusiva del Cantón, en esa lengua es el aprendizaje en las escuelas, cierto es que también están obligados a estudiar la lengua de otros cantones. Y les puedo asegurar que en ese País no existe ningún problema con las lenguas respectivas habladas en los cantones. Solamente aquí, con el substrato franquista de la sociedad española, se convierte alguna de las lenguas de millones de españoles en subalternas del castellano. Esto significa en realidad que existe ciudadanos de primera y de segunda, dado que las culturas y lenguas no castellanas son relegadas a meros percheros decorativos. Espero que algún día en los programas de enseñanza en Madrid y las Castillas sea de obligado cumplimiento el aprendizaje de cualquier otra lengua española: Euzkera, Galego, Catalá, y hasta el Bable, hoy justamente reivindicado,

    • Moine. En España tenemos una lengua común que todos conocemos; el español. En algunas zonas de España hay comunidades lingüísticas tienen como lengua materna otras lenguas.

      Lo razonable y democrático es que en las zonas con dos lenguas cada grupo lingüístico escolarice a sus hijos en su lengua materna (es absurdo pedir que se estudie catalán en Valladolid) y se introduzca la otra lengua como asignatura.

      En casi todas las naciones se hablan varias lenguas. En las 200 naciones del mundo se hablan más de 7000 lenguas. En países como Nigeria con más de 400 han adoptado el inglés como lengua franca por la conveniencia de tener un idioma común.

      Todos los grupos lingüísticos tiene la misma dignidad, pero no todas las lenguas pueden desempeñar una misma función. La principal función de la lengua es la comunicación. Eso hace que el español por conocerlo todos los españoles sea la lengua común en España y el inglés, por su número y proyección sea lengua internacional.

      Dicho esto lo que no es de recibo ni pasa en Suiza (país que pones como ejemplo), es que en una zona con 35% de hablantes de una lengua y el 55% de otra, los primero tengan derechos que los segundos no tengan. Es mentira que en Suiza se produzca esa situación.

      En Francia los franceses de lengua vasca y catalana son inmersionados en francés. En Portugal los partidos independentistas están prohibidos.

      En España se escolariza en las lenguas locales y los partidos independentistas están permitidos. En lugar de reconocimiento por ello hemos obtenido odio y desprecio hacia todo los español por parte de los nacionalistas.

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