El descosido de Catalunya

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Corría el año 1968 cuando mi padre, que llevaba trabajando varios años en Catalunya, nos llevó a todos: a mi madre, a mi hermano y a mí, a la provincia de Barcelona. Eran años complicados para España, siempre lo fueron. El dictador aún vivía y Murcia, en nuestro caso Moratalla, era tierra de imposibilidades. Mi padre había encontrado trabajo en un recién construido hotel de la costa del Maresme. Necesitaban mano de obra: conserjes, camareros, limpieza, mantenimiento… Los empleados llegaron de todas partes de la depauperada España buscando una oportunidad. Catalunya, siempre se ha dicho, ha sido tierra de oportunidades y de acogida.

Decía García Márquez que uno no es de un lugar hasta que no ha enterrado a alguien. En Catalunya están mis padres y mi hermano, por lo tanto, si le hacemos caso al maestro, yo soy en parte de allí. Y por eso me tomo la libertad de escribir estas líneas. A finales de los años setenta yo estaba estudiando en un instituto de Mataró. Las clases se impartían todas en castellano y nunca nadie protestó por eso. Los compañeros que habían nacido en Catalunya, y cuyos padres y abuelos eran catalanes, jamás nos hicieron un feo a los que llegamos de fuera. Es más, nos acogieron como si fuésemos de allí sin hacer ningún tipo de distinción o menosprecio. Había un padre de Canet de Mar que me recogía junto a su hijo en la carretera nacional que iba a Mataró, para que me ahorrara el importe del autobús, que aunque no era mucho, hay que recordar que eran tiempos de pobreza y nuestros padres tenían que trabajar en dos sitios a la vez para poder llevar un sueldo a casa. En alguna ocasión nos entretenía un control de la Guardia Civil en el tramo que hay entre Caldas d’Estrac y Llavaneres. Los agentes miraban al conductor y luego repartían la mirada con los ocupantes del asiento de atrás, todos adolescentes. En esas ocasiones nunca escuché que el padre de mi amigo blasfemara ni soltara improperios sobre esos agentes que nos hacían llegar tarde al instituto. Franco agonizaba y el Régimen endurecía los controles, pero los catalanes los sufrían con miedo y silencio.

Una vecina del mismo bloque nos dijo que ellos siempre hablaban en catalán en sus casas. Les habían prohibido hablar catalán en público y en las instituciones, pero esa prohibición nunca podía llegar al interior de sus hogares, me había dicho. Un compañero de Instituto llegó un día magullado. El profesor le preguntó qué le había ocurrido. Nos explicó que le habían atracado en el parque de Mataró cuando cruzaba para llegar a tiempo a las clases. Eran tres chicos del barrio de la Llàntia. Uno de ellos le pidió un cigarro y él, amable se lo entregó diciéndole unas palabras en catalán. Nos dijo que le preguntó si quería fuego: “vols foc”. Uno de los chicos le dijo a los otros: “eh, mirad, este es catalino, seguro que tiene dinero”. Le propinaron una paliza y le robaron el dinero que llevaba encima. Entre todos los de la clase hicimos una colecta para pagarle el billete de tren con regreso a Vilasar.

En el barrio donde residíamos en Caldas d’Estrac había una “torre” donde vivía una autoridad franquista. Era constante el ir y venir de coches de alta gama y de patrullas de la Guardia Civil. Un día los agentes que custodiaban el recinto detuvieron el Simca de mi padre cuando regresábamos del instituto. Ese día me había podido ir a buscar y yo iba en el asiento del copiloto. Mi padre les dijo que éramos vecinos del barrio para que los agentes no desconfiaran. Mi padre no podía ocultar el acento murciano, y uno de los guardias se dio cuenta. ¿Murcianico? Le preguntó. Venga pase, que los murcianos son buena gente. Aquí de los que no hay que fiarse es de los catalanes, añadió gratuitamente.

