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El Comité Federal del PSOE: La «limosna» de Sánchez a los históricos dirigentes defenestrados

Tras el 39 Congreso del PSOE, Pedro Sánchez se encargó de realizar las reformas reglamentarias y estatutarias necesarias para quitar poder al Comité Federal, lo que supone que la entrada en el mismo de antiguos ministros, ministras y exdirigentes no sea más que un «vale descuento» para intentar contentarlos y evitar que lideren algo más que el descontento interno

Manuel Domínguez Moreno
Manuel Domínguez Moreno
Periodista, escritor, sociólogo, politólogo y perito en procesos de paz a nivel nacional e internacional
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análisis

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Los líderes autoritarios siempre tienen a mano algún organismo para intentar contentar a los descontentos, a los que se pueden convertir en disidencia. Franco tenía la Secretaría General del Movimiento Nacional, por ejemplo. Ahora Pedro Sánchez, quien no se distingue por su sentido democrático ni por la empatía en su liderazgo.

El actual presidente del Gobierno y secretario general del PSOE tiene la mala costumbre de dejar heridos en las cunetas cuando realiza sus purgas internas (ya van muchas) y esto le supone que en cualquier momento esas personas, hombres y mujeres que le fueron leales, puedan aglutinar el descontento que va dejando el señor Sánchez a su paso. Luego puede ocurrir que conceda el «perdón del líder supremo», como hacían los emperadores romanos, tal y como se está viendo en los últimos tiempos en los que quienes le traicionaron han sido indultados por la magnanimidad interesada de su excelentísima persona.

Sin embargo, es verdaderamente sorprendente que haya utilizado a unos los órganos que en el pasado tuvieron más poder dentro del PSOE, el Comité Federal, para intentar contentar a todos aquellos a los que defenestró sin razón alguna.

El Comité Federal del PSOE ya no es lo que era, ya no tiene la capacidad de controlar al secretario general como en el pasado. Pedro Sánchez lo sabe a la perfección cuando fue defenestrado por, entre otros, Óscar López, Antonio Hernando y César Luena (el único de los «tres mosqueteros» que falta por conseguir el «perdón divino»).

Por esta razón, tras al 39 Congreso, el de la entronización del «Napoleón del Ramiro de Maeztu», Sánchez se encargó de realizar todas las reformas estatutarias y reglamentarias para, entre otras cosas, quitarle poder al Comité Federal. A nivel de los Estatutos, destacar que en artículo 32 quitó, precisamente, la atribución de moción de censura al secretario general al Comité Federal.

El órgano principal entre congresos se ha convertido en una reunión bianual en la que no se volverán a tomar decisiones de calado para el partido. Entonces, ¿qué premio supone el nombramiento de nuevos miembros entre los ministros, ministras y dirigentes defenestrados injustamente por Sánchez? Ninguno. En realidad, es el «chocolate del loro», la limosna del líder supremo o un vale descuento de El Corte Inglés. Nada más. No hay ningún prestigio en estar en el Comité Federal del PSOE de Pedro Sánchez.

El politburó del actual secretario general del PSOE

Pedro Sánchez ha conseguido crear una estructura federal del Partido Socialista que sólo podría compararse con el Comité Central del PCUS.

Desde que recuperó el poder tras un proceso de primarias en el que la militancia lo encumbró pensando que iba a ser la persona para, en primer lugar, cargarse definitivamente el aparato heredado de Felipe González y, en segundo término, recuperar las esencias del PSOE de izquierdas, Pedro Sánchez no ha hecho más que ejecutar reformas de los estatutos y de los reglamentos para perpetuarse al frente del partido.

Tras el 39 Congreso, se eliminaron los congresos regionales previos en las federaciones de más de una provincia. Con ello intentó garantizarse el control de las baronías.

Sánchez, sus más fieles acólitos (que no tendrán garantizada su presencia al lado del líder supremo para la eternidad) y el aparato de propaganda del secretario general intentan vender que estas modificaciones de estatutos realizadas antes del 40 Congreso convirtieron al PSOE en el ejemplo de democracia interna. No obstante, no es así. Pedro Sánchez ha utilizado sus reformas internas para crear una especie de politburó en el que tanto él como sus acólitos de Ferraz lo controlan todo.

