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Ejército Radical de la Paz

David Márquez
David Márquez
Escritor de artículos y ficción. Colabora con diversas publicaciones periódicas y ha publicado: ¿Y? (microrrelato) y DAME FUEGO (el libro) (microrrelato, poesía y otros textos), ambos trabajos inconfundiblemente en línea con el pensamiento y estilo que manda en sus artículos, donde muestra su apego a la libertad total de ideas, a lo humano y analógico, siempre combativo frente a cualquier forma de idiotez. amazon.com/author/damefuego
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análisis

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El Ejército Radical de la Paz, ERP, no lo integran diplomáticos, homólogos, mediadores, y mucho menos ministros de defensa (¿no hay Ministerio de la Paz?), ni fabricantes y distribuidores de armamento, ni militares o civiles armados, ni patriotas al uso. Nada lo relaciona con la OTAN, la Iglesia o algún tipo de asociación u ONG. No dispone de sede, ni domicilio fiscal y, como los primeros cristianos, no hace uso de templo alguno.

El ERP presume de naturaleza desobediente y sediciosa. Entre sus filas gobiernan soldados y oficiales desertores, así como trabajadores del sector armamentístico entregados al boicot, la desobediencia y la no-acción radicalizada. Aún así, carece de estatutos o cualquier tipo de disposición o política: ni recibe de ni dona dinero al Estado.

El ERP cuenta con civiles al más puro estilo estoico: contentándose con lo necesario para vivir, se muestran insobornables frente a los inversores de la guerra. Carentes de ego, sentido de la envidia o ambición material, sin apetito de “razón” o “éxito” (al uso), los militantes del ERP viven felices y/o satisfechos, sin necesidad de joder a nadie.

Los miembros del ERP no esperan, no precisan un visto bueno, una negociación, una autorización oficial, una señal de salida, una subvención, un titular porque, ante todo, son individuos pensantes, y actúan por inacción cuando reciben cualquier tipo de orden, la cual activa al instante el neurotransmisor de la “desobediencia” (en neón y fuente Broadway).

Ahí va otro ex soldado, nuevo fichaje del ERP, un chaval ruso, recién abandonados sus pertrechos militares. Un compañero de tanque le grita, al principio, y luego se une a él en su marcha, libre, libre, libre y sin un futuro convencional, prefabricado.

Decía Platón, o puede que Sócrates, por boca del anterior, no lo recuerdo, decía que los mejores combatientes son los amantes, homosexuales en su caso, puesto que a la hora de luchar ninguno de ellos dará muestras de cobardía frente a su pareja. Muy al contrario, preferirá morir valientemente. Es decir: luchará no solo (quizás en absoluto) por una causa o patria, sino por la persona que más quiere. Esta motivación es trasladada por el ERP a la vida civil, diaria, pacífica. Sus miembros desempeñan o abandonan sus “obligaciones” en favor del ideal ERP, no solo por ellos mismos, sino por la huella que van a dejar en los otros, para demostrarles que realmente creen en lo que hacen. Este es el espíritu del ERP: la entrega a los otros, no ciega, sino con conocimiento de causa, desde el respeto a uno mismo. Es la única vía práctica para machacar, por inacción, a cualquier psicópata y afines, los cuales solo creen en sus yos o, como mucho, en ese particular eufemismo del “Estado”.

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