jueves, 25abril, 2024
13.2 C
Seville
Advertisement

Ea, el coronavirus

Francis López Guerrero
Francis López Guerrero
Profesor de lengua y literatura.
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

La realidad me disloca aceleradamente los sentidos y las entendederas no encuentran la síntesis sosegante. Ando promiscuo y perplejo entre el ea y el ay. Entre el respingo despectivo y el suspiro noventayochista. Ea, España, te han parido siempre como una perenne disputa ideológica. Me temo que después de la crisis financiera de 2008 y de aquel atracón de ladrillo que te diste, habemus crisis gorda y probablemente duradera y puede que tengas que volver a la cotidianidad austera y aislada de las legumbres y los pucheros.

Ay, España, cuánto de farsa, ea. Cuánto de tragedia, ay. España amantísima y desamadísima en medio de la sangría económica. Ahora te vamos a tener que sentir y pensar confinados como un verso solitario que subsiste afligido y esperanzado. “España, aparta de mi este cáliz”. El pensamiento crítico cuando se desnuda del todo y enseña el sexo de las cosas se torna lírico. Se nos ha metido el coronavirus ecuménico en el cuerpo de la patria, que por desgracia se ha hecho viral -valga la estúpida redundancia, quizá es lo que nos sobre, estupidez y redundancia, pesadez sectaria y partidista, el virus de la ideologización lo llevamos incubando en el alma desde tiempo inmemorial.

En esto consiste el estado de alarma-. España amantísima y desamadísima, no tengo flor aromática que regalarte. Ni un mal tomillo hispánico que mitigue el olor a podrido de este tiempo incierto. Si supiera contar como el Fondo Monetario Internacional, el tiempo sería cierto, pero se me haría larguísimo y oneroso como moneda de una tonelada.

En lo material y en lo espiritual lo que pesa es la ausencia, el vacío que es precisamente lo que no tiene peso conocido. Y uno se siente ausente dentro de sus convicciones, urgido por un ea desencantado y por un ay humano y adolorido que atraviesa los días y no consigue penetrar y retumbar con eco en las salas enmoquetadas de las instituciones. La política es el arte pudoroso de silenciar los ayes durante el ejercicio del poder y el arte obsceno de sacarlos estentóreos y amplificados por la megafonía en los auditorios de los mítines electorales.

Pero ahora es imposible el truco y, parece ser, que nuestro gobierno nos está preparando una crisis bien montada con todos sus avíos para que sea un drama común y catártico y no una paradoja aumentativa para que sigan creciendo los de arriba. Ahora vemos a nuestros políticos y dirigentes con gesto melancólico y solemnizadores, construyendo frases melodramáticas dirigidas a la ciudadanía, mientras los profesionales sanitarios desbordados se dejan la piel curando y salvando vidas con disciplina social, laboral y la que haga falta.

En esto consiste el estado de alarma. Ahora tenemos la España vaciada y la España vacía. Ahora veremos de nuevo quiénes son realmente los poderosos y los débiles y vulnerables de este país, cuya metáfora mediocre y triste la encarnan de nuevo, como un bucle histórico, los extremos: los progres más progres de la reunión y los a vox en cuello de los ultramontanos. Tenían ansias de convocatoria y masa el 8 de marzo. Tenían ansias de poderío.

El culto fanatizado a la vanidad de las ideas, que confundimos con la verdad, nuestra verdad; nuestras ideas, que resultan ridículas y muy pequeñitas, cuando la vida irrumpe salvaje, en crudo, e impone su ley inexorable: enfermedad y muerte a raudales. Todos sabíamos que el 8 de marzo el virus ya se había instalado en Madrid como una bomba de relojería y se sabía de su alto y rápido grado de contagiosidad. En esto consiste el estado de alarma con o sin decreto antes del “estado de alarma”.
Ay, estamos condenados a demostrar que España ha sido y es una orgía mal avenida de interjecciones: ea.

Cuando pase un tiempo serán otros los símbolos, pero hoy por hoy, España está simbolizada por un sin techo -YoNomeQuedoenNingunaCasa-, o por un anciano infectado en la UCI luchando por existir un poco más en un Estado redundante y estúpido que ha decretado el estado de alarma en vez del Estado en alarma.

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído