En los últimos años el PP ha sido el partido de la trama Gürtel, la Púnica, los papeles de Bárcenas y un interminable listado de casos de corrupción destapados en todo el país que sería imposible enumerar en este artículo. Con la llegada del nuevo líder, Pablo Casado, el todavía principal partido de la derecha española ha querido dar la imagen de que todo aquello ya forma parte del pasado, de que se ha limpiado el patio y las cloacas de Génova 13 de fango y suciedad y de que se ha emprendido una nueva era basada en la honestidad y la transparencia.

Sin embargo, las sentencias judiciales que van cayendo una tras otra como auténticas losas, y las nuevas investigaciones que se abren cada día en los juzgados de instrucción (véase las recientes imputaciones en asuntos de financiación ilegal de las expresidentas madrileñas Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes), no parecen demostrar que los populares hayan escarmentado de aquellos años fatales ni hayan aprendido que en política el mejor camino siempre es el recto, es decir, el cumplimiento de la ley sin subterfugios ni trampa ni cartón. Pero es que además, en los últimos días se ha añadido un nuevo episodio al triste currículum del partido en lo que se refiere a limpieza y fair play democrático. La noticia de que Twitter y Facebook han eliminado de sus redes sociales un total de 359 cuentas falsas que “operaba” el PP y que la formación usaba para potenciar su mensaje político entre los usuarios de estas plataformas, según informa Europa Press, es un auténtico escándalo que no debería pasar desapercibido.

En concreto, Twitter ha aclarado que tras tener conocimiento de los hechos ha decidido cerrar al menos 259 cuentas que eran propiedad de la formación que preside Pablo Casado. En sus informes, la multinacional del pajarito azul recoge que estos perfiles estuvieron activos durante “un periodo relativamente corto” y que se usaban para “potenciar la opinión pública en España de manera artificial”. Según la red social, la táctica consistía “principalmente en cuentas falsas con un comportamiento de spam o que hacían retweet para aumentar la interacción”. Desde Twitter ya se ha recordado que fue en octubre de 2018 cuando impulsó una investigación independiente en todo el mundo para detectar estas tácticas en su plataforma. Tal como afirma, según ha avanzado el proyecto ha ido encontrando nuevos ejemplos de manipulación.

Por su parte, en Facebook se cancelaron 65 perfiles y otros 35 en Instagram. En el caso de estas dos redes sociales, la actividad de las cuentas “se centró en ampliar el contenido” de otras cuentas principales y se publicaron “noticias y temas políticos locales y nacionales, incluidos temas como las elecciones, el PP y las críticas a sus opositores políticos”.

Es decir, que según las mayores compañías de la comunicación en el mundo, el PP pudo emplear esas cuentas falsas durante los días de campaña electoral para manipular a la sociedad española y conseguir más votos. Las acusaciones, aunque en principio no constituyen indicios de actuaciones delictivas porque no están tipificadas en el Código Penal, sí resultan de una extrema gravedad, ya que ponen de manifiesto un determinado concepto de la política basado en la falsedad, la estafa, el engaño y la mentira. Si los directivos populares siguen siendo capaces de todo para conseguir sus fines y metas políticas, ¿qué confianza puede tener el ciudadano de que se encuentra ante una formación honesta que cumple y hace cumplir la ley?

“Aunque las personas detrás de esta actividad intentaron ocultar sus identidades, nuestra investigación encontró vínculos con personas asociadas con el Partido Popular”, asegura Facebook en un comunicado. Es decir, que algunos empleados de Génova 13 trabajaban en la sombra, en las clandestinas cloacas digitales (la nueva masonería de nuestro tiempo), ocultando sus verdaderas identidades como vulgares delincuentes.

Por un momento parecía que Casado estaba tratando de reconducir el rumbo del partido, sacándolo de la senda de la inmoralidad y la corrupción para tratar de recuperar la confianza del electorado perdido. Pero con este tipo de prácticas clandestinas, marrulleras y tramposas queda claro que a ese partido le queda todavía un largo camino hacia la regeneración. En política hay que hacer las cosas bien. Cumplir las normas, demostrar que el código ético no solo es un libro encuadernado en oro que queda bonito en las estanterías de los despachos sino una norma eficaz que es cumplida a rajatabla por todos los miembros del partido y confirmar con hechos que los tiempos de las trapacerías y los engaños a los españoles ya pasaron.

2 COMENTARIOS

  1. Este comportamiento merece más, muchísimo más condena que la de los «baltonycs». Pero se castiga al débil y se «perdona» al fuerte. Este comportamiento debería tener consecuencias para los que cometan delitos de mentir, intencionadamente para manipular los votos ciudadanos. Esto es mucho más peligroso que las estrofas que dicen verdades molestas.

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