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El castillo de naipes se le derrumba a Casado tras la ruptura de los gobiernos «trifachitos» regionales

La decisión de Ayuso de convocar elecciones hace temblar a Génova 13

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análisis

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La moción de censura de PSOE y Ciudadanos contra el Gobierno del PP de Murcia viene motivada por el escándalo de las vacunas, el conocido como ‘vacunagate’. La presidenta de la formación naranja en la Región y candidata a presidir el Ejecutivo autonómico, Ana Martínez Vidal, lleva semanas pidiendo la “lista de los listos”, es decir, la nómina de decenas de cargos públicos y funcionarios que en las últimas semanas se han vacunado saltándose los protocolos sanitarios. Un inmenso y oscuro affaire de nepotismo, enchufismo y amiguismo sanitario. “Ha sido totalmente imposible acceder a esta información y es totalmente inadmisible. Los murcianos no se merecen un ‘vacunagate’ ni más escándalos diarios. Los murcianos no merecen que en plena pandemia y crisis sanitaria, el PP regional esté obstaculizando la gestión de este Gobierno”, asegura Martínez Vidal.

El asunto del ‘vacunagate’ está bajo investigación y promete desenmascarar a toda una serie de jetas y aprovechados que han protagonizado uno de los sucesos más abochornantes de nuestra democracia. Evidentemente, tras el sórdido episodio, Ciudadanos no podía seguir ni un minuto más en el gabinete del popular López Miras. Ni por decencia política, ni por decoro, ni por pura estrategia, ya que seguir siendo la muleta del PP murciano en estas condiciones era tanto como consumar el suicidio de la formación naranja, que desde sus infames pactos trifachitos con la extrema derecha ha ido de capa caída.  

Pero más allá del futuro de Murcia, la moción de censura de Martínez Vidal desde dentro del Palacio de San Esteban ha provocado un auténtico terremoto político cuyos efectos ya se están dejando sentir en Madrid, Andalucía y Castilla León, comunidades autónomas donde gobiernan las derechas de forma tripartita. El intento de convocatoria de elecciones anticipadas de Isabel Díaz Ayuso, a la desesperada, es el primer efecto colateral de la profunda fisura que se ha abierto en los trifachitos nacionales, en este caso en el madrileño. IDA ha visto las barbas de su vecino pelar y ha puesto las suyas a remojar, como suele decirse coloquialmente, de ahí que haya decidido emprender una huida hacia adelante antes de que Ciudadanos le monte una opa hostil en forma de moción de censura a la madrileña. En su declaración institucional, Ayuso ha dejado claro que es momento de pensar a lo grande por el bien de España, de modo que ya trabaja como presidenta del Gobierno de la nación en funciones.

Cabe deducir que la lideresa castiza no se fía de su socio naranja de Gobierno, de modo que ha optado por jugárselo todo a la carta de unas elecciones anticipadas en los primeros días de mayo. Por mucho que Ignacio Aguado, portavoz de Ciudadanos, se empeñe en decir que es una irresponsabilidad ir de nuevo a las urnas solo porque en la sucursal murciana ha estallado una riña de gatos entre socios de trifachitos, él mismo sabe que el Gobierno de coalición está herido de muerte.

Si IDA consigue convocar elecciones (cosa que está por ver si se demuestra que Íñigo Errejón ha interpuesto una moción de censura previa en nombre de Más Madrid que anularía toda posibilidad de unos comicios) la coalición electoral PP-Vox (sugerida por destacados miembros populares como Esperanza Aguirre) está más que servida. Santiago Abascal anda loco por la música y la sola idea de formar parte de un Gobierno estable en Madrid –no como simple muleta o apoyo sino con consejeros de facto tomando decisiones en asuntos tan sensibles como el pin parental o la abolición de la memoria histórica republicana–, hace realidad sus sueños políticos más lúbricos.

Estamos sin duda ante la ruptura de la alianza PP/Ciudadanos en los gobiernos autonómicos y quizá, quién sabe, también estemos asistiendo a la demolición del futuro proyecto de las tres derechas unificadas, la nueva CEDA tal como anhela Pablo Casado. De esta manera, el órdago murciano de Cs no va solo contra López Miras, sino contra el líder nacional del PP, acosado por los escándalos de corrupción que regresan del pasado y por la crisis del partido, que camina irremediablemente hacia su refundación. Díaz Ayuso es la delfina del jefe, de tal forma que si ella cae en el plebiscito que ha convocado sobre su persona, cae él también.

En el fondo, lo que se está jugando es la hegemonía, el liderazgo de las derechas, no ya en los ejecutivos autonómicos, sino en el seno del mismo Partido Popular. Las redes sociales peperas han iniciado una caza de brujas contra el traidor naranjito y a Inés Arrimadas ya le han colgado el cartel de amiga de los sanchistas, separatistas y bolivarianos por su pacto con el PSOE para descabalgar del poder a los populares de Murcia.

Sin duda, una tormenta perfecta se cierne sobre la cabeza de Casado en un momento crucial que va a ser examinado con lupa por Núñez Feijóo, el heredero o mirlo blanco que gobierna con mayoría absoluta en Galicia y al que repugna la idea de cualquier tipo de pacto con la extrema derecha. El proyecto de coalición PP/Vox de cara a unas elecciones madrileñas no es visto con buenos ojos por los barones moderados, que insisten en que la recuperación del terreno perdido pasa necesariamente por ensanchar el espacio por el centro restándole votos al PSOE entre las clases medias. Por tanto, Casado se la juega estos días. Su futuro está íntimamente unido al de IDA, cuyas ansias de coaligarse con Vox son públicas y notorias.

Lo de Murcia no es un hecho aislado en una comunidad pequeña, existe un peligro real de contagio en otros gobiernos como el de Andalucía y Castilla León. El efecto dominó, el tsunami, alcanzará a Casado más tarde o más temprano y tendrá que elegir entre mantener las esencias del PP como partido de amplio espectro de centro-derecha o echarse en brazos de Abascal, sin duda el gran beneficiado por el terremoto murciano. Al Caudillo de Bilbao se le pone todo de cara. Tiene baraka, como Franco.      

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