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El confinamiento en los niños

Patricia Bellot
Patricia Bellot
Licencia en psicología por la universidad complutense de Madrid en el año 2008 y coach profesional, experta en inteligencia emocional certificada internacionalmente por AIDPC.
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análisis

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Cuando comenzó el pasado 13 de Marzo el estado de alarma fuimos muchos los padres que pensamos que tener a los niños en casa todo el día podría llegar a ser uno de los mayores problemas. En muchos casos, padres poco acostumbrados a dedicar tantas horas a sus hijos ingeniaban formas para entretenerlos… juegos tradicionales, manualidades, actividades de baile… lo que fuese con tal de tener a los más pequeños ocupados.

Sin embargo, precisamente esos menores con los que no sabíamos muy bien que hacer, nos dieron una gran lección. Si podemos afirmar que las personas somos resilientes por naturaleza, concretamente los niños tienen una increíble capacidad de adaptación y así lo han demostrado cada día. En general y si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que los niños se conforman con “poco”, muchas veces sólo un poco de atención de sus padres y cualquier cosa con la que puedan jugar usando su imaginación.

Evidentemente y si pensamos en el bienestar emocional de los pequeños, no podemos generalizar puesto que no es lo mismo una casa en la que el niño tiene un jardín espacioso o hermanos de edades parecidas con los que jugar, que niños que conviven en un entorno hostil o los que viven en pisos muy pequeños sin posibilidad de que les dé el aire.

Pero en cualquier caso y atendiendo a todo lo dicho anteriormente, los niños tienen unas necesidades que debemos cubrir y es un momento clave para levantar la restricción de salir y así garantizar su bienestar psicológico.

Ya los últimos días, a los profesionales se nos traslada la preocupación porque los menores están en algunos momentos tristes, irritables o mas rebeldes de lo normal.

Todo esto no deja de ser una consecuencia generalmente normal, es decir, que los pequeños estén un poco más alterados e incluso que pasen por distintos momentos en el día sobre todo teniendo en cuenta el cambio tan brusco que han tenido en sus vidas y que su percepción del tiempo es diferente a la de los adultos. Pensemos que para ellos y proporcionalmente al tiempo de vida que tienen, es un tiempo mayor que para los mayores.

Además, algo que también debemos considerar es que se puede estar dando un contagio emocional de padres a los hijos. Son momentos excepcionales para todos. Pensemos que los niños regulan sus emocionales a través de las figuras de apego y autoridad y por este motivo, es fundamental que no perciban a padres y madres desbordados por la situación.

Con todo lo anterior, está claro que pensar en salir cada día un rato con los niños sólo puede tener ventajas. Sabemos que el simple hecho de pasear un ratito por la calle favorece su desarrollo cerebral, ayuda a desarrollar la concentración y la persistencia, aumenta el BDNF una proteína que ayuda a asimilar nuevos conocimientos y también tiene un beneficio físico, nos ayuda a combatir la obesidad.

Salir con nuestros hijos es también una válvula de escape para padres que cada día están confinados en sus casas atienden a los niños y el resto de responsabilidades (tareas domésticas, trabajo…). Ese tiempo de paseo también favorecerá el equilibrio emocional en los padres, redundando de nuevo en el bienestar de los hijos.

Sin embargo, son muchos los padres que ya están preocupados por el efecto que haya podido tener este encierro forzoso de más de 5 semanas en los niños en su salud mental futura.

Evidentemente que no contamos con estudios ni experiencias previas de situaciones de confinamiento similares, pero lo cierto que en condiciones de normalidad donde el niño no vive en su día a día situaciones traumáticas por causas especiales (violencia en el hogar, falta de recursos básicos…), no se prevén repercusiones psicológicas destacables a largo plazo.

Como todavía quedan unos días para que los pequeños puedan salir y sobre todo hasta que puedan recuperar una normalidad, es bueno tomar en consideración las siguientes cuestiones:

  1. Establecer y mantener rutinas. Esto nos va a ayudar a generar un bienestar emocional, tanto a niños como adultos. El día debe haber momento para todo: hacer los deberes, jugar, colaborar con las tareas del hogar… .
  2. Hablar mucho con los niños. Ayudarles a entender que emoción están sintiendo y a expresarla, comprender y empatizar con ellos y incluso enseñarles alternativas para solucionar sus conflictos (no resolverlo por ellos ni imponerles una solución).
  3. Hacer ejercicio físico
  4. Jugar con ellos y dedicarles tiempo de calidad
  5. Rebajar el nivel de exigencia. Esto es bueno para favorecer un clima favorable en casa. Hay que cubrir unos mínimos, pero no todo tiene que ser y estar perfecto.

La situación que estamos viviendo sólo tiene algunas cosas buenas y el hecho de poder dedicar tiempo a nuestros hijos y volver a priorizar la familia es una de ellas. Por ello es bueno que reflexionemos también un momento en los aprendizajes de estos días y que cuando la situación vuelva a la normalidad, los usemos en nuestro beneficio.

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