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El árbol y el bosque

Jesús Ausín
Jesús Ausín
Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.
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análisis

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En Sorroval no atan los perros con longanizas. Ni tampoco tienen botes de leche condensada vacíos, de los que cuelgan dos cuerdas, en la entrada del pueblo para ser usados como almadreñas. Ni siquiera las liebres corren con dos patas dejando las otras dos libres para usarlas cuando se cansan. Porque Sorroval es un lugar normal donde amanece por la mañana y anochece por la tarde. Las buenas gentes de este lugar se dedican a las labores del campo. Aran con mulos o vacas en otoño, siembran en invierno, quitan cardos en primavera y en verano pelan algarrobas primero y después, allá por el mes de julio, se levantan antes del amanecer para segar los campos como toda la vida, a hoz, cargan las mieses en el carro y trillan la parva en las eras, hasta entrada la noche.

Así ha sido durante siglos y así sigue siendo. La mayor parte de los vecinos de este castellano pueblo temeroso de dios, son gentes de bien. Personas que cumplen escrupulosamente con el señor. Van a misa los domingos, y al rosario en mayo y en diciembre. Claro que, como en todos los pueblos, hay quién mientras reza en la eucaristía, dándose golpes en el pecho, están pensando cómo mover la linde de una tierra tres surcos más allá o cómo quedarse con una carrasca que está en el límite de la finca.

Hace unos días, de la mano de uno de los mozos que estaba estudiando fuera, ha llegado al pueblo una muchacha francesa. Ella dice llamarse Cécile pero en el pueblo, o la llaman la Cecilia o como la ha bautizado el pastor, la Microfibra, debido a sus vestidos cortos, sus escotes generosos y la afabilidad de la muchacha que el muy cretino ha confundido con otra cosa. Cecile escucha música a través de un aparato que tiene un rollo de cinta que gira mientras se enrolla en otro, al que llama cassette. A las buenas gentes del pueblo no les molesta tanto que lo que escuche no sea a Juanita Reina, Manolo Caracol o Lola Flores como que lo haga en la calle, mientras se mueve como poseída al compás de una música cuyas letras no entienden. Ellos creen que es francés, pero en realidad lo que escucha la mayor parte de las veces lo cantan en inglés cuatro abigarrados chavales de pelo más bien largo para las costumbre del pueblo, que se hacen llamar The Beatles.

Desde que ha llegado al pueblo, hace unas tres semanas, no se habla de otra cosa. Se rumorea que Cecile se acuesta con todo aquel que se lo proponga, aunque nadie la ha visto jamás ni siquiera darse un beso con el mozo que la trajo al pueblo. Cecile no pisa la iglesia. No participa de las labores comunales de las mozas que dedican la tarde de los sábados a barrer la iglesia y la ermita y a cambiarle las sayas a las imágenes de las dos vírgenes que presiden cada uno de los templos. Tampoco sabe cocinar por lo que, desde el segundo día en el que la madre de Siricio, Aracelia, la despachó con tono destemplado de la cocina y le dijo que mejor se sentase en la gloria y que no molestase, tampoco ayuda en las labores del hogar. Se hace su cama, limpia su habitación pero no contribuye en nada más. Cuando le preguntan, dice que los hombres también tienen manos y que no entiende por qué la mujer tiene que limpiar lo que ellos ensucian.

Melitón y Vitores son el alcalde y el Jefe de la Hermandad de Labradores. Ambos son de los que en la eucaristía de la misa, mientras piden perdón por sus pecados, están maquinando como liarla para obtener algún beneficio económico. Como dice el alguacil, Cirilo, en tono jocoso, ellos rezan de forma distinta a los demás: ”perdóname señor, por haber cambiado un mojón, a ver si cuando salga puedo cambiar dos”.

El martes de la semana pasada, el maestro del pueblo se enteró en la capital de que por la ubicación de la localidad, el Ministerio de la Gobernación había concedido una partida para arreglar el puente construido en una antigua calzada romana convertida hoy en cañada real por la que circulan las ovejas en dirección a Extremadura. Esto había sucedido hacía ya dos años y el puente sigue igual. De hecho, las ovejas cruzaban el cauce del río por el agua, porque los pastores no se atreven ha hacerlo atravesando el viaducto, debido a su mal estado.

El maestro ha comentado la información con algunos vecinos. Estos llevan días preguntando a Melitón y Vitores que han hecho con las 15.000 pesetas de la subvención, sin que los implicados en el desfalco hayan dado respuesta.

En la homilía de la misa del domingo, el cura ha cargado tintas contra las desvergonzadas que apenas si llevan ropa y se dedican a llevar al pecado a los hombres. Todos han entendido que era una acusación directa contra la Cecilia.

El Alcalde y el Jefe de la Hermandad han convocado a los hombres del pueblo en el ayuntamiento. No van a tratar sobre las pesetas desaparecidas, sino sobre la necesidad de pedirle a Siricio que se lleve a la desvergonzada lejos del pueblo.

Cuando el maestro ha insinuado algo sobre las obras del puente, le han acusado de ser uno de los que se han liado con la francesa. Nadie ha osado incidir en la desaparición del dinero del puente por si la acusación de ser infiel, también les tocaba a ellos.


El árbol y el bosque

Decía Eric Juliana en este artículo: “El futuro político del país pasa por las veintiocho provincias a las que Adolfo Suárez dio un papel clave en la ley electoral de 1977. La izquierda hoy gobierna porque la división de la derecha en tres fracciones les penaliza severamente en las provincias que sólo escogen de tres a cinco diputados… un eficaz reagrupamiento de las derechas, podrían cambiar la disposición del tablero.” Una aseveración con mucha lógica, bajo mi punto de vista.