Ya tienen controlados aspectos claves para el funcionamiento de un partido político en España: listas, candidatos, tiempos, modos, formas y programas. Eso sí, mediante un mecanismo plebiscitario, que no de democracia directa, la militancia decidirá en qué sentido se votará en las sesiones de investidura o los acuerdos de Gobierno.

En los 4 años que han pasado desde el 39 al 40 Congreso Federal, Sánchez ha conseguido que la Ejecutiva Federal pueda eliminar todas las primarias que desee si tiene una candidatura bendecida por Ferraz o Moncloa. Puede modificar todas las listas que desee, siempre que lo justifique. Establece un control férreo de los militantes en las redes sociales, digan o no digan que son militantes. Y establece una moral, emanada de no se sabe dónde, a cualquier persona que forme parte de partido. Incluso los principios de honorabilidad los establecen ellos y ellas.

Dentro de las modificaciones introducidas por Sánchez desde 2017 hay una que sorprende porque podría ser interpretada como un control orwelliano de las libertades de la militancia. En el artículo 113 del reglamento se indica que «la Comisión Federal de Ética y Garantías supervisará y controlará, con carácter general, las situaciones patrimoniales de los afiliados y afiliadas socialistas y las actividades económicas de cargos públicos electos o designados por el PSOE». A esto hay que añadir lo establecido en el artículo 114: «La Comisión podrá requerir de cualquier afiliado/a que tenga un papel políticamente relevante en el Partido o en la sociedad, aun cuando no desempeñe un cargo público o representativo, la presentación de declaraciones sobre su situación patrimonial y actividades económicas, cuando se den situaciones que lo hagan necesario para garantizar ante la sociedad la honorabilidad de sus afiliados/asEl/la militante o afiliado/a directo/a estará obligado a aportar la documentación».

Esto es, cuanto menos, aterrador en un partido que se presenta a la sociedad como el que mejor democracia interna tiene. Sólo por el mero hecho de ser militante del PSOE una persona podría ser requerida o investigada patrimonialmente. No hay presunción de inocencia alguna. Es más, se permiten requerir a cualquier militante que destaque socialmente presentar sus cuentas obligatoriamente, sea quien sea y haga lo que haga en su vida privada.

Las antidemocráticas primarias del PSOE de Pedro Sánchez

En el periodo anterior a estas modificaciones reglamentarias y estatutarias implementadas en el PSOE de Pedro Sánchez entre el 39 y el 40 Congreso se produjeron varios incidentes sobre los candidatos elegidos por la militancia en primarias. Un episodio que cuenta mi compañero José Antonio Gómez en su libro El líder que marchitó a la rosa. Deconstrucción de Pedro Sánchez.

En concreto se refiere a un juicio en el que el PSOE estaba citado como demandado por el excandidato a la alcaldía de Parla en las municipales de 2015, quien fue elegido por mayoría en las primarias y que fue sustituido por Ferraz.  En dicho juicio, al que no tuvieron el valor de acudir ni Pedro Sánchez como secretario general ni César Luena como secretario de Organización, los abogados del PSOE afirmaron que «las primarias son sólo una distracción para la militancia» y que la decisión final sobre los candidatos la Comisión de Listas.

Sin embargo, esa posición autoritaria se ha acentuado con el tiempo. La elección en las primarias está controlada, revisada y puede ser modificada por la Comisión Federal de Listas. Así quedó aprobado en la modificación del artículo 292.2: «El dictamen de la Comisión Federal de Listas podrá incluir, razonándolo, nombres de candidatos/as no propuestos por las Asambleas, los órganos provinciales, regionales o de nacionalidad». Es decir, que la militancia puede elegir a quien considere que si no es del gusto de Ferraz, de Pedro Sánchez o de la Ejecutiva Federal, no será candidato o candidata a nada. ¡Viva la democracia interna del PSOE!

A Pedro Sánchez la derecha y Vox le acusan de ser un social-comunista. Sin embargo, la realidad es que ni socialista, ni comunista, Pedro Sánchez es de la ideología que favorezca a Pedro Sánchez pero lo que ya ha conseguido es, en primer lugar, el culto a la personalidad y, en segundo término, crear una estructura interna de corte soviético.  

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