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El desastre del Mar Menor

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Llevamos ya varios años escandalizados con un desastre ecológico de considerables dimensiones. En las diferentes instituciones tiran balones fuera, echándose la culpa unos a otros, sin que ninguna tome las riendas, dispuesta a solucionarlo. No es la primera vez que vemos una alerta dramática. Tres toneladas de peces murieron hace dos años por falta de oxígeno en el agua (anoxia). Ahora mismo, otra vez se están retirando cerca de cinco toneladas de peces muertos. Por tanto, el desastre va en aumento.

¿Quién es el responsable de semejante barbaridad? No es solo uno, la respuesta depende de la institución que se pronuncie. Naturalmente, la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia tiene asignada la conservación del medio natural de su región, como no podía ser menos. La ley 3/2020, de 27 julio, de recuperación y protección del Mar Menor, “uno de los principales elementos de identificación cultural de la Región de Murcia, que despierta en todos los murcianos un fuerte apego emocional”. Pues bien, a pesar de ello, el presidente López Miras pone la responsabilidad en el Gobierno del Estado. De este modo, el Gobierno le arreglará el desastre, mientras él permanece sin despeinarse, ni asumir sus responsabilidades. También se echa la culpa a los nitratos que proceden de la actividad agraria industrial, que nadie se atreve a regular.

Otras actividades de pésima gestión han degradado el medio ambiente a causa de la ambición y afán de acumular dinero, como es la minera y la turística, que ha permitido urbanizar sin control. En síntesis, ni la Autonomía murciana, ni la Confederación Hidrográfica del Segura, ni en Estado han solucionado el problema. ¿Qué hacer? Viendo las cosas desde el exterior, creo que solo el Estado puede resolver este desastre. Yo abogaría por esto y, una vez resuelto, habría que someter a la Autonomía a fuertes sanciones o, incluso, suspender esta competencia al gobierno regional por irresponsable e incompetente. Bien sé que no puede llegar la sangre al río, pero esta es mi opinión. Declarar que el Mar Menor como zona catastrófica podría ser el comienzo, sin olvidar proclamar igualmente catastróficos a las personas de Casado García Egea y López Miras.

Sin embargo, hay que resolver antes el origen del mal, acabando con los regadíos y cultivos ilegales y cesando completamente los vertidos. En el Consejo de Ministros del día 24 del mes actual no conceden la declaración de zona catastrófica por ser “consecuencia de un período muy dilatado de inacción y de permisividad de acciones agresivas para el medio ambiente”. Sería una gran injusticia que el resto de las Comunidades y todos los españoles pagaran los atropellos cometidos por el gobierno de la Comunidad.

Además, habría que regular desde ahora todas las actividades agrarias y sus vertidos, caiga quien caiga, porque el desastre será peor para la totalidad y una actividad determinada puede recuperarse, siempre dentro de las normativas que se establezcan. Tampoco habría que tener miedo de la expropiación de terrenos, siempre que fuera necesaria y mediante un pago legal.

Nunca se ha hecho frente todavía a la problemática del Mar Menor, porque nos falta conciencia ecológica a toneladas. Nuestra forma de actuar es siempre la misma. El modo hispano echa la culpa a los demás. Dado que nosotros no somos nunca responsables y, si lo fuéramos, tampoco lo asumiríamos, preferimos que se hunda todo. Piove, porco Governo, según el dicho italiano. En 2019 la culpable fue la DANA y ahora es el aumento de la temperatura del mar. Mientras tanto, el desastre es cada vez mayor. Antes fue el trasvase Trajo-Segura, llegando al Campo de Cartagena, aunque los agricultores se frotaban las manos. ¿Que podría traer consecuencias peligrosas? Bueno, de momento se solucionaba el asunto; después, ya se vería. Qué luces son cortas y que absoluta falta de perspectiva.

Se está muriendo el Mar Menor y alguien tendría que salvarlo. Quizás podría intervenir la Unión Europea, como institución de prestigio internacional, que muestre las vergüenzas de un país, que pertenece a ella. Lo que no se puede es dejar las cosas así ni un minuto más hasta que no tenga remedio. Atención, se trata de un ecosistema único,por lo que dirigirse a la UE no sería ningún desacierto. El Mar Menor es una laguna salada, separada del mar Mediterráneo por La Manga, una barrera de 22 kilómetros cuadrados. Su extensión es de 170 km² de superficie y una longitud de costa de 73 km² y cinco islas de origen volcánico. Se trata de la mayor de Europa.

En manos de otros países se había convertido en un monumento eco ambiental. Aquí, por desgracia, languidece. “La mejor piscina natural del mundo”, dijo de ella la actriz Esther Williams, y sabía lo que decía. Casi todo el año con sol, tiene unas condiciones climatológicas singulares. Su abandono es ya endémico y todas las administraciones deberían coordinarse para salvarla. Solo con una buena orientación hacia un turismo sostenible ganaríamos a no muy largo plazo mucho más lo que tendríamos que gastar. Nuestra dignidad ecológica se enorgullecería de ello.

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