Años más tarde, en la academia de policía (principio de los años noventa), un compañero que había estado destinado un tiempo en Barcelona, durante el desayuno comenzó a bramar sobre lo mal que se estaba en Catalunya y lo poco que querían a los españoles en general y a la policía en particular. Y contó la consabida historia, que además es falsa, del taxista que no le quiso llevar a una calle porque no dijo el nombre de esa calle en catalán. No me pude aguantar y me dirigí a él, con respeto, porque era un policía veterano y yo solo un alumno, y le dije que eso era mentira. Al igual que son mentira tantas cosas que se cuentan. He vivido en Barcelona muchos años. Me casé en Mataró. Estuve destinado en Girona. La familia de mi esposa son todos catalanes. Vamos con asiduidad a Arenys de Munt, donde todo el mundo conoce mi profesión. Nunca, jamás, nadie me ha dicho nada, ni me ha menospreciado, ni me ha faltado por ser quién soy. En Catalunya todo es comprensión e incluso cuando debería haber violencia, como el caso de una manifestación, no la hay. Se hacen las cosas, como dice Joan Tardà, a la catalana. Es decir: pacíficamente.

No me voy a pronunciar, porque corren malos tiempos para pronunciarse, pero solo diré que conozco a muchos catalanes, muchísimos, que ya lo eran cuando yo llegué a Barcelona y que, como yo, llegamos juntos cuando nuestros padres fueron buscando una oportunidad. Esos, los ciudadanos de a pie, los votantes, los que pagan impuestos, los que estudian y trabajan, los que viven allí, no comprenden demasiado el porqué unos políticos electos que “algunos” eligieron para que los gobernaran están ahora en la cárcel. No lo comprenden no porque no tengan razón (no caeré en la trampa de discutir sobre decisiones judiciales), sino porque el dialogo político que se presupone debe existir como dogma en las relaciones entre un gobierno y otro, se ha roto. Y este descosido costará de zurcir.

 

11 COMENTARIOS

  1. Se te ve el plumero mucho, «compañero». Ya me explicarás en qué insólita situación pudiste tener tú esa extraña y heroica conversación en Ávila, mientras desayunabas con un «veterano que había estado varios años en Cataluña». ¿En la escuela, en Ávila? ¿Y qué cojones hacía allí ese tío, compartiendo su desayuno contigo? ¿Era un masoca que quería sucidarse bebiéndose el agua sucia de Albi? A tus amiguetes ignorantes, incapaces de distinguir un policía auténtico de un chupito de tequila o una democracia de un circo, les puedes hacer tragar todo este rollo del poli proindepe, pero al final todo se te queda en lo mismo: las ganas de notoriedad que no puedes alcanzar de ninguna otra forma.

    • No sé de qué promoción eres, pero lo que sí sé por tus palabras es que eres policía. El veterano era de la UIP y estaba haciendo un curso de no sé qué. Durante el año venían muchos, incluso los GOES, y desayunaban, comían y cenaban en el mismo salón dónde lo hacíamos los alumnos. Este se quedó un mediodía charlando con otros alumnos y contando batallas de su paso por Barcelona. Yo era secretario de la Junta y habíamos tenido una reunión con Aguado y comimos más tarde. No recuerdo las circunstancias exactas, porque han pasado 25 años, pero sí que recuerdo que comenzó a rajar de Bcn y dijo que allí no nos querían. Intervine cuando contó la anécdota del taxista. Respecto a la notoriedad de la que hablas, mientras haya mediocres como tú, no será necesario.

