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El coronavirus agravará la crisis del empleo joven a nivel mundial

Carmen Marchena
Carmen Marchena
Periodista
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análisis

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ERTES, rescisiones de contrato, despidos e inestabilidad laboral son algunas de las “otras” consecuencias de la pandemia del COVID-19 que, claramente, está afectando a la clase trabajadora. Sumado a esto, la exposición que sufren las trabajadoras y trabajadores que no pueden permitirse el confinamiento en sus hogares, hace que el problema se engrose aún más y se amplíe el espectro de población vulnerable. En este marco, la población joven es otra del las grandes damnificadas debido a la situación de precariedad laboral que sufre un gran porcentaje y que, de cara a los próximos meses, puede verse empeorada como consecuencia de la crisis socioeconómica derivada de la cuarentena por el coronavirus.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela en un informe que el número de jóvenes que no trabajan, ni estudian o reciben formación es cada vez mayor, y que  las mujeres jóvenes tienen más del doble de probabilidades de verse afectadas que los hombres. Así, la tasa de participación de los jóvenes, entre 15 y 24 años, ha seguido cayendo y según reza el documento “entre 1999 y 2019, a pesar de que la población juvenil mundial ha aumentado de 1000 a 1300 millones, el número total de jóvenes que participan en la fuerza de trabajo (los que están empleados o desempleados) ha disminuido, al pasar de 568 millones a 497 millones”. Esta tendencia reflejaría la creciente matriculación en instituciones de educación secundaria y superior, “lo que en muchos países se traduce en una fuerza de trabajo más calificada, también pone de relieve el gran número de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben formación, la mayoría de los cuales son mujeres jóvenes”.

Por otro lado, el informe expone que si bien “la tasa de desempleo juvenil mundial se sitúa en el 13,6%, existe una variación regional considerable, que oscila entre el 9% en América del Norte y África Subsahariana y el 30% en África Septentrional”. Apareciendo, de nuevo, el desempleo entre las mujeres jóvenes en la mayoría de la subregiones como el más frecuente de las subregiones. De igual forma, “los jóvenes tienen tres veces más probabilidades que los adultos (población de 25 años o más) de estar desempleados”, una realidad que obedece, según el informe, “a que su limitada experiencia laboral juega en contra cuando presentan su candidatura para empleos de categoría inicial, también existen importantes barreras estructurales que impiden a los jóvenes incorporarse al mercado de trabajo”.

La OIT pone de manifiesto que “los jóvenes que concluyen estudios de grado superior tienen menos probabilidades de que la automatización les sustituya en el trabajo. Sin embargo, afrontan otros problemas, puesto que el rápido aumento de la cantidad de jóvenes licenciados en el mercado laboral ha hecho que ésta sea superior a la que se demanda, y en consecuencia, ello ha dado lugar a una reducción salarial en este tipo de empleos”. En este sentido, la directora del servicio de Políticas de Empleo y de Mercado de Trabajo del Departamento de Política de Empleo de la OIT, Sutki Dasgupta, ha señalado que “al no crearse suficientes puestos de trabajo para esos jóvenes no se aprovecha debidamente la capacidad de millones de personas”, y ha añadido: “si queremos superar los problemas que plantean la tecnología, el cambio climático, la desigualdad y la demografía, no podemos desaprovechar ese talento ni esa inversión en enseñanza”. Afirmando para concluir que “necesitamos marcos políticos integradores y sistemas de formación flexibles basados en el diálogo entre gobiernos, trabajadores y empleadores”.

Finalmente, la OIT concluye que “en todo el mundo, una quinta parte de los jóvenes son ninis, lo que significa que ni están adquiriendo experiencia en el mercado de trabajo, ni recibiendo ingresos provenientes de un trabajo, ni mejorando su educación o sus competencias. Es evidente que no se está aprovechando todo su potencial, aunque muchos tal vez estén contribuyendo a la economía a través del trabajo no remunerado, lo que es particularmente el caso de las mujeres jóvenes.

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