La semana pasada, en plena crisis promovida por Marruecos con la llegada masiva de inmigrantes a Ceuta, las tintas se cargaron contra el que fuera vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias.
Se le intentó acusar a él de ser el causante de la crisis política entre los dos reinos, el de España y el de Marruecos, por haber defendido en su momento la resolución del conflicto con el Sáhara mediante un referéndum de autodeterminación.
Desde los diferentes focos y altavoces que utiliza la oposición del gobierno, incluidos los medios de comunicación que les hacen de voceros, se intentó, de manera torticera, dar a entender que el hecho de que Pablo Iglesias considerase la resolución del conflicto del Sáhara con la puesta en marcha de un referendum, era un comentario inaceptable. De hecho, hubo quien, como Risto Mejide en su programa «todo es mentira», osó a señalar que este comentario era comparable a que un gobernante de otro país comentase sobre la necesidad de un referendum en Cataluña. Una comparación absolutamente absurda y fuera de lugar.
Y es absurda y está fuera de lugar porque, en primer lugar, el referendum del sáhara es una solución que el propio reino de España propuso cuando se marchó del Sáhara español y se generó un problema ante la invasión de Marruecos y Mauritania, países que intentaron hacerse con los territorios saharauis.
Fue en aquel momento cuando España puso sobre la mesa la necesidad de un rerefendum para poder dirimir el conflicto que se había creado. La ONU tuvo que intervenir más tarde, creando una misión especial, precisamente para el referendum, denominada MINURSO.
Marruecos aceptó la resolución mediante esta vía. Pero lleva desde la década de los ochenta posponiendo la celebración del referendum.
Tan es así, que el referendum está absolutamente acordado para ser celebrado, que el propio rey felipe dio este discurso en el año 2016.
Una referencia que, seguro, no se verá en los programas de televisión, ni Risto Mejide comentará y desde luego la oposición no se atreverá a rebatir. Un discurso que es necesario poner en valor, a juzgar por la manipulación que estos días hemos visto sobre la realidad, más allá de las opiniones y sensibilidades de cada cual.