      • No tienes que dar tanta explicación, que se te ve el refajo. Ya te digo yo de la promoción que soy, de la misma que tú. Por eso sé que ni llevas 25 años en el cuerpo como vas diciendo por ahí, amiguete. O a lo mejor es que no sé sumar yo el tiempo que pasó desde septiembre de 1994. Que eso de inventar te vendrá bien para las novelas, pero sé yo si te valdrá para lo que estás buscando con esta estrategia de rebeldín, que se te nota bastante. En la X no vino nadie de UIP a Ávila, así que deja ya el cuento. Que igual daría que hubieran venido, porque no me creo yo a un alumno de Ávila vacilándole a un veterano. Y a un uipero nada menos!! Jajaja. Y eso en el caso de un alumno normal. Imagina uno de esos que se pillan una superbaja psicológica cuando le abren un expedientín que no queda ni en leve. Me da que tendrías que tener un poco más de respeto por tus compañeros. Si eres proindepe o buscas un agujero, pues muy bien, o si solo buscas tus 15 minutos de gloria, pues también, pero no a costa de largar de los demás, y menos si son mentiras.

        • Y ya de paso, deberías elaborar mejor tus historietas cuando quieras hacerlas pasar por verdaderas. No lo digo ya por ese desayuno que ahora se convirtió en comida, por esa falsa visita de la UIP a la academia, por el sorpresivo alargamiento de tu carrera profesional, o por esa conversación que no te la crees ni tú, lo digo por esa chorrada que cuentas de que en el 68 estaba prohibido hablar catalán en público. Te crees todo lo que te cuentan tus amiguitos indepes de Cataluña, o de Catalunya como dices tú, y así te va. Mirate un poco la documentación anda, a ver si encuentras esa prohibición por algún sitio. Es bastante grave que siendo funcionario del estado te pases tu juramento por el forro en público, que no tengas ni idea de la ley que en teoría debes hacer cumplir y que encima apoyes a los que la quiebran, pero tampoco es poca cosa que te tragues los cuentos chinos indepes.

          • Dicen que en cada promoción de la policía siempre sale algún tarado. Ahora ya sabemos quién fue en la “nuestra”. Y ya puestos podrías evitar ocultarte detrás de un nombre falso y descubrir quién eres. O es que además de mentiroso, envidioso, rencoroso, retorcido, facistoide y acomplejado, resulta que eres un cobarde. Un cobarde mentiroso que ni siquiera es de la X, porque si no sabrías que lo que digo es verdad. Entraste años más tarde, y luego ascendiste para creerte importante. Y sigues siendo un don nadie, y por eso te entretienes en crear cuentas y nombres falsos para darte una importancia que no tienes. Anda, pon tu nombre aquí, como has hecho otras veces. Mediocre.

          • Bueno, bueno, bueno!! Toda esa sarta de insultos no es propia de alguien con la razón de su parte, amiguete. No sé con quién me confundes, pero vamos, vas fatal. Mi identidad es lo de menos, lo que cuenta es que lo que te digo es la pura verdad, y algunos tenemos que protegernos porque a diferencia de ti, curramos todo el día de cara a los malos. Va, no te pongas tan nervioso y planea mejor tus cuentos.

  2. Esteremos hablando de gobiernos, pero de un solo Estado, que es el español. Que se mire cada cual su DNI y su pasaporte europeo, porque es España la que está en Europa.
    No se puede validar a los delincuentes, que atentan contra el Estado español, porque hayan sido elegidos. Digo más, más grave es que un político transgreda las leyes que lo haga un ciudadano cualquiera. Porque ellos por su condición deben dar ejemplo, y porque cobran de un Estado, que es el español.

  3. Vaya chorrada de carta. Se puede escribir una como esta u otra que cuente todo lo contrario. Es verdad que se nota mucho que el que la escribe es un independentista. Con las independencias a mí me parece que no se va a ninguna parte. Yo siempre estoy en contra de las fronteras y a favor de la unión entre los pueblos.

