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El 57,4 por ciento de los catalanes quiere que Cataluña encuentre un encaje en el Estado español

El 28 por ciento de los encuestados por el CIS catalán opta por seguir como comunidad autónoma; el 21,6 se decanta por formar parte de una España federal; y el 7,8 quiere que Cataluña sea solo una región

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análisis

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La fiebre independentista ha remitido desde el referéndum del 1-O. Según una encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO), algo así como el CIS catalán, el 48,8% de los catalanes con derecho a voto rechaza la independencia, mientras que el 41,9% la apoya, el 6,1% no tiene opinión y el 3,2% no contesta. Al ser preguntados por algo más concreto, es decir, la relación que debería tener Cataluña con el resto del Estado, la respuesta mayoritaria es que debería ser un Estado independiente con el 33,6% de los encuestados. Sin embargo, paradójicamente las opciones que se decantan porque Cataluña siga vinculada de una u otra forma a España suman más votos que los separatistas: un 57,4 por ciento. Así, el 28% de los catalanes desea seguir siendo una comunidad autónoma dentro del Estado español; el 21,6% un Estado propio dentro de una España federal; y el 7,8% quiere que sea una región de España.

Los datos se pueden consultar en la encuesta sobre Cosmopolitismo y localismo en Cataluña del CEO, elaborada entre el 16 de septiembre y el 7 de octubre −antes de la publicación de la sentencia del 1-O, de los altercados posteriores, de las elecciones generales del 10N y del preacuerdo de Gobierno entre PSOE y Unidas Podemos− con una muestra de 1.500 personas y un margen de error de 2,53.

De estos datos se pueden extraer varias conclusiones interesantes. La primera que evidentemente en Cataluña existe un problema político derivado de la insatisfacción de una parte importante de la sociedad catalana que no se encuentra a gusto con el actual encaje constitucional. Ese conflicto no podrá resolverse ni mediante medidas judiciales ni mediante la aplicación de herramientas legales excepcionales como el artículo 155 de la Constitución o la Ley de Seguridad Nacional.

En segundo lugar, se deduce que el independentismo, pese a los constantes esfuerzos y recursos económicos destinados en los últimos siete años por el Govern de la Generalitat y las asociaciones civiles soberanistas a tratar de decantar la balanza a su favor, no ha logrado acumular una masa social mayoritaria para lograr la independencia de forma unilateral.

En tercer término, y como consecuencia de lo anterior, cabe concluir que el “procés” ha sido una aventura demasiado arriesgada que ha terminado en un callejón sin salida precisamente por haber cometido un grave error de cálculo: no había una mayoría popular suficiente como para emprender el camino de la ruptura con el Estado de forma unilateral. La obcecación del soberanismo radical y su empeño por imponer una realidad paralela, un país ficticio que no existía, ha provocado una gran frustración en miles de catalanes que ha germinado en un estallido de violencia.

En cuarto lugar, casi dos de cada tres catalanes estarían dispuestos a escuchar una nueva oferta en cuanto al modelo territorial. Entre los autonomistas, los regionalistas y los federalistas –todas ellas soluciones que pasan por seguir manteniendo la conexión con el Estado español− suman casi el 55 por ciento. La mesa de diálogo entre partidos es el único instrumento para llegar a acuerdos de futuro que deberán ser avalados en un referéndum.

Y en quinto lugar, que ni desde Madrid ni desde Barcelona se está ofreciendo soluciones que satisfagan a un amplio espectro de la sociedad catalana. El Estado español sigue hablando para una minoría de catalanes exclusivamente unionistas mientras que los líderes del “procés” se han dirigido también a otra minoría, la del 33,6 por ciento que solo quiere la independencia sin escuchar más ofertas. Es decir, el grueso del pueblo catalán pide ser escuchado y recibir alternativas de solución desde Madrid. Esa lectura vendría reforzada por el dato que se extrae de otra pregunta de la encuesta sobre al grado de satisfacción de los catalanes con el statu quo actual: el 58,8% con derecho a voto opina que Cataluña ha alcanzado un nivel insuficiente de autonomía, mientras que el 25,1% cree que es suficiente; el 6,5% que es demasiado autogobierno; el 7,3% no sabe y el 2,4% no contesta.

También resulta interesante valorar la evolución del voto en los últimos meses. Respecto a la última encuesta del CEO de julio de este año, la tendencia se mantiene incrementando la distancia entre detractores a la independencia y favorables: en esa encuesta el 48,3% optaban por el “no” y el 44% por el “sí”.

Asimismo, este nivel de apoyo a la independencia del 41,9% es el más bajo desde la encuesta de junio de 2017, cuando hubo un 41,1% favorable a que Cataluña sea un Estado independiente y un 49,4% en contra. Este descenso podría explicarse por un cierto hartazgo de los catalanes con el “procés” y por la violencia desatada en las calles, que indudablemente ha perjudicado al movimiento soberanista.

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