El 25-S en el País Vasco ha seguido el guion previsto en las encuestas. Más o menos. Se consolida el proyecto del nacionalismo moderado del PNV de Íñigo Urkullu, pierde fuelle pero no demasiado la opción independentista de EH-Bildu, que se mantiene como segunda fuerza política, y entra con fuerza, pero sin arrollar, la marca Podemos en Euskadi

Los partidos que durante décadas han decidido la política contra la lacra del terrorismo etarra, PSOE y Partido Popular, han quedado completamente arrinconados, meras comparsas de una realidad ciudadana a años luz de sus programas políticos, en una tierra necesitada de nuevas formas de hacer política y sobre todo que urge a mirar con nuevos ojos la nueva realidad surgida tras el fin del terrorismo de ETA.

Tras el varapalo sufrido por el plan Ibarretxe hace ya más de una década, el nacionalismo conservador del PNV ha moderado su discurso independentista, ha replegado velas y sobre todo ha hecho de la necesidad virtud. Las urnas le han dado completamente la razón, porque esta nueva victoria de Urkullu sirve a su formación para emprender con rigor y nuevas estrategias el camino que le lleve más pronto que tarde a lograr algún día el derecho a decidir del pueblo vasco, una voluntad expresada abrumadoramente este 25-J en Euskadi.

El 74% de los votantes respalda programas políticos que llevan esta propuesta del derecho a la autodeterminación en su decálogo fundamental. A partir de ahí, el reparto es más o menos equitativo entre estas tres formaciones. Evidentemente es el PNV el que mejor rédito saca de ella gracias a su histórica consolidación en un electorado siempre fiel en mayor o menor grado.

pili-zabalaTambién el electorado de EH-Bildu es relativamente fiel, aunque el fin de la violencia de ETA y la nueva propuesta en Euskadi del proyecto Podemos ha supuesto una relativa sangría de votos de los independentistas hacia la formación morada encabezada por Pili Zabala. “Nuestro resultado es histórico, nunca nadie había irrumpido con 11 escaños en el Parlamento vasco a la primera”, dijo Zabala al valorar los resultados en la noche electoral.

Pero pese a este resultado histórico del partido de Pablo Iglesias en la Cámara vasca –entra de golpe con 11 diputados–, nada más lejos de los respaldos que Podemos obtuvo en las últimas elecciones generales del 26-J en el País Vasco. Cierto es que nada tienen que ver unas elecciones generales y unas autonómicas, pero también da muestra del techo que Podemos ha encontrado en sus aspiraciones de asaltar los cielos.

Bien es cierto que la formación morada supera a PSOE y PP con holgura, pero se queda bastante lejos de lograr el ‘sorpasso’ a EH-Bildu y aún más de los ‘jeltzales’. Este 26-J, Podemos fue la fuerza más votada en el País Vasco, con 333.730 sufragios en los tres territorios autonómicos. Logró arrancar votos tanto a los independentistas de Bildu como a los socialistas, y de este modo se atrevió incluso a amedrentar al todopoderoso PNV.

Pero estos comicios autonómicos son otra cosa, por eso han quedado relegados a la tercera fuerza política con la mitad de votos de los obtenidos el pasado junio. Estos 156.586 sufragios de Podemos hacen que entre con fuerza en la Cámara vasca con 11 diputados, aunque el principal partido de la oposición será de nuevo EH-Bildu.

La formación independentista ha apostado en esta campaña por unos mensajes sociales y económicos que camuflen su errática política antiterrorista, sobre todo tras el fin de la violencia de ETA. Ni que decir tiene que mantienen el derecho a decidir como un elemento imprescindible de su política, pero desde Podemos han sabido agenciarse el protagonismo en este asunto con unos modos más amables y democráticos.

Y PSOE y Partido Popular. Fracaso sin paliativos. Un fracaso histórico que protagonizarán sin duda los socialistas por encima de los populares, que dan por amortizado el bofetón electoral. Los dos partidos constitucionalistas por antonomasia han sido las formaciones históricas que durante décadas han sufrido en sus filas la lacra del terrorismo y que lo han combatido hasta lograr el fin último del cese definitivo de la violencia. Pero algo ha pasado para que su electorado tradicional comience a dejarlos de lado. Algo se ha quebrado definitivamente entre los votantes y estas siglas históricas.

El PSOE ha sufrido indudablemente la situación política a nivel nacional y se deja en el camino siete escaños y casi cien mil votos. El PP vasco, por su parte, apenas sale dañado por los incontables casos de corrupción en los que andan inmersos algunos de sus históricos dirigentes a nivel nacional. Solo pierde uno de los diez diputados autonómicos que obtuvo en 2012 y reducen sus votantes en apenas 22.000 electores con respecto a la cita de hace cuatro años.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre