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El Egipto que pudo florecer y ahora languidece

El escritor egipcio Alaa Al Aswani retrata magistralmente todas las aristas y entresijos que posibilitaron, y frustraron, la Primavera árabe en el país africano más poblado

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análisis

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Desde que deslumbrara a la crítica internacional con El edificio Yacobián, este médico dentista de formación y ferviente defensor de los derechos humanos, nacido en El Cairo (1957) Alaa Al Aswani se ha ganado por méritos propios ser el heredero natural del Nobel egipcio Naguib Mahfuz, y su nueva novela, La república era esto (Anagrama) así lo certifica con motivos más que sobrados.

De forma coral, Al Aswani recrea aquellos días históricos de enero de 2011 en los que el pueblo egipcio se echó a las calles para exigir libertad y democracia, y cuyas protestas terminaron finalmente derrocando el régimen de Hosni Mubarak. Las historias entrecruzadas de una estudiante de Medicina cuyo padre dirige los servicios secretos, del responsable de una fábrica con ideales revolucionarios, de un actor copto adicto al hachís y otros personajes igual de singulares dan luz a una historia narrada primorosamente y con un músculo admirable.

Al Aswani levanta acta de las tremendas contradicciones de un país donde religión, corrupción institucional y ausencia de derechos fundamentales forman un cóctel explosivo

Poco a poco, Al Aswani va conformando un espectacular mosaico que, en su conjunto, retrata primorosamente las tremendas contradicciones de un país donde religión, corrupción institucional, falta de derechos fundamentales y graves desequilibrios sociales se entrecruzan formando un cóctel explosivo que desembocó en aquella ilusión de 2011 cuando parecía que la Primavera árabe iba a traer a todos estos países una nueva realidad sociopolítica más próspera y democrática.

El escritor cairota Alaa Al Aswani, en la plaza Tahrir de El Cairo, durante las protestas de 2011.

Maestro de personajes

En el caso concreto de Egipto, todo fue un espejismo que duró lo que duró porque los resortes de un estado fallido y corrupto en el que la estructura piramidal inquebrantable está sólidamente levantada después de décadas de sátrapas variopintos. Los personajes de Al Aswani están magistralmente delineados y perfilados, cada uno con sus condicionantes vitales particulares, atrapados en una tela de araña tremendamente difícil de sortear, incluso cuando la suma de voluntades en busca de libertades intenta atravesarla con el ímpetu que otorga la lucha ciudadana en pos de ideales universales como libertad, igualdad y defensa de los derechos más fundamentales.

El escritor egipcio ha escrito su novela más completa, con una valentía admirable, una obra que definitivamente retrata a una sociedad que aún busca su futuro pese a los incontables obstáculos que tiene por delante para lograr alcanzarlo.

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