Pero la derecha está divida no por discrepancia ideológica, sino por interés económico. La derecha nunca estuvo en política para servir sino como medio de vida. La derecha vive de la política. Asesores, cargos públicos y puestos en empresas públicas son una forma muy lucrativa de ganarse la vida. Para ello, como decía esa sentencia de la Sala Segunda de lo Penal de la Audiencia Nacional que tan poco le gusta a Casado y a los discípulos del insufrible ególatra, son capaces de llegar hasta la corrupción como partícipes a título lucrativo. Quizá por eso la unión es complicada porque en este entorno cerril dónde los egos son muchos, pesan más “los intereses individuales” que el supuesto bien para la comunidad.

En esta coyuntura mundial en la que el fascismo se ha quitado la careta y los Bolsonaro, los Trump y los Orbán manejan a su antojo, volviendo patas arriba todo aquello que considerábamos parte de los cimientos del occidente democrático (desde la libertad religiosa o de pensamiento, a la censura de libros como en Brasil) va a ser complicado librarnos de esta lacra.

Y eso que debería ser sencillo. Porque como digo, no vienen a servir sino a servirse. A ellos y a los que, como ellos, se les llena la boca de hablar de que lo privado funciona mejor que lo publico pero que siempre acaban haciendo negocio con los servicios públicos que prestan a un precio mucho más caro y de peor calidad, pero sobre todo sin arriesgar nada. Vemos lo que está pasando en Andalucía, Galicia, Castilla y León o Madrid con la sanidad pública, dónde se está desmantelando la sanidad pública, cerrando hospitales, plantas de hospital y consultorios en los pueblos y derivando los pacientes a la sanidad privada que sostienen con fondos públicos.

Vemos lo que sucede en la escuela pública en Murcia, Andalucía o Madrid, dónde se intenta prohibir la enseñanza en igualdad mientras se dan clases de toreo o se becan las plazas en colegios privados para los pudientes. Vemos como en Madrid, mientras se niegan a presentar unos presupuestos a la Asamblea, la indecencia de la Presidenta de la Comunidad le ha pegado un tijeretazo, sin aviso, a los fondos comunes de los colegios públicos, (los que usan para su funcionamiento diario) de 300.000 euros.

Hemos sido testigos, una vez más, de promesas electorales para la ciudadanía que se acaban convirtiendo en el chanchullo de los amigos. Así, mientras en campaña el ahora alcalde de la capital, anunciaba el desahucio del espacio autogestionado llamado “La Ingobernable” y prometía que se dedicaría a la dotación vecinal de un centro de salud y una biblioteca, a la hora de la vedad, se cede a una asociación de amigos del PP cuyo vicepresidente es el tenebroso Gallardón, quiénes ni siquiera han presentado proyecto.

En el 2018, publicaba el Confidencial que la UDEF había desvelado la trama del agua en Murcia en la que el PP había regalado supuestamente 600 millones de euros a la empresa del capo del Real Madrid. Uno de los tantos casos en los que esta empresa presidida por el individuo más oscuro de España, obtienen cientos de millones con contratos “raros” como el Castor, el Canal Golf, o la propia desaladora de Escombreras.

Toda esta política nefasta llena de casos de corrupción (unos 900 relacionados en esta web) que contabilizan en un coste de 124.124.090.826 €, deberían ser suficientes para expulsar definitivamente a esta gente de cualquier puesto público.

Sin embargo, en esta coyuntura en la que el individualismo se ha instaurado como principio fundamental, el colectivo parece no importarle a nadie y las personas se mueven más por impulsos que por la razón, parece que las cosas superfluas que remueven sentimientos, pesan más que lo que nos atañe a todos. Así, como en la historia que ilustra este artículo, siempre hay actuaciones sin importancia que por ser distintas a la generalidad son vistas con recelo y pesan a la hora de depositar el voto en la urna, más que cualquier actuación nefasta con lo que es de todos, aunque suponga un coste que acabamos pagando en derechos y en cargas fiscales regresivas.

Las Céciles de la actualidad se llaman Cataluña y Venezuela, a las que siempre acuden los fascistas y su prensa fiel para desviar el centro de atención y que el debate popular se centre en chorradas en lugar de preguntarse dónde está lo expoliado y cuál es el motivo fundamental para que esta gente esté en política, basándose en el historial de sus actuaciones.

El hijoputismo solo crea pobreza, desigualdad y corrupción. E históricamente muerte y desolación. Mientras no seamos capaces de reconocer que el estado general de la sociedad es lo que condiciona el estado individual de cada uno de nosotros, seguiremos abocados a que unos vivan a costa de los demás. Y seamos realistas, entre esos unos, las posibilidades de que tu estés dentro del grupo, son las mismas de que te toque la lotería sin comprar boleto. Hasta el relator de la ONU, Philip Alston, dice lo siguiente: “Al principio [España] no me parecía un país con tantos y tan profundos problemas como el que he visto. Todos los países tienen gente pobre pero, en España, la protección, asistencia y respaldo que reciben de los diferentes gobiernos es sorprendente bajo”. Que tengan que venir de fuera a mostrarnos nuestras vergüenzas, es el colmo de un país de gentes altivas y fatuas que en realidad sólo llegan a engreídos.

Salud, feminismo, república y más escuelas públicas y laicas.

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