Foto Agustín Millán

Y en medio de la atmósfera de hastío y decadencia con la que arranca la XIV Legislatura faltaba el duelo patético en el Congreso entre dos honorables parlamentarios de la derecha española. Según informa Efe, la ocupación de los escaños ha provocado, minutos antes del comienzo de la sesión constitutiva de la Cámara Baja, un encontronazo entre el diputado electo de Ciudadanos Marcos de Quinto y Luis Gestoso, electo de Vox por Murcia.

Según la agencia de noticias, tal como ocurrió en la sesión de la Diputación Permanente de hace un mes, “otra vez Ciudadanos y Vox han tenido un choque a cuenta de la ocupación de los escaños, pero esta vez en el hemiciclo”. La tangana se ha producido después de que los diputados de Santiago Abascal, según la versión contada por Cs, ocuparan la zona en la que se sentaba el grupo naranja en la pasada Legislatura.

El incidente resulta aún confuso y quizá exigiera la apertura de una comisión de investigación, pero lo cierto es que ambos, De Quinto y Gestoso, han tenido sus más y sus menos en la disputa por el asiento, hasta el punto de que ha habido empujones y un cuerpo a cuerpo en el que Luis Gestoso ha caído al suelo, según diferentes fuentes parlamentarias.

Eran las 8.30 de la mañana cuando los cargos electos pudieron acceder al hemiciclo y, como en la sesión de constitución del Congreso del pasado 21 de mayo, los de Vox fueron los más madrugadores para ocupar las primeras filas y tener su minuto de gloria en la televisión. Los ultras acudieron a instalarse en los escaños de la bancada central que tradicionalmente han ocupado formaciones nacionalistas e independentistas, aunque el portavoz parlamentario del PNV, Aitor Esteban, y su compañero de grupo Mikel Legarda pudieron agenciarse finalmente las mismas plazas que ya tenían asignadas en la legislatura pasada.

Fue entonces cuando los diputados de Cs quisieron defender sus asientos de la primera y segunda filas. Y ahí fue donde supuestamente De Quintos y Gestoso tuvieron su pequeña refriega a la “ucraniana”, o sea casi a zapatazos, aunque la cosa quedó más bien en una pelea de parvulario.

De confirmarse el espectáculo, solo cabría decir que tales maneras son propias de esa derecha chusquera, iracunda y dura que ha ido recalando en el Parlamento español en las últimas convocatorias electorales. Lo que le faltaba al país en el peor momento. Pero así es como esta gente entiende la democracia: una agria riña de gatos hasta llegar al enfrentamiento físico por el escaño, una gresca por el poder a toda costa, una refriega tabernaria. La idea que tiene la derecha hispana del parlamentarismo es la que ha quedado perfectamente retratada en esa disputa mañanera por la bancada entre dos púgiles de la política que están dispuesto a morder y a abrirse paso a codazos, si hace falta, para alcanzar sus objetivos políticos.

A un lado del ring de las Cortes Luis Gestoso, el león de Cartagena, el hombre que escucha la música épica de Hans Zimmer mientras pinta sus maquetas de aviones de la Segunda Guerra Mundial y que comparte una larga y estrecha amistad con Santiago Abascal. Al otro lado de la lona, Marcos de Quinto, el tigre de las finanzas, el vendedor de coca colas y refrescos, el magnate de los 47 millones de euros, 19 vehículos, cinco casas y un barco. Del primero, La Razón escribió que “si alguien sabe bien qué es eso que llaman las tres derechas ese es Luis Gestoso, el cabeza de lista de Vox en la Región de Murcia en las pasadas elecciones autonómicas y portavoz del grupo. Y lo sabe porque ha pasado por las tres formaciones políticas”, es decir Partido Popular, Ciudadanos y Vox. Del segundo, el político de las polémicas sin fin que llamó “bien comidos pasajeros” a los pobres náufragos rescatados del Open Arms, qué más se puede decir. Es todo un hater del inframundo milenial. Son famosos sus duelos dialécticos en las redes sociales con los rojos bolivarianos que quieren romper España, pero le faltaba un último trofeo en sus vitrinas, un fogoso duelo al alba en el Parlamento español con un competidor directo en la lucha por la hegemonía de la derechona patria.

Toda la mañana ha estado envuelta en una atmósfera decadente y espesa, síntoma evidente del agotamiento del régimen del 78 que ya no da más de sí y que precisa de importantes reformas estructurales. El gallinero de los juramentos; las votaciones con trozos de papel y carcomidas urnas de madera, como en el siglo XIX; el esguince de Adriana Lastra como mal presagio para Pedro Sánchez; un improvisado presidente de la Cámara con trazas de Valle Inclán; y para completar el esperpento un patético duelo al sol entre dos caballeros españolazos que por lo visto se han disputado el pupitre a empujones. En el futuro habrá que sentarlos en lugares apartados, uno en cada rincón de la clase, antes de que lleguen a las manos.

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