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El duro y fascinante mundo de Unamuno y los Hermanos Machado

Javier Puebla
Javier Pueblahttp://www.javierpuebla.com
Cineasta, escritor, columnista y viajero. Galardonado con diversos premios, tanto en prosa como en poesía. Es el primer escritor en la historia de la literatura en haber escrito un cuento al día durante un año, El año del cazador, 365 relatos que encierran una novela dentro.
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análisis

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«Por fin tengo el placer y el honor de asaltarte con este voluminoso epistolario, que me atrevería a denominar de Enciclopedia machadunamuniana. Pesa kilo y medio, y creo que vale su peso en oro. Pero no podrás leerlo en el metro, salvo que quieras hacer pesas», me escribe el gran editor Emilio Pascual en la nota que acompaña al «kilo y medio»: LOS MACHADO Y UNAMUNO: CARTAS.

Objeto no sólo voluminoso o pesado, sino también atractivo y fascinante. Un mundo por el que se puede pasear, como si las cartas fueran calles y avenidas, y las palabras tiendas, rostros, almas, bares.

Los Machado y Unamuno se cartearon durante más de treinta años:

«A su regreso de una estancia de dos años en París, donde había trabajado como traductor para la editorial Garnier, y escrito su primer poemario, Alma, Manuel Machado se sumergió en el bullente mundo de la prensa literaria del momento y, en el verano de 1901, solicitaba a Unamuno -dos veces- una colaboración para el primer número de Juventud. El tono de la segunda carta permite suponer que habían coincidido en Madrid en algunas de las frecuentes visitas de Unamuno a la capital….»

Así comienza el prólogo o introducción de Pollux Hernúñez, editor de la obra, y para mí fue ya suficiente reclamo para no dejar el libro en la pequeña librería de los «ya los miraré» y colocarlo a mi derecha, en la muy generosa mesa de despacho que me cedió mi padre cuando regresé desde el África francesa a Madrid (como Manuel Machado, pero cien años después), y así cada vez que tengo un momento libre, abro el libro y paseo -caprichosamente- por sus páginas.

La forma de tratarse no ha cambiado demasiado:

«le quiere y admira mucho su affmo» «su amigo y leal para siempre» «Hasta pronto, le quiere y admira»

Claro que ahora en el correo electrónico son ya muy pocos los que utilizan esas fórmulas rezumantes de afecto y respeto. Y en guasap entiendo que prácticamente nadie.

Subrayo frases

«El gozo de la vida es producir» (pag 67)

«¿No hagas orfebrería literaria, por Dios, no hagas orfebrería literaria!»  (413)

Acepto y argumentos y discuto otros. Tomo notas en los márgenes (sintiéndome culpable porque imagino la cara que pondría Luis Alberto de Cuenca -que es gracias a quien conocí a Emilio Pascual y Pollux- si me viera hacerlo), me río, me entusiasmo. Levanto el libro y hago pesas con él, y me imagino a mí mismo viviendo en el Madrid de hace un siglo, en el mundo de hace un siglo. Quizá habría tenido la suerte de conocer al autor de Niebla, o a alguno de los inolvidables hermanos.

Cierro el libro. Me pongo con otra cosa, últimamente la vida se ha acelerado y deja pocos respiros; ni siquiera cuando llegamos a casa y podemos quitarnos el bozal o mascarilla. Pero ahí está a mi lado LOS MACHADO Y UNAMUNO: CARTAS. Paso los dedos sobre la bella cubierta. Lo abro, pico algo, vuelvo a cerrarlo. Lo miro con afecto, agradecido. Buen, fiel y paciente amigo.

(Mecanografía: TM)

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