El acoso escolar es un problema serio, que afecta muy seriamente en los estudiantes y que sigue estando presente. El problema del acoso escolar empieza cuando un alumno recibe críticas, amenazas, violencia por otros alumnos, y que a veces pasa desapercibido por parecer una broma, por pasar desapercibido o por la subestimación del problema.
Muchas veces el problema viene de ser algo diferente al resto. Y en matemáticas eso pasa más que en otras asignatura, y cuando eso pasa, muchos jóvenes ven su interés en las matemáticas como algo tabú, a lo que prefieren no adentrarse. Imaginate atreverte a decir hoy en día en una clase donde como mínimo la mitad de la clase ha dejado la asignatura lo guays que son las matemáticas. Muchos alumnos prefieren por no decirlo.
El acoso subestima las capacidades matemáticas de los entusiastas, y a veces los termina alejando de la asignatura, y aún cuándo no hay acoso o todavía no ha salido ningún entusiasta de las matemáticas, el gracioso de la clase sale a comentar el para qué sirve esto, para interrumpir la clase y buscar la risa en el resto. Cuando el gracioso, el guay de la clase dice esto, muchos se contagian del aburrimiento en las matemáticas, y atreverse a decir lo guays que son las matemáticas en este entorno es muy complicado.
La imagen del friki matemático que escribe números aleatorios como si no importase cuales sigue existiendo, y si nadie hace nada para revertir esta situación, puede que muchos alumnos y alumnas con verdadero interés en las matemáticas se queden escondidos y no puedan encontrar a nadie con el que tratar estos temas. Y eso es algo lamentable, porque al igual que hay niños a los que les gusta hablar del Mundial de fútbol en el recreo o jugar a baloncesto con amigos, hay niños a los que les gustaría hablar en clase de esos enigmas matemáticos que tanto le fascinan, hablar de matemáticas en algún momento con alguien sin que sea para decirle lo mal que le va a salir un examen de matemáticas, y no temer de ser el raro de la clase al que mejor no invitar al cumpleaños. Porque esos niños existen, y también hablan, ven el fútbol… y hablan de matemáticas.
