Este lunes, 12 de septiembre de 2016, se celebrará, sin prácticamente reconocimiento laboral, institucional ni escolar, una de las festividades tradicionales más importantes de buena parte del actual territorio peninsular y extra-peninsular del Estado español, antes de su prohibición y persecución, por siglos, de quienes la celebrasen.

Durante al menos ochocientos años, en una porción importante de esta tierra que hoy configura España, Portugal y Gibraltar, se convivía desde la libertad religiosa y las celebraciones compartidas, entre “los festejos más extendidos figuraban, por orden cronológico, el día de año nuevo, Yannayr –fecha en la que los andalusíes celebraban el comienzo del año (raÿs al-sana) comprando frutas a imitación de los cristianos y preparando pasteles en forma de ciudades amuralladas, precedentes tal vez del actual roscón de Reyes– e incluso, al parecer, la Nochevieja (Laylat al-‘aŷûz); también vigilaban el Nayrýz o Nawrýz –que, aunque originalmente conmemoraba el primer día del año solar persa, era asociado en al-Andalus con el equinoccio de primavera [carnaval]–, así como el jueves santo –referido en los textos árabes como “el jueves de abril” (jamîs abrîl)–. Pero lo más sorprendente aún es que celebraban el día de San Juan, conocido en árabe como Mahraŷân o ‘Ansara –con el que se recibía el solsticio de verano el día 24 de junio, encendiendo hogueras en el campo, dejando las prendas de vestir a la intemperie para que les cayese el rocío de la noche, consumiendo almojábanas [tortas de queso blanco, especialidad de la zona de Jerez] y organizando carreras de caballos– y, sobre todo, el día de Navidad (Mîlâd ‘Isà)”. Nos cuenta Bárbara Boloix, del Department of Romance Languages and Literatures, Washington University in St. Louis, Missouri (EEUU), en un artículo publicado en Octubre de 2010 por la revista “Anaquel de Estudios Árabes” de la Universidad Complutense de Madrid.

De hecho, la misma autora nos dice que cristianos, judíos y musulmanes, conjuntamente, también “celebraban la Noche del Destino (Laylat al-qadr), que conmemora la revelación del Corán a Mahoma durante el mes de ramadán, y la Fiesta de la ruptura del ayuno (‘Îd al-fitr), que marcaba el final de dicho mes sirviendo de colofón a su obligada abstinencia; asimismo, cada año conmemoraban la ritual Fiesta del sacrificio (‘Îd al-adhà) con la tradicional matanza de un cordero, que era cocinado en familia con toda clase de vituallas y frutos secos”. Dejando constancia de una auténtica época de convivencia y libertad religiosa cuyo rastro casi hemos perdido…

A día de hoy, salvo en Ceuta y Melilla, no es posible justificar la ausencia, al puesto de trabajo o al escolar, por esta festividad tan importante para la población musulmana como el 25 de Diciembre para los cristianos. Legalmente no es posible, salvo declarando ante la dirección laboral o escolar la condición musulmana. Y el que se sea musulmán no implica que se conceda, no cobrándose en caso de trabajarlo como festivo trabajado, y menos como festivo de especial significación trabajado.

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