Prácticamente todos los denunciantes de corrupción en España han recibido el acoso de las instituciones a las que denunciaron y de los miembros del aparato corrupto del Estado. Estas personas se encuentran, de repente, con la situación paradigmática de hallarse en un mundo que se ha dado la vuelta, en el que la persecución va dirigida hacia quienes defienden la legalidad, un acoso que, en muchos casos, viene directamente desde el tercer poder que está encargado de, precisamente, de impartir justicia.

Esta paradoja lleva a los denunciantes de corrupción a encontrarse en un escenario de desequilibrio que, en varios casos consultados por Diario16, les lleva a tener que ser tratados psicológicamente.

El patrón del acoso suele ser el mismo. En primer lugar reciben advertencias verbales. El siguiente paso es el aislamiento dentro de su trabajo para, finalmente, buscar la apariencia de legalidad en un expediente que pretende la expulsión de la administración. Evidentemente, todo ello va acompañado de otros delitos como el acoso laboral, las amenazas no sólo contra el denunciante sino contra su entorno, su familia, sus hijos. Este patrón del acoso, de las amenazas, se asemeja a los protocolos de los clanes mafiosos y no tienen ningún inconveniente en aplicarlo en su versión más maximalista.

Tanta es la presión que ejercen contra ellos y contra su entorno más cercano que los ataques de ansiedad o las depresiones son otras de las consecuencias por las que tienen que pasar. La sargento de la Guardia Civil María Serrano, por ejemplo, lleva tiempo de baja médica por esta razón, pero, de un modo u otro, casi todos se han visto en el trance de llevar un tratamiento psicológico o psiquiátrico.

Sin embargo, el proceso del acoso tiene también un componente personal puesto que son muchas las familias que se rompen porque no pueden soportar la presión que se ejerce o las represalias económicas que sufren los denunciantes de corrupción.

Ejemplarización

El teniente Luis Gonzalo Segura, en declaraciones a Diario16, explicó de manera muy clara cómo el acoso contra las personas que han denunciado la corrupción en el aparato del Estado se convierte en un modelo de ejemplarización para evitar que otros que puedan ser conocedores de corrupción institucional den el paso y lo denuncien ante la Justicia: «Ejemplarizar con nosotros es algo muy beneficioso para el sistema. De alguna manera sirve de advertencia a todos los demás. Por eso, es muy importante que los denunciantes seamos socialmente protegidos, que nos vaya bien, porque esto incentivará a otras personas a que denuncien. Por ejemplo, el Pequeño Nicolás cobró más de 200.000 euros por los programas de televisión en los que contó su historia. Esto genera que haya personas que quieran hacer lo mismo que el Pequeño Nicolás. A los denunciantes de corrupción nos pasa lo contrario. Al pícaro se le da altavoz mediático, al denunciante de corrupción, se le silencia».

3 COMENTARIOS

  1. PP-PPa$.e les trata igual qe las violadas a ls denunciantes d corruppcioon : la culpa suya !
    y estos ns qieren «gobernar» ¿ o robar ?
    pero Vx C$ mismo programa economico !

  2. España es un autèntica cloaca. Huele a corrupciòn por todas partes. No hay ninguna garantìa de nada. La justicia y los jueces (salvo raras excepciones), son corruptos hasta el tuètano. este paìs no hay quièn lo arregle, salvo que gobierne alguien con dos coj…, hy se lleve por delante a todos los corruptos sean del color que sean.

  3. Solo PODEMOS puede, si llegase a gobernar, empezar revertir esta situación, por eso le atacan y le criminalizan. Los demás partidos se deben y están en manos de los poderosos corruptos que seguirán persiguiendo a sus denunciantes

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