  4. Esteban, eres un películas. La notoriedad que no tienes por ser minimamente buen escritor la buscas con historias inventadas en las que eres el protagonista bueno y tus compañeros siempre los malos. El relato es malo con ganas y creo que llevar tanto tiempo sin pegar palo al agua explotando un expediente disciplinario mas que merecido te está pasando factura. Ahora subirás estas opiniones a la Red aduciendo ser víctima de acoso y no sabemos cuantas sandeces más y todo porque tu ego no soporta ninguna crítica y por víctimizarte en un intento de seguir sacando un redito comercial. Esfuerzate un poco y cuenta algo creíble. Fantasma.

  5. Señor Navarro a mí sus ideas me da igual. Cada uno tiene las suyas igual que cada uno ha vivido o ha escuchado experiencias como esas que cuenta usted de su infancia. Otras personas cuentan otras, por ejemplo acosos por parte de separatistas, exclusión por hablar castellano, pintadas con amenazas o palizas por llevar banderas de España. Seguro que se pueden encontrar anecdotas para todos los gustos y unas serán verdad y otras mentira, yo no digo ni una cosa ni la otra, pero me preocupa que un policía nacional que repite mucho que es policía nacional insista tanto en los buenos que son unos y lo malos que son otros, y me preocupa más aun que tenga ideas contrarias a las leyes y no se las reserve para la intimidad, y sobretodo me preocupa que hable usted tan mal de sus compañeros y los compare con lo bueno y comprensivo que es usted. Los ciudadanos pagamos su sueldo no lo olvide, y le exigimos que cumpla su misión, usted con su vida haga lo que quiera, faltaria más. Sea comprensivo o preséntese para president de la Generalitat si quiere, o mejor que escribir artículos, haga usted el trabajo por el que le pago y denuncie a sus compañeros si ve usted que se extralimitan con los separatistas.Pero yo como ciudadano no puedo fiarme de un policía que coge el dinero que le pago pero va por ahí contando anécdotas en vez de actuar, y aplaudiendo a los separatistas y llamando fascistas a otros policías cuando le reprochan su infidelidad. Osea que me da igual que usted diga que hay presos politicos o que en España no se cumplen las leyes, pero no me da igual que lo diga y ni siquiera que lo insinue si además está diciendo usted que es policia nacional. Hay compañeros suyos que tuvieron que coger las maletas para irse de los hoteles porque los separatistas los echaron, y les decían lo mismo que les dice usted, fascistas. Yo me pregunto con que cara va usted todos los dias a su trabajo y que haria usted si tuviera que ir mañana a Cataluña a hacer que se cumpliera la ley cobrando de lo que le pagamos todos los españoles. Dice usted que le destinaron en Girona y yo me pregunto si cuando usted estuvo allí cumplió con la ley como era su obligación o hizo la vista gorda con personas que se la saltaban, como se la saltan los separatistas, o si llamaba usted fascistas a sus compañeros cuando hacían que se cumpliera la ley, porque para eso les pagabamos. Supongo que entonces yo también soy un fascista porque quiero que la policía haga su trabajo en mi barrio y en Catalunya. Dice usted que personalmente no ha sufrido males en Catalunya, y yo me alegro por usted, pero juzgar las cosas por lo que usted solo ve a lo mejor no es buen sistema, sobretodo cuando se es alguien tan parcial. Dice usted que en Catalunya todo es comprensión y que incluso cuando debería haber violencia, como el caso de una manifestación, no la hay. Eso lo dice usted en este articulo y yo me pregunto como un policía nacional puede pensar que en una manifestación debería haber violencia, cuando una manifestación es un derecho de todos según la Constitución, y tiene que ser pacífica. Yo me pregunto si usted comprendería que en una manifestación separatista hubiera violencia, y qué haría si delante de usted en una manifestación empezaran a romper escaparates o a pegar a alguien con una pulserita con la bandera de España.Y si ahora a usted su jefe le diera la orden de detener a un acusado por el juez Llarena me pregunto también si usted obedecería o llamaría fascista a su jefe y al juez Llarena. Yo como pagador de su sueldo no me fio de usted, y prefiero pagar su sueldo a los policias que cumplen el trabajo por el que les pago.

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