En la última actualización hecha pública por el Gobierno del señor Rajoy del programa de estabilidad que periódicamente envía a Bruselas, el PP contempla que en el año 2019 España gaste un 3,76 % de su PIB en Educación. Esa cifra, ese porcentaje, para entendernos nos sitúa en relación al porcentaje de la riqueza nacional destinada a capítulos educativos al mismo nivel que Nigeria o Gambia, y es poco más de la mitad del porcentaje que Finlandia dedica a Educación. Según el citado programa de estabilidad presupuestaria, España pasará de un porcentaje del 4,40 % en el año 2011 a ese porcentaje propio países tercermundistas del 3,76 % en el año 2019, un porcentaje en relación al PIB que únicamente supera al de Rumania en toda Europa. Pura Marca España de los patriotas de hojalata que están al frente del gobierno de nuestro país.

Conviene además señalar, que según los datos publicados por la propia OCDE, incluso antes de hacer efectivos al 100 % los brutales recortes que padece y que padecerá nuestro sistema educativo, el porcentaje no sólo es que era muy inferior a Finlandia, el mejor país con resultados en PISA; es que se situaba un punto menos en relación al PIB de la media de la OCDE y de los 22 países de la UE que forman parte de la misma. Ocurría lo mismo con el gasto en educación como porcentaje del gasto público: en España era del 8,2 %, casi 3 puntos por debajo de la OCDE, e 1,7 inferior al de los países de la UE que la conforman. La inversión por alumno es casi 2.000 euros inferior a la media pues.

Para entender cómo se traducen estas frías cifras, conviene señalar que según Save The Children, el abandono educativo, que ha descendido dada la crisis, lo ha hecho en todos los estratos de la sociedad salvo en el 20% que posee menos renta. Save the Children señala que en ese quintil, el más pobre, el 43 % de los niños abandona de forma temprana la escuela. En definitivas cuentas, no sólo es que la calidad en general se haya resentido como consecuencia de los brutales recortes; es que además han afectado en mayor término a los estratos más desfavorecidos de nuestra sociedad. La brecha social se ha ampliado.

Y conviene señalar que los resultados no han sido más catastróficos debido a la dedicación y el ejemplo de los profesores españoles. Y es que para que lo entienda el más cuñado de los cuñados: si aumentan las ratios y aumentan las horas de trabajo, ello significa, trasladado al sistema médico, que el especialista tendrá que atender más pacientes en menos tiempo y con una sobrecarga de trabajo que acabará agotando al más pintado. Menos tiempo por alumno y en peores condiciones en definitiva. Y ello dejando al margen las becas, las ayudas, los recortes a los más desfavorecidos, etc, etc, y que en general la situación distaba de ser la idónea y de asimilarse a la media europea ya antes de iniciarse la carga de caballería de los alegres muchachos del PP jaleados por la lideresa condesa y demás ralea.

¿Y qué se hace ante esta situación? Pues es curioso ahora que tanto se habla de pacto educativo, que el neocuñadismo y el populismo basura de derechas huyan de la realidad económica y se centren en los tópicos de siempre. Y que por supuesto se nieguen a considerar el horizonte que ellos, tan “patriotas”, han diseñado: asemejarnos a Gambia en porcentaje de inversión en educación. Espero al menos de la izquierda que centre el foco en lo que toca; aumentar la inversión a niveles al menos europeos, reducir las ratios de verdad y mejorar las condiciones de trabajo de los que están a pie de aula, los únicos que han evitado que esto se desmorone.

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