No pasa desapercibido el hecho de que cada vez nos rodea más incertidumbre, sin saber dónde vamos a llegar o qué pasará mañana. Vivimos en un mundo interconectado y cambiante en todos los aspectos. La información que nos llega es sesgada, los datos son volátiles, y si todo esto fuera poco, la princial fuente de información es el ser humano, la sociedad en su conjunto. Por eso la economía es conocida como una ciencia social, y esto la convierte en una ciencia inexacta, una ciencia cambiante, una ciencia rebelde.

Sin embargo es la «ciencia» que más poder tiene, pues es capaz de crear riqueza, o de agotar recursos, es capaz de crear guerras y destruir gobiernos, es capaz de cambiar los modelos sociales que conocemos o incluso crear nuevos modelos distópicos. La economía tiene un inmenso poder y un valor indiscutible en las decisiones de nuestros gobernantes y líderes mundiales, por eso es crucial que quienes asesoran a eso líderes mundiales, quienes realizan informes y las valiosas estimaciones para esos gobernantes, sean lo más rigurosos posibles. Nuestro futuro depende en gran medida de lo que piensan, dicen y aconsejan esos ecomistas que parecen ser de otro mundo pues muy pocos los entienden pero todos se apoyan en su sabiduría.

¿Pero qué ocurriría si la sociedad y los políticos que la representan, y que son un reflejo de ésta, entendiesen todos esos términos que los economistas de la TV, de la prensa, o de aquellos que elaboran ponencias marco para partidos políticos, usan como artillería que arrojan indiscriminadamente?

Terminos como estanflación, ajustes integrales, prima de riesgo, apalancamiento, elasticidad-precio, productos derivados, oferta monetaria ampliada, mercado primario, metodo de integración proporcional, sin entrar en la terminología inglesa como overtnight, split, warrant, call, bail-in, y muchos más, desconciertan al común de los mortales y hace que nadie sepa si lo que hace un gobierno va en la dirección de solucionar los problemas de los ciudadanos o va a producir el resultado contrario.

Por eso, he decidido que con vuestra ayuda, a través de las redes sociales, podamos hablar de economía, desde una perspectiva mucho más sencilla y simplificada, en próximos artículos para de este modo poder saber si los gobernantes toman buenas decisiones o en caso contrario pensar en qué candidato lo hará mejor con nuestro siguiente voto.

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