Una no lleva la contraria por sistema, aunque a veces lo parezca. Cuando me paro a pensar y a sopesar los aciertos y los errores para continuar avanzando me pregunto por qué en esto de la política siempre voy con los que pierden. Y lo más curioso es que cuando me decanto por alguien y lo apoyo sé que perderá, pero soy incapaz de no mojarme por quien creo que merece respaldo.

Me gustaba Borrell; entre Chacón y Rubalcaba no me gustaba realmente ninguno aunque reconozco que la catalana me inspiraba menos desconfianza; apoyé a Tapias, y en estos últimos tiempos de ataques furibundos donde le han salido enemigos a Sánchez por todas partes he sentido por él simpatía y, de hecho, me he visto incluso defendiéndole. Esta vez no podía ser de otro modo: entre Iceta y Parlón yo me inclinaba por ella. Aunque debo reconocer que el ganador también tiene mi simpatía. Quizás sea porque en las cuestiones más visibles los dos defendían posturas muy similares. Las diferencias estaban en la visión de la política que defendían: aquél más partidario de los cambios pausados y ésta más propicia a un buen «meneo» que pusiera en marcha una organización, el PSC, que está cayendo en picado.

18.000 militantes estaban llamados a votar. Han acudido más o menos la mitad. Viendo el panorama socialista desde luego que puede considerarse el vaso medio lleno, pues en las últimas primarias del PSOE la participación fue más o menos la misma, teniendo en cuenta que no estaban metidos en el fango como lo están ahora.

La diferencia entre las dos candidaturas ha sido de setecientos votos. Iceta ha salido elegido por el 54% y Parlón ha obtenido un 46% de los apoyos. La verdad es que ha quedado bastante equilibrado el resultado. Esto, en otras circunstancias significaría un problema, pues sería la evidencia de una organización dividida. Sin embargo en este caso resulta un positivo dato: puesto que los candidatos no son vistos como enemigos, sino más bien como parte de un equipo con un proyecto más o menos común, su competencia ha puesto en valor la sana participación y el respeto a la pluralidad partiendo de criterios y valores comunes.

Estoy segura de que el PSC sale reforzado de este ejercicio democrático. No se ha vivido juego sucio y esto es algo que, sobre todo en la familia socialista, debe ser aplaudido en los tiempos que corren. Han unificado el mensaje ante lo urgente y lo importante: la formación del Gobierno, que no contará en caso de proponer a Rajoy como Presidente con el apoyo de los diputados catalanes del grupo socialista. Sin duda, haber mantenido el discurso ha servido para entender estas primarias como un ejercicio participativo y no como una batalla campal. Un ejemplo a su vez hacia Ferraz, tan temeroso de los procesos que huelan a democracia.

Sobre todo es de agradecer la tranquilidad de quienes han acudido a votar sabiendo que ganase quien ganase, la línea mantenida hasta ahora no iba a cambiar de la noche a la mañana (lo sucedido en el pasado Comité Federal ha despertado todos los miedos de la militancia).

Siempre simpatizo con los que no suelen tener los apoyos mayoritarios. Y hoy, como siempre, celebro el ejemplo catalán. Justo cuando más abiertas están las heridas y parece que de esta tierra nos quieren convencer de que no sale nada bueno. En este proceso, el PSC nos ha dado un ejemplo de trabajo en equipo, de respeto y de defensa de los ideales por encima de las guerras oscuras del poder. Gracias. Hacía falta. Quizás por eso no dé juego y este buen hacer no sea noticia.

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