viernes, 29marzo, 2024
16.5 C
Seville

El confín

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Esto es muy raro y depende de cómo te coja. Tengo de todo, una casa estupenda separada de casi cualquier urbanización, estoy con mi compañera y mis hijos un tanto descojonados todo el día, una parcela de campo y el sol que cae por entre los árboles recién brotados como una fuente inversa que nos inundara de luz, mojándonos de reminiscencia y destellos para el recuerdo. Confinamiento.

No voy a caer en la tentación de escribir sobre esto porque se me escapa entre los dedos su complejidad y se está convirtiendo en un tópico. Pero sí diré que me resulta llamativo el amor que nos ha entrado por la Sanidad Pública. Verán, y dedico mis palabras a esa política y esa ciudadanía que ha sentido el canto sirénico de las compañías privadas, ha bastado una crisis como ésta (más allá de su significado real) para darnos cuenta de que la existencia de un Servicio Público extraordinario y dignamente financiado no es una cuestión ideológica sino el fundamento de la Democracia y de este Estado constitucional.

Nuestro sistema, la estabilidad de la sociedad, su defensa de la justicia o de la igualdad, como manda la del 78, dependen de que España (sin debates ahora) pueda defender a su ciudadanía con todo su potencial. Si no fuera así: la revuelta, la rebelión, la ruina o la violencia camparían por las calles. Porque la democracia y un cierto sentido de la redistribución vehiculada a través de los Servicios Públicos son sinónimos; atacar a la Medicina de todos es atacar a la Libertad y hay un porcentaje de nuestros gestores que llevan décadas intentando privatizar, devaluar, limitar sus funciones a beneficencia por un criterio de gestión empresarial que jamás ha contado (ni cuenta) con lo que hoy está pasando, con toda una sociedad paralizada y un sector de la población seriamente amenazada: la población sensible por edad o patologías.

Esto demuestra que si somos capaces de parar los negocios, de hacer un paréntesis en la vida cotidiana de un país porque la vida nos aparece como prioritaria, esta lección, digo, debería servir para ver que la Equidad económica y laboral defendida por nuestra Constitución no son sólo moneda de cambio empresarial, sino que la base de nuestra convivencia radica ahí: no se trata de ideología, ideología es pauperizar a las clases trabajadoras con la excusa populista del peligro del comunismo, el Estado español no es comunista ni socialista: tiene herramientas para ser justo. Llegamos al Estado de Derecho después de siglos de enfrentamientos y revoluciones para evitar la indignidad, para respetar unos Derechos Humanos universales como aspiración planetaria… pero la deriva de las últimas décadas de una Economía disfrazada de Ciencia Exacta ha revertido a la Tierra para volver a ser una finca esclavista.

El virus pasará, recordaremos esta reclusión hogareña (¡ay de los sin techo!, ¡ay de quienes a nadie tienen!, ¡ay de los que migran!) como una anécdota mayor de nuestras vidas, pero el ser humano no aprende, mejor: aprende pero siempre olvida en un par de generaciones, condenado a repetir… lo llamamos Historia. Viene como consecuencia de todo esto una crisis económica brutal que pagaremos los mismos otra vez, cuanto más abajo más dañinamente, y volverá esta gentuza que ahora saca pecho por España a intentar de nuevo, con orgullo patrio, desvalijarnos y gestionar mejor, dicen, para no ser buenistas, para ser liberales (de mentira).

Sin embargo, es la ocasión perfecta para ver que es posible y necesario un sacrificio comunitario, porque no podemos vincular Paz a crecimiento económico sin fin, que la estabilidad y la sostenibilidad están por encima del beneficio desorbitado, que hay que pagar dignamente, que se debe ganar lo suficiente para que merezca la pena emprender pero: que son los Estados quienes deben regular, precisamente para que instituciones como la Sanidad funcionen por toda la ciudadanía, porque de no ser así estaríamos legitimando una revuelta, nadie aguantaría que se juegue con la vida.

No habrá cambios empero, estamos alobados; la finalidad del Estado es la convivencia a cambio de entregar parte de nuestros derechos y de nuestros réditos y de exigirnos honradez, cultura, formación, etc., debemos volver a esta idea de la excelencia en lo Público, a este fin común… pero yo soy pesimista: no nos damos cuenta del papel que lo Público juega… porque no es una opción política: es la Democracia